El 3 de octubre de 1965, seis años después del triunfo de la revolución, Fidel Castro fue nombrado secretario general del Partido Comunista de Cuba. El cargo de mayor peso político en la isla que ha estado siempre en poder de la familia Castro, pues Raúl, hermano menor del 'comandante en jefe' tomó el relevo en abril de 2011. Hasta hoy, ya que durante este fin de semana, Raúl Castro cederá el testigo a Miguel Díaz-Canel. Sin embargo, en Cuba y más allá, flota una pregunta en el ambiente: ¿acabará la salida de los Castro con el castrismo?
Durante la última década, casi desde el primer día que llegó al poder, Raúl Castro puso fecha de caducidad a su mandato. En 2021 se realizaría el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba y él cedería el testigo. Considerado el más reformista de los hermanos, desde que alcanzara el poder por el fallecimiento de Fidel hace ahora cuatro años y medio, desarrolló un importante paquete de medidas para el cambio político y económico, aunque la mayoría de cubanos coinciden en su fracaso al no poder evitar la peor crisis de la isla de la caída de la Unión Soviética.
Sin embargo, las expectativas de reformas dentro y fuera de la isla no son especialmente halagüeñas. Miguel Díaz-Canel, actual presidente de Cuba y máximo exponente de la nueva generación de dirigentes del país, será quién asuma el control político del partido, aunque la opinión generalizada es que Raúl Castro seguirá siendo quien maneje los hilos hasta su fallecimiento, como ya hiciera su hermano Fidel. Es más, la mayoría de analistas coinciden en que la vieja guardia, la parte más ortodoxa del partido, rentendrá el poder suficiente como para abortar cualquier intento reformista o aperturista.
A imagen y semejanza del Partido Comunista Chino o el Partido Comunista Soviético, el Partido Comunista de Cuba nació en 1965 como único partido político legal en la isla y aunque no presenta candidatos a las elecciones ni se encarga de la formación de los diferentes gobiernos ni propone a los miembros de la Asamblea Nacional, su labor es la de realizar las políticas que marcan el camino del país y su obligación es la de hacerlas cumplir.
Entre el 16 y el 19 de abril, el PCC se reunirá en La Habana y quizás el relevo de Raúl Castro quede en un segundo plano. La grave crisis económica, la gestión de la Covid-19 y la pérdida de la hegemonía del discurso por la irrupción de internet son sólo algunos de los retos que encararán los comunistas cubanos, según informa Lorena Cantó para Efe.
¿Pragmatismo o trinchera?
La nueva dirección hereda un país inmerso en una severa crisis, la peor de los últimos 30 años, con una caída del PIB del 11% el año pasado en gran parte provocada por la caída del turismo y que se ha traducido en una escasez galopante de alimentos, medicinas y otros productos básicos, a lo que se suma la alta inflación provocada por la unificación monetaria y cambiaria iniciada en enero.
Por ello, las miradas están puestas en las decisiones que puedan salir de este congreso para implantar de una vez por todas las largamente pospuestas reformas económicas, en especial la apertura al sector privado, es decir: ¿prevalecerá el pragmatismo económico sobre el atrincheramiento ideológico?
"Creo que en los últimos meses el pragmatismo económico le ha estado ganando la batalla a la rigidez ideológica. Pero no hay que olvidar que el fuerte de Díaz Canel es su coherencia e insistencia en la pureza ideológica, la cual se articula detrás de dos mensajes que se han estado enfatizando en todo el proceso previo al congreso como los temas principales: unidad y continuidad", precisa Carlos Alzugaray, analista y exembajador de Cuba ante la Unión Europea.
La insistencia en apelar a la unidad no es casual, ya que este congreso se celebra en un escenario radicalmente distinto al de hace un lustro: el PCC ya no controla enteramente el discurso. La irrupción de internet y las redes sociales desde 2018 ha desbancado el monopolio informativo de los medios controlados por el Estado -los únicos legales en Cuba- y ha facilitado la articulación de una sociedad independiente, prensa alternativa y de grupos que piden cuentas, cuestionan o directamente se oponen al sistema político.
Disenso digital
En los últimos meses, movimientos como el 27-N o San Isidro han puesto en jaque al Gobierno exigiendo libertad de creación y el cese de la persecución a quienes piensan diferente. Para el analista, sin embargo, "no hay señales que indiquen un cambio fundamental en la estrategia comunicacional" del partido, y "la estrategia de manejo de estos movimientos contestatarios no ha cambiado, pero hay que estar atentos a cualquier señal".
La eterna confrontación con Estados Unidos es otro de los puntos calientes del cónclave. El VII Congreso se celebró con el "deshielo" en plena ebullición y este lo hará con las relaciones de nuevo congeladas a golpe de sanciones por la Administración Trump y sin que el nuevo presidente, Joe Biden, parezca tener prisa en tender la mano de nuevo.
El exdiplomático cubano cree que el PCC está abocado a "trazar una estrategia inteligente para enfrentar un posible cambio de política de Washington", donde los sectores más duros creen que en aquel entonces EEUU hizo muchas concesiones y La Habana, ninguna.