Doscientos hombres cubanos, desde adolescentes hasta veteranos de guerra, luchan con el bando ruso en la invasión de Ucrania. Hace pocos días, el último cohorte embarcó en un avión en la paradisíaca Varadero con destino a Rusia. El propósito: reforzar las filas del Kremlin en el frente ucraniano. Consiguieron una buena oferta de manos de Elena, una agente que, como si fuera el Tío Sam de Putin, insistía a los habitantes de la isla: "Te quiero para el Ejército ruso".
Pero, ¿por qué irían tantos cubanos en masa a combatir en una guerra extranjera? Lo cierto es que existen sutiles diferencias entre el Tío Sam y 'Elena la Rusa' ―como es conocida entre los reclutas y, ahora, los medios que se han hecho eco del caso―. Una es que se dirige a sus objetivos en el idioma de Tolstói ―no habla español―. Otra algo más alarmante es que, en vez de llamar a filas a sus quintos, les dice que viajarán a Rusia para trabajar en "obras de construcción" del país y obtener la nacionalidad rusa. Este lunes, el Gobierno cubano ha asegurado estar haciéndose cargo de desarticular el entramado.
El periodista Rolando Nápoles ha seguido los pasos de Elena, que había sido descubierta por Alain Paparazzi, un youtuber cubano residente en Miami con un gran afán por publicar cualquier contenido que deje al descubierto al régimen de La Habana. En este caso, la ira de Alain es justa: la presunta trama tendría secuestrados a dos compatriotas menores de edad, Andorf Velázquez y Álex Vegas, que están viviendo la mayor pesadilla de sus vidas mientras andan en volandas por la extensa geografía rusa.
Como un solicitante más, Nápoles se dirigió a Elena por chat ―se desconoce si la rusa radica en Cuba o en su patria― y le preguntó por Andorf y Álex. No dijo nada. En referencia al vídeo de Alain, Elena contestó en un castellano de Google Traductor: "Pienso que ellos dieron intrevista con información falsa solo para ganar dinero de influencer. Información absolutamente falsa. Demasiada ficción es esta historia que ellos cuentan".
¿Existe Elena? La persona detrás de la inscripción de tantos cubanos es, cuanto menos, hermética. No se le conocen fotografías, grabaciones de voz o señas de identidad más allá de mensajes escuetos en ruso en los que facilita el alistamiento a nacionales del país caribeño bajo la fachada de contratos de construcción y naturalizaciones exprés.
Lo que sí se conoce es que el reclutamiento se ha llevado a cabo. Tanto Alain como América TeVe han conseguido hablar con Andorf y Álex. Según los adolescentes, fueron separados del resto de compatriotas nada más aterrizar en Yeisk, a orillas del mar de Azov, al otro lado del golfo de Tahanrozka de la ciudad ucraniana ocupada de Mariúpol.
Allí, tuvieron que firmar un contrato con el Ministerio de Defensa en el que se les obligaba a cumplir con el servicio militar ruso. Con la firma del documento ―ininteligible por estar en ruso―, se comprometían a permanecer en el Ejército. Aceptaron que, en caso de negativa, "conforme al artículo 338 del Código Penal, la Federación de Yeisk me condena con 15 años de cárcel". Si no, serían considerados desertores como cualquier ciudadano ruso.
De Yeisk fueron trasladados a Riazán, donde fueron alojados en un hospital militar. Allí fueron extorsionados, desnudados y golpeados al grito de "¡Americanos!" por intentar comunicarse en inglés con sus secuestradores. Decidieron huir de las instalaciones tras tres días sin comer, pero fueron capturados poco después. Los soldados les revisaron el teléfono, y les dijeron que irían a la embajada americana.
O era una broma, o "embajada americana" debía de ser un eufemismo para el frente. Andorf y Álex fueron trasladados de vuelta a Yeisk, cerca de la frontera, donde ambos habían firmado su compromiso con la guerra. En sus últimas declaraciones, en el autobús de camino a Yeisk, confiesan no poder dormir por miedo a que se los lleven al frente. "Por favor, que nos saquen de aquí lo más rápido posible", imploraban.
Una red desarticulada
Este lunes, la historia de Andorf, Álex y otros dos centenares de cubanos cobró un cariz oficial: el Gobierno de la isla anunció la desarticulación de una red de tráfico de personas con base en Rusia que reclutaba cubanos ―tanto en Cuba como en ese país euroasiático― para luchar como mercenarios en la guerra en Ucrania. Una declaración de la Cancillería de la isla informó que el Ministerio del Interior "detectó y trabaja en la neutralización y desarticulación de una red de tráfico de personas que opera desde Rusia para incorporar a ciudadanos cubanos allí radicados, e incluso algunos procedentes de Cuba".
"Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania", recalca la Cancillería, que asegura que Cuba "está actuando y actuará de manera enérgica" contra quien "participe en cualquier forma de trata de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos hagan uso de las armas contra cualquier país". En ese sentido refiere que las autoridades de la isla "han neutralizado intentos de esta naturaleza y se han iniciado procesos penales sobre personas involucradas en estas actividades". El comunicado, citado por Efe, no especifica qué personas u organizaciones están detrás de esta red.
El canciller de la isla, Bruno Rodríguez, recalcó que "se actúa con la fuerza de la ley contra esas pretensiones", en un mensaje en su perfil de la red social X (antes Twitter). Asimismo sostiene que Cuba tiene una "firme y clara posición histórica en contra del mercenarismo" y desempeña "un papel activo en las Naciones Unidas en repudio de esa práctica", al tiempo que menciona que ha sido autora de varias de las iniciativas que se aprueban en ese foro.
Además rechaza "categóricamente" y atribuye a "los enemigos de Cuba" informaciones "distorsionadas" que "buscan empañar la imagen del país y presentarlo como cómplice de estas acciones". El Gobierno cubano y los medios oficiales han empleado en gran medida la retórica de Moscú al referirse a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero en Naciones Unidas han optado en varias ocasiones por la abstención en lugar de apoyar las posiciones del Kremlin.