El gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha anunciado en la tarde de este domingo que abandona la carrera por las primarias en el Partido Republicano, después de que lograse el segundo puesto en los caucus de Iowa del pasado fin de semana, a gran distancia de su rival Donald Trump.
DeSantis dejará de competir después de haber apostado todo el arranque de su campaña al estado de Iowa, donde hizo más de 150 actos en las semanas anteriores y dilapidó prácticamente todo lo que había recaudado. La insalvable distancia que le separó del expresidente una vez contados los votos, y la cercanía de la otra rival, Nikki Haley, ha hecho evidente sus pocas opciones para tener una opción real de competir.
En el vídeo que ha compartido en redes sociales para anunciar su retirada, DeSantis ha mostrado su respaldo a Trump, algo poco sorpresivo dada la cercanía ideológica de ambos. Ha acompañado su intervención en la red social X con una cita del exprimer ministro británico Winston Churchill: "El éxito no es el final, fallar no es fatal: es la valentía para continuar lo que cuenta".
Los analistas consideran que DeSantis anunció que concurriría a las primarias demasiado tarde, en mayo, haciéndolo casi medio año después de Trump y cuando este empezó a recibir las imputaciones judiciales que dispararon su respaldo entre las bases del partido del elefante.
El expresidente era conocedor de que el gobernador sería su única amenaza en la campaña, por lo que los ataques fueron constantes. DeSantis se encontró entonces ante el dilema de defender posturas muy cercanas a las de Trump, al que siempre había admirado públicamente, pero sin los medios económicos, el apoyo de la militancia ni la atención mediática del neoyorquino.
Eso derivó en una caótica estrategia electoral que derivó en el despido de su jefe de campaña el pasado verano. En los últimos meses, puso todos los huevos en la cesta de Iowa, viendo que las encuestas le daban 30 puntos de ventaja a Trump. DeSantis era consciente de que el dinero de los donantes desaparece cuando estos no ven opciones reales de victoria, y los primeros caucus de la carrera decidirían si podría plantar cara al expresidente o sería una mera comparsa.
Los sondeos, sin embargo, no auguraban buenas noticias para el de Florida. Nikki Haley llegó a adelantar a DeSantis en los estudios de opinión durante los días previos. Aunque este arrebató finalmente la segunda plaza, el hecho de que en la próxima votación de primarias en New Hampshire parezca claro que él caería al tercer puesto, y posteriormente se disputará la carrera en la Carolina del Sur natal de Nikki Haley invitaba a pensar que el gobernador no tardaría en arrojar la toalla.
Haley contra Trump
Tras la retirada de DeSantis, será Haley quien se enfrentará a Donald Trump en un cara a cara durante las primarias. La exgobernadora de Carolina del Sur representa el ala moderada del partido, y las encuestas apuntan a que es la candidata mejor posicionada para ganar a Biden en una confrontación directa por la Casa Blanca. Sin embargo, sus posibilidades de ganar la nominación republicana parecen mínimas, salvo que decisiones judiciales impidan a Trump presentarse.
Y esa es otra lectura del abandono de Ron DeSantis: su campaña no prevé que los jueces paren los pies al expresidente. El gobernador de Florida, de 45 años, está representa las ideas del trumpismo pero con unos modales y formas más elegantes, más propias de la política tradicional y no del antiestablishment de Trump. Si augurase que hay opciones de que el magnate neoyorquino no pueda concurrir, él sería el heredero natural del voto trumpista. Con este movimiento, admite el error de estrategia de campaña, pero también su confianza en que la nominación de Trump es imparable.
Las primarias republicanas toman ahora un rumbo peculiar. Por una parte, el voto ideológico trumpista se aglutinará en torno al expresidente. Por otra, la porción del ala derechista que critica los modales de Trump y la polarización que genera puede girar hacia Haley.
Además, el magnate ha rehuido los debates celebrados hasta la fecha, dado que su ventaja es tan amplia que nada tiene que ganar en ellos. Mientras Haley -a la que él designó como embajadora en Naciones Unidas- no dé un salto sustancial en las encuestas, posiblemente Trump ponga su punto de mira casi exclusivamente en Biden.
Y, de fondo, seguirá sobrevolando el Poder Judicial. La decisión de la Corte Suprema sobre la inclusión de Trump en las papeletas de primarias podría producirse en marzo y condicionar la carrera excluyéndole en algunos estados. O, incluso, podría darse que ganase la nominación republicana pero el Supremo impidiese su candidatura o, hipotéticamente, que ganase la presidencia estando en la cárcel. Si algo aprendimos de los cuatro años de presidencia de Trump es que, en torno a su figura, todo es posible.