Chile es el país de Latinoamérica con mayor mortalidad atribuible a la contaminación del aire, con 240 muertes anuales por cada millón de habitantes, lo que a su vez provoca pérdidas equivalentes al 1,57% en el producto interior bruto (PIB) local, según un estudio regional.
El informe Lancet Countdown on Health and Climate Change, que ha analizado el impacto de la contaminación en todo el continente latinoamericano y ha sido divulgado por la Universidad de Chile, sitúa al vecino Perú como segundo país con mayor mortalidad relacionada con la contaminación del aire.
El gasto social que genera la contaminación del aire en las sociedades latinoamericanas equivale al ingreso promedio conjunto de unos 2,9 millones de personas, un impacto que es más agudo en Chile y Perú, que en 2020 provocó la pérdida aproximada de un 1,57% y un 0,83% de sus PIB, respectivamente, según el estudio.
"Los estándares de calidad del aire en Chile no son muy exigentes, si los comparamos con los que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en la mayoría de las estaciones de monitoreo se incumplen esos niveles", señala en un comunicado la académica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Karla Yohannessen.
Los efectos en la salud pública que provoca la mala calidad del aire -remarca la profesora- van desde el fallecimiento a edades tempranas hasta el empeoramiento del cambio climático, lo que empeora también otros problemas sociales como el gasto sanitario, el desempleo laboral o el fracaso escolar, entre otros.
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Ese coste afecta con mayor intensidad a personas con menores ingresos: "Existen inequidades en la distribución de contaminantes, donde habitualmente son las zonas de menor nivel socioeconómico las más expuestas a la contaminación, que a la vez tienen menor acceso a una salud oportuna o una alimentación saludable", dice Yohannessen en declaraciones a la agencia Efe.
La profesora de la Universidad de Chile informa de que las principales fuentes de contaminación del aire en Chile son los medios de transporte, las actividades industriales y la calefacción de viviendas mediante combustión de leña.
"Trabajar sobre las fuentes que queman combustibles fósiles y que emiten dióxido de carbono (CO2), que es el principal gas de efecto invernadero, permitiría mejorar la calidad del aire y reducir la emisión de gases contaminantes, responsables del cambio climático", concluye.