Doce personas de la misma familia fueron asesinadas este lunes en México en una masacre que ha conmocionado el país. Las víctimas, familiares del activista mexicano Julián LeBarón, fueron asesinadas a tiros y calcinadas en su coche cuando se desplazaban en el Estado de Chihuaha.
La masacre es solo uno de los episodios más extremos de un país que vive a manos con la violencia. El 14 de octubre, 13 agentes de la policías fueron asesinados en una emboscada de un cartel. Y, cuatro días después, hombres armados de otro cártel rescataron al hijo de "El Chapo" después de haber sido capturado por las tropas.
Los hechos recientes ponen en el punto de mira a la policía. Desbordados por los acontecimientos y con escasos medios, los agentes se muestran incapaces de controlar la violencia, como cuenta The Guardian. Uno de los agentes ha denunciado públicamente que los oficiales se ven obligados a comprar sus propias balas.
"No tenemos los medios para defendernos", dijo. "No tenemos el apoyo que necesitamos para enfrentar a ningún grupo criminal".
La emboscada del 14 de octubre fue reclamada por el cartel Jalisco de Nueva Generación, o CJNG, un grupo de rápido crecimiento que actualmente intenta dominar la región de Tierra Caliente de Michoacán. Aunque el CJNG es agresivo, bien financiado y particularmente bien equipado, se enfrenta a grupos locales más pequeños pero que están muy integrados en el área y mantienen mejores relaciones con los políticos y jefes de policía locales.
Unas grabaciones de audio que circularon después de la emboscada, daban a entender que la operación fue diseñada para acabar con esas alianzas.
Para los residentes de El Aguaje, la emboscada simplemente confirmó lo que habían sospechado. "Este es el territorio de Jalisco ahora. Antes era territorio de otros grupos", explicó al periódico una mujer. "La policía está con otro grupo, por lo que no suelen venir aquí sin una escolta del ejército".
"Abrazos, no balas"
Para los que viven en medio de los frentes siempre cambiantes de las guerras de carteles, es vital comprender qué facción controla qué parte de territorio. Y eso incluye vigilar de qué lado está la policía.
La corrupción entre las filas policiales se ve alentada por los pésimos salarios con los que los agentes deben comprar balas y uniformes. Varias familias de oficiales que murieron en El Aguaje se negaron a asistir a los homenajes, en protesta por el miserable apoyo financiero que reciben tras sus mertes.
Uno de los analistas consultados por The Guardian señala que la crisis en la región se está intensificando debido a la estrategia de seguridad "abrazos, no balas" del presidente López Obrador. El presidente está decidido a corregir el enfoque militarizado y de mano dura de sus predecesores y ha dado órdenes de evitar confrontaciones directas con los carteles.
La paz llegará, dice, una vez que los nuevos programas sociales proporcionen nuevas formas, más allá del crimen, para salir de la pobreza. Mientras tanto, el presidente insiste en que su recién formada guardia nacional militarizada hará cumplir la ley, pero hasta ahora la nueva fuerza ha estado más ocupada impidiendo que los inmigrantes lleguen a los Estados Unidos que persiguiendo criminales organizados.