Machu Picchu, joya de la corona turística de Perú, ha tenido que cerrarse al público este sábado debido a las protestas en el país . El paso a las ruinas incas, una de las siete maravillas del mundo moderno, se ha cancelado después de más de un mes de revueltas por el autogolpe de Estado fallido de Pedro Castillo y de que Dina Boluarte tomara el poder.
A lo largo de estas semanas han proliferado las manifestaciones contra la nueva presidenta y se han intensificado las trifulcas con las fuerzas de seguridad. En total, ya se cifra en más de 60 los muertos desde el cambio de Gobierno. El cierre de Machu Picchu no tiene una fecha determinada.
Según han publicado desde los organismos oficiales que se encargan de proteger el enclave, el parque arqueológico permanecerá cerrado desde el 21 de enero "hasta nueva orden" para "salvaguardar la seguridad de los turistas y de la población en general". El anuncio llega poco después de que las vías férreas de acceso a la ciudadela sufrieran daños y de que el aeropuerto de Cuzco (el más cercano) detuviera su actividad.
Los bloqueos empezaron el 13 de enero y desde entonces han mermado la afluencia de un lugar que absorbe un gran porcentaje de turismo en el país andino. Matt H. Cunliffe, un viajero estadounidense que estaba en la zona, ha relatado en su cuenta de Twitter cómo ha sido este proceso: "Estamos atrapados", escribía hace unos días, comentando cómo conseguían alcanzar otras poblaciones caminando y cómo llegaba a la ciudad y gestionaba el regreso por Avión. "Si planean venir de visita a Perú, todo puede cambiar en cada instante", sentenciaba.
Con esta decisión se añade una restricción más a la coyuntura actual del país. Boluarte tomó posesión del cargo después de una jugada sin éxito de Castillo, su compañero de partido, y tuvo que enfrentarse a la indignación de algunos seguidores del expresidente. Bajo esta situación repentina, la mandataria decretó el estado de emergencia y fue aumentándolo con el transcurso de los días, cerrando carreteras o impidiendo la circulación durante la noche.
Dichas decisiones han provocado la ira de los ciudadanos. Algunos se han posicionado frontalmente en contra y han advertido a la presidenta de que la normativa aviva el descontento. Mientras, las fuerzas de seguridad han seguido utilizando métodos disuasorios en las revueltas o incluso han desmantelado concentraciones metiendo tanquetas, como pasó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima. Este centro de estudios situado en la capital acogía desde el pasado miércoles a decenas de personas llegadas de distintos puntos del país para acampar contra Doluarte.
Junto a la violencia y las víctimas, el estallido social también ha afectado a las visitas de extranjeros. El ministro de Comercio Exterior y Turismo, Luis Fernando Helguero, ha afirmado que "se está dañando la imagen de Perú" y se han cancelado muchos viajes hasta mayo. Según el Banco Central de Reserva (BCR) del Perú, el ingreso de divisas por turismo encadenaba varios ejercicios anuales de más de 4.000 millones de euros, antes de la pandemia.
No poder visitar Machu Picchu es "como ir a Egipto y no poder ver las Pirámides", ha comparado Juancho Stoessel, CEO de hoteles Casa Andina, en conversación con el periódico ABC. "Tenemos una crisis que se inició con la pandemia, que siguió con los 16 meses del Gobierno de Pedro Castillo, la otra pandemia, donde se buscó enfrentar a unos contra otros; y cuando empezaron las protestas buscaron tomar de modo estratégico los aeropuertos en el sur del país", expresaba.
Stoessel se mostraba, sin embargo, optimista: "Veo una luz al final del túnel porque el Ejecutivo ha rearmado sus equipos para hacer campañas de promoción de la imagen del país en el exterior. Pero mientras tanto hay una gran agresividad entre los manifestantes que no se veía desde la época del terrorismo y la hiperinflación en los ochentas. Confío en que saldremos de esta crisis".