La pandemia del coronavirus sigue a sus anchas en Estados Unidos. Si el 2020 fue complicado en tierras norteamericanas por las palabras y actos del expresidente Donald Trump, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, tampoco lo está teniendo fácil.
Con un ritmo de vacunación frenado en los últimos días, el país acumula 440.094 muertos y 26.098.585 casos por Covid-19. Biden ha pronosticado que en febrero se superará el medio millón de fallecidos y que en total morirán más de 600.000.
Por su parte, el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que para el 1 de mayo habrán muerto unos 570.000.
Por si fuera poco, un nuevo estudio refleja que los ciudadanos negros están recibiendo menos dosis que los blancos en las primeras semanas de la vacunación, según ha publicado The Guardian.
Más muertes
Los afroamericanos, los hispanos y los nativos americanos están muriendo de Covid a una tasa casi tres veces mayor que la de los estadounidenses blancos, según un análisis de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Y los trabajadores de la salud negros y asiáticos no hispanos tienen más probabilidades de contraer Covid y morir a causa de él que los trabajadores blancos. (Los hispanos pueden representar cualquier raza o combinación de razas).
Por ahora, un 3% de los estadounidenses ha sido vacunado, pero en 16 estados la tasa de blancos vacunados es bastante más alta que los negros, en algunos casos incluso el doble o el triple. En el caso más dramático, el 1,2% de los residentes de Pensilvania blancos habían sido vacunados hasta el 14 de enero, en comparación con el 0,3% de los residentes de Pensilvania negros.
Primeras dosis
Las primeras dosis de las vacunas han sido destinadas a los trabajadores en primera línea en la lucha contra el coronavirus, como médicos y enfermeros, pero también trabajadores de limpieza o de las cafeterías de los hospitales.
Si las inyecciones se pusiesen de forma equitativa entre todas las razas, el porcentaje de vacunados sería notablemente más alto, pero en todos los estados los afroamericanos han estado subrepresentados entre la población con la primera dosis puesta.
Los problemas de acceso y la desconfianza arraigada en el racismo estructural parecen ser los principales factores que dejan atrás a los trabajadores de la salud negros en la búsqueda de vacunar a la nación. La asimilación desequilibrada entre lo que podría parecer una fuerza laboral relativamente fácil de vacunar no augura nada bueno para el resto de la población dispersa del país.