Cuatro horas bastaron para que la desesperación de Pedro Castillo Terrones le jugara su estocada final el 7 de diciembre de 2022: minutos antes del mediodía dijo que disolvía el Congreso de la República e inmediatamente los parlamentarios se reunieron para destituirlo por “incapacidad moral”, mientras que la Policía y agentes municipales empezaron a bloquear con rejas de metal el centro histórico de Lima, y los hijos y la esposa del entonces mandatario abandonaban Palacio de Gobierno con sus bolsos, maletines y ropa.
Hasta que a las 15:54 de la tarde, aún como vicepresidenta peruana, Dina Boluarte recibió la banda roja y blanca que la ponía en un estrado histórico en Latinoamérica: ser a sus 60 años la primera presidenta mujer de Perú.
¿Por qué Pedro Castillo decidió salir ante todos los peruanos y medios de comunicación para decir que disolvía el Congreso? Lo cierto es que existen investigaciones por corrupción contra él, como ser parte de una organización criminal, tráfico de influencias y colusión junto a varios familiares, amigos y colaboradores políticos. Por ejemplo, Salatiel Marrufo, exjefe del Gabinete de Asesores del Ministerio de Vivienda, declaró ante la Comisión de Fiscalización del Congreso que le entregó 100 mil soles (unos 25 mil euros) y otros tantos miles más a sus hermanos.
Castillo, detenido
Cerca de las 13 horas el tráfico vehicular en el centro histórico -en lo que se conoce como el Damero de Francisco Pizarro- empezó a colapsar en sus avenidas principales y colindantes. La gente rumoreaba las posibles reuniones frente al Congreso para protestar por esta crisis política, otros hacían sonar las ollas en los pórticos de sus casas, los taxistas invadían de claxon las vías, la gente en los restaurantes estaba impávida a los canales de noticias de la TV y los transeúntes caminaban atentos a la radio o a las noticias que les llegaban por WhatsApp o Facebook.
Y en ese momento, cuando el sol apremiaba sobre una Plaza Mayor vigilada y sin turistas, Pedro Castillo era detenido por la Policía y llevado a la Prefectura, situada a menos de 4 kilómetros de Palacio de Gobierno. El motivo: una clara flagrancia por intento de autogolpe, una medida inconstitucional.
Detenido Pedro Castillo tras su intento de autogolpe en Perú y ser destituido por el Congreso
Un día antes de tomar la decisión que ahora lo hunde política, social e internacionalmente, Castillo brindó un Mensaje a la Nación para decir, en resumidas cuentas, que no es corrupto. Sin embargo, horas después nadie esperaba la intensidad en que se vivieron cuatro horas donde Perú se mantuvo en vilo: renunciaron en avalancha tuitera todos sus ministros, algunos embajadores, y las Fuerzas Armadas -conformadas por el Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea- no le dieron respaldo.
Por la puerta trasera de Palacio de Gobierno, pasadas las 14 horas, empezaron a entrar decenas de militares y policías y autoridades bien al terno. Al frente se sitúa el puente Trujillo, caracterizado por su bulla, turistas y olores a comidas típicas, pero estaba en silencio y solo se escuchaban las órdenes y pasos rápidos de suboficiales de la Policía que hasta se atrevían a bromear: “¡Ya fue, ya fue!”.
La primera presidenta
Minutos antes de las 16 horas, una mujer sonriente vestida de amarillo entró al Congreso. Era Dina Boluarte, una peruana de 60 años natural de la región Apurímac, profesora y la menor de 14 hermanos. Entró para acabar la utopía de Pedro Castillo y jurar como presidenta de la República de Perú, y quizás este 7 de diciembre ni se despertó con esa idea de ser la jefa de Estado de un país que ha vivido constantes cambios de ministros y fue uno de los más sufridos con la pandemia Covid en el mundo.
Sus primeros mensajes claves como mandataria nacional fueron: “Se ha producido un intento de golpe de Estado, convocar a las amplia unidad de todos los peruanos, solicitar una tregua política para instalar un gobierno de unidad y rescatar a nuestro país de la corrupción y el desgobierno”.
Críticas a Yolanda Díaz por calificar a Pedro Castillo de "esperanza para la democracia"
Tras una rápida juramento, donde se cantó el Himno Nacional a todo pulmón y donde parecía que todos los congresistas eran amigos desde hace años, las reacciones fueron tajantes y duras sobre Pedro Castillo, aquel profesor rural y sindicalista que llegó al poder cuando, al parecer, tampoco se lo esperaba, pero que un 7 de diciembre se embarcó en una aventura política dictatorial que se convirtió en su final infeliz.
La congresista Maricarmen Alva dijo a los medios que esperaba un nuevo gabinete de ministros decentes y que “un golpista merece la cárcel”. María Agüero, parlamentaria de la región Arequipa por Perú Libre (partido político que alojó a Pedro Castillo para postular a la presidencia), intentó desesperadamente explicar la decisión del cierre de Congreso:
-Alguien le dijo que tenía todo el poder. Lo vamos a visitar las personas que teníamos esperanza en él. Yo sí.
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