Según la última actualización, al 94,355% de las actas procesadas y con el 92.9020% de ellas contabilizadas, Pedro Castillo ocupa ahora el primer lugar al obtener 50.116% de los votos, mientras que la representante de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, registra un 49.884%, de apoyo.
Estos porcentajes reflejan que el cambio de posición y la subida obtenida por el candidato de Perú Libre. La distancia entre ambos, ahora a favor del exdirigente del Sutep, es de 0,232 puntos y 39.164 votos.
El recuento está siendo largo y proceloso y se puede prolongar varios días dado lo ajustado del resultado.
Precisamente, Castillo se refirió a esta situación y expresó su confianza en que "se va respetar la voluntad popular" cuando termine el recuento oficial, al tiempo que pidió tranquilidad a sus seguidores, ante quienes enfatizó "que falta contar nuestros votos".
Victoria lejana
De momento es aún inviable adjudicar la victoria a cualquiera de los contendientes y habrá que esperar a contabilizar todos los votos, incluidos los emitidos en el exterior, para que pueda confirmarse cualquier resultado, lo que no será antes del martes.
En 2016 la situación fue similar y tras varios días de recuento Pedro Pablo Kuczynsky obtuvo la victoria frente a la misma Fujimori por un 50,12% frente al 49,88%, algo más de 40.000 sufragios.
De momento, ninguno de los contendientes se ha adjudicado la victoria y predomina la prudencia, en consonancia con el desarrollo de la jornada electoral.
Ya antes de que saliera el conteo rápido, ambos candidatos salieron a pedir paciencia, tranquilidad y esperar a conocer los resultados oficiales definitivos antes de cualquier festejo.
Eso no impidió, sin embargo, que hubiera incidentes durante una manifestación convocada por antifujimoristas ante la sede de la ONPE para "prevenir el fraude" electoral y que terminaron agrediendo a varios periodistas de la televisión peruana.
Presidente a la primera
De confirmarse el resultado que anticipa el conteo rápido, Castillo, un político religioso y de humildes orígenes campesinos, procedente del interior andino, asumiría la presidencia país el próximo 28 de julio, día en el que se conmemorará además el Bicentenario de la independencia del Perú.
Pese a ser un completo desconocido, Castillo se convirtió en el candidato más votado en primera vuelta el pasado mes de abril, con cerca de un 20 % de los votos, y descolocó a toda la clase política dominante con sus propuestas de reforma constitucional y cambio del paradigma económico.
Tras esta victoria, toda la derecha económica, política, mediática y social del país se alió con Fujimori para intentar pararle los pies a este maestro de escuela y líder sindical.
Toda la campaña de Fujimori, quien es extraordinariamente impopular, se basó en plantear un enfrentamiento entre la defensa del "modelo" económico frente al "radical" Castillo y una elección entre "libertad o comunismo".
En este sentido, la campaña fue muy dura y fraticida y como los resultados electorales parecen demostrar, ha dividido el país en dos, no solo en criterios económicos y políticos, sino también geográficos y demográficos.
Claramente, Castillo ha dominado de forma abrumadora el interior andino, rural, empobrecido, que no se ha podido aprovechar del crecimiento económico sostenido del país durante las últimas décadas y que siempre ha permanecido alejado de los centros de poder.
Por el otro lado está la ciudad de Lima y las zonas costeras del norte, que centralizan el poder económico y social desde tiempos coloniales, no se identifican con el mundo campesino al que frecuentemente desprecian y cuyo progreso bajo el modelo económico ha sido evidente.
Mal menor
La polarización y los extremos de la campaña, que han forzado a los peruanos a tomar partido entre dos posiciones extremas, oculta precisamente el hecho de que la mayor parte de los ciudadanos consideran malas ambas opciones.
Así, la elección por el "mal menor" es la que ha dictado la votación y sea quien sea finalmente el triunfador tendrá que ganarse su legitimidad en el ejercicio del poder.
No parece que sea una posición fácil, pues el ganador recibirá un país en una grave crisis económica y sanitaria, que en 2020 sufrió una recesión del 11,6% de su producto interior bruto (PIB) y la covid-19 se llevó la vida de más de 180.000 peruanos, que lo convierten en el país con la tasa de mortalidad más alta del mundo por la pandemia.