Cristina Fernández de Kirchner hace su andadura hacia la vicepresidencia de Argentina con una pesada mochila: 12 procesamientos, cinco juicios pendientes y seis peticiones de prisión preventiva que no han prosperado gracias a los fueros de los que disfruta la política.
En los últimos días, Fernández de Kirchner vive momentos decisivos. Este fin de semana anunció su candidatura a la vicepresidencia del Gobierno, en el equipo de su exjefe de gabinete, Alberto Fernández, que se presenta como candidato presidencial. Y ya este martes, Fernández de Kirchner ha afrontado su primer juicio por presunta corrupción, donde la expresidenta está acusada de encabezar una asociación ilícita y fraude en la concesión de obra pública.
El juicio puede durar hasta un año y Fernández de Kirchner sólo estaba obligada a asistir a la primera audiencia, en donde se la ha visto cabizbaja, muy seria e intercambiando impresiones con su abogado. La expresidenta, que evitó la prisión preventiva pedida por el juez gracias a la inmunidad parlamentaria, niega todos los cargos y los ha atribuido a una persecución política por parte del Gobierno de Mauricio Macri.
El juicio encierra una gran relevancia política, una vez que ocurre a la vez que la campaña electoral para las elecciones de octubre en las que el kirchnerismo intentará derrocar a Mauricio Macri.
Cuando todos esperaban que Fernández de Kirchner se presentara como candidata a la presidencia, ella anunció su candidatura a la vicepresidencia. Los analistas coinciden en que, de esta manera, sale de los focos y desvía la atención hacia un político que, siendo kirchnerista, no está procesado ni puede ser atacado con el argumento de la corrupción.
Buscando más votantes
Además, señalan que, con la decisión, la expresidenta busca ampliar su base dura de votantes con un candidato que tiene un perfil más moderado y crear una coalición heterogénea anti Macri, que pueda incluir también al electorado peronista no kirchnerista.
“Se va a tratar de gobernar una Argentina otra vez en ruinas, con un pueblo otra vez empobrecido, en una situación de endeudamiento y empobrecimiento peor que la de 2001. Está claro, entonces, que la coalición que gobierne deberá ser más amplia que la que haya ganado las elecciones”, ha dicho en el vídeo que publicó en Twitter para anunciar su candidatura.
Según declaraciones de Mariel Fornoni, directora de la consultora M&F, a la agencia Efe, Alberto Fernández cuenta con el aval de "haber sido mano derecha de Néstor Kirchner al salir de la crisis de 2001" y puede convencer a los indecisos, que siempre inclinan la balanza en el país sudamericano y que puede no ser kirchnerista pero al mismo tiempo es crítico con el Ejecutivo de Mauricio Macri, que atraviesa una crisis con 55% de inflación interanual y la moneda devaluada.
Fernández de Kirchner elige este camino también en un momento en el que está por delante en las encuestas, por lo que busca "amarrar" la victoria.
La candidatura de Fernández de Kirchner es además una manera de conseguir otro blindaje ante una posible condena por los casos de corrupción en los que está involucrada. Al ser elegida como vicepresidenta, además de los fueros de que beneficiaría, la ley en Argentina establece que en el caso de que el presidente o vicepresidente sea desposeído de sus fueros, debe enfrentarse a un juicio político para ser detenido. Esto significa que para ir presa, además de haber una resolución judicial que lo indique, Cristina debería ser destituida del cargo.
Pero para que esto se produzca, como sería vicepresidenta, ya no se requieren los dos tercios de una sola cámara, sino los dos tercios de los Diputados, la cámara que inicia el trámite de juicio político y los dos tercios del Senado, cámara que decide sobre las acusaciones. Fernández de Kirchner estará, así, mejor blindada ante la justicia.