Jair Bolsonaro perdió las pasadas elecciones de Brasil. Tras anunciarse la derrota, tardó varios días en reconocer públicamente la elección legítima de Luiz Inátio Lula da Silva. Antes de la toma de posesión de su rival político, a quien debía transferirle el poder, voló hasta Florida para evitar la transacción.
Se hospedó, junto con sus asesores, en un complejo turísitico de lujo propiedad del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump. En los primeros días, salía a la puerta a firmar autógrafos y a hacerse fotos con sus seguidores.
Hoy por hoy no hay pruebas de que los dos políticos se hayan reunido, aunque la agenda de Bolsonaro, que calculaba estar un mes en EEUU, contemplaba visitar a líderes conservadores afines. Al parecer, todo se torció este lunes, cuando unos dolores abdominales le obligaron a ser internado en el Advent Health Celebration.
A pesar de la recomendación de permanecer en observación durante tres o cuatro días, el antiguo mandatario abandonó el hospital el martes y recibió la visita de su médico particular, el cardiólogo carioca Ricardo Peixoto Camarinha en el resort, el miércoles.
[Lula toma el control de Brasilia y carga contra los "vándalos fascistas": "Serán castigados"]
¿Viaje o huida?
Su precipitado viaje a Florida fue interpretado como una manera de esquivar a su sucesor, pero no sólo eso. También se ha interpretado como un intento por capear las diversas investigaciones pendientes que tiene con la justicia y a la que podría sumarse otra por los actos golpistas que tuvieron lugar en Brasilia el pasado domingo.
Uno de las principales investigaciones tiene que ver con su gestión durante la crisis del coronavirus. En concreto, con una de sus retransmisiones en directo en las redes sociales, cuando Bolsonaro leyó una noticia falsa que decía que las personas vacunadas en el Reino Unido estaban desarrollando el virus del VIH. También citó noticias falsas sobre el uso de mascarillas para incentivar su desuso.
Plataformas como Facebook y YouTube retiraron el contenido por los graves daños que podrían ocasionar en medio de una pandemia mundial. La Policía Federal, bajo supervisión del Tribunal Federal Supremo (STF), concluyó que las palabras usadas por Bolsonaro encajaban dentro de un crimen de incitación pública a la práctica de delitos, ya que podrían alarmar a la ciudadanía e incentivarla a incumplir normas sanitarias.
Divulgación de fake news
En agosto de 2021, el STF incluyó a Bolsonaro en una comisión de investigación sobre noticias falsas abierta en 2019 por divulgación de acusaciones contra el Tribunal Superior Electoral.
Para el ministro del STF, Alexandre de Moraes, "de las conductas del Presidente de la República se observa el mismo modus operandi utilizado por la organización criminal investigada" en la comisión de investigación de las fake news. "Se promulgan discursos de odio y contrarios a las instituciones, al Estado de Derecho y a la Democracia".
El exministro del Gobierno de Bolsonaro, el juez Sergio Moro, lo acusó de interferir indebidamente en la Policía Federal. La fiscalía pidió que el caso se archivase por falta de pruebas, pero el STF todavía no se ha pronunciado y podría derivarlo a la justicia ordinaria.
El 'Tropical Trump'
Cuando apenas faltaba un mes para la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, Trump usó su propia red social para darle un empujón internacional a su amigo personal, Bolsonaro. Comparten ideología, argumentario y estrategia. El brasileño es acusado por sus compatriotas de ser una copia del expresidente americano, mientras que él lo llamaba 'Trump Tropical'.
"El presidente Jair Bolsonaro de Brasil, el 'Tropical Trump', como se le llama cariñosamente, ha hecho un gran trabajo por la maravillosa gente de Brasil. Cuando yo era presidente de los Estados Unidos no había otro líder que me llamara más que Jair en busca de reducciones de impuestos y aranceles, renegociaciones comerciales, políticas fronterizas y de drogas más rígidas, ayuda militar y más. El presidente Bolsonaro ama a Brasil por encima de todo. ¡Es un hombre maravilloso y tiene mi respaldo completo y total!", escribió Trump en la plataforma Truth.
[Militares, cantantes y un sobrino de Bolsonaro: los cabecillas del golpe de Estado en Brasil]
En los cuatro años de su única legislatura, Bolsonaro intentó asociar su imagen a la de Trump. Pretendía aprovechar el descontento de una parte de la sociedad brasileña y el miedo de repetir modelos políticos parecidos a los de países vecinos como Venezuela o Argentina y transmitir autoridad e inflexibilidad ante los problemas del país.
Aunque las comparaciones entre los dos Gobiernos fueron muchas, también existen diferencias. Mientras Trump representaba al Partido Republicano, Bolsonaro fue durante mucho tiempo un líder sin partido que conectó con el sentimiento de frustración e indignación de una parte importante de los brasileños.
Bolsonaro se anticipó a una posible derrota en las elecciones copiando el modelo que Trump había llevado a cabo meses antes de caer en las urnas contra Biden. Cuando todavía faltaban dos años para una nueva elección, dijo que podría haber sido escogido en la primera vuelta en 2018 si no hubiese habido injerencia.
"Creo que, por las pruebas que tengo en mis manos fui elegido en el primer turno. A mi entender hubo fraude. No es sólo una palabra, tenemos pruebas. Necesitamos aprobar en Brasil un sistema seguro de recuento de votos", dijo precisamente en Miami.
Llegó incluso a consultar al Ejército sobre la posibilidad de ir a la Justicia por un posible fraude electoral, según sostiene CNN. Ante el temor a la derrota fue preparando al electorado, en el que sembró la duda de la legalidad del sistema de voto electrónico usado en Brasil, algo que también hizo Donald Trump en 2020.
Bolsonaro se asoció a influencers, periodistas independientes y movimientos de extrema derecha que contaban con una red de creación y publicación de memes y noticias falsas.
Fraude electoral
Enemigo de la prensa tradicional, a quien se enfrentó hasta el último momento, Bolsonaro recibió el apoyo de líderes conservadores, a través de conferencias y intervenciones. De esa forma, dentro de la militancia bolsonarista creció un sentimiento de injusticia y la convicción de que los ciudadanos estaban siendo engañado por la prensa brasileña.
Los directos que ofrecía cada jueves en Facebook y en YouTube le permitieron dar su discurso sin las preguntas ni la intermediación propias de los medios de comunicación. Así, se comunicaba directamente con sus fieles seguidores, como también hizo Donald Trump a lo largo de su legislatura.
[El imperio de Donald Trump se desmorona: su organización, declarada culpable de evasión fiscal]
Alejar a los intermediarios y sembrar la duda sobre las informaciones que contradecían sus campañas fue fundamental para la radicalización de los bolsonaristas. También el uso de vídeos adulterados para reforzar la idea de que las urnas electrónicas en algunas ciudades sólo registraban votos a favor de la oposición. Nunca enseñó ninguna prueba verídica.
Otra de las prácticas comunes de Bolsonaro y de Trump fue intentar impedir que los votantes residentes en zonas donde la mayoría históricamente votaría a la oposición, pudiese desplazarse para ejercer su derecho al voto. La campaña electoral del expresidente brasileño llegó a solicitar al Tribunal Superior Electoral (TSE) que limitase el transporte municipal, algo que afectaría a las zonas con menos recursos. Y es que según las encuestas, la adhesión de las clases bajas a Lula da Silva era significativamente mayor.
El TSE desestimó la petición, pero el Gobierno de Bolsonaro aprovechó su influencia en la Policía Rodoviária Federal (PRF) para llevar a cabo controles rígidos que atrasaron la llegada a tiempo de millones de electores, principalmente de las áreas más humildes del país.