Este martes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que ha tomado una decisión respecto a la respuesta al ataque de un dron que resultó en la muerte de tres militares estadounidenses en Jordania el pasado domingo. Aunque no proporcionó detalles específicos, señaló que su elección fue el resultado de consultas con los principales asesores del Despacho Oval.
A la salida de la Casa Blanca para un viaje de campaña a Florida, el mandatario expresó a los periodistas presentes que se llevarán a cabo ataques de represalia, si bien por el momento la respuesta aún permanece desconocida. Lo que sí puntualizó es la reticencia de su Administración a involucrarse en una guerra más amplia en la región de Oriente Próximo, destacando que no es la búsqueda actual del país.
"No creo que necesitemos una guerra más amplia en Oriente Próximo. Eso no es lo que busco", dijo Biden. Y respondió "sí" cuando se le preguntó si había decidido cómo responder a los ataques. A la pregunta de si Irán era responsable, Biden añadió: "Sí los considero responsables en el sentido de que están suministrando las armas" a quienes llevaron a cabo los atentados.
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Desde el ataque, ha surgido un debate en Estados Unidos sobre la naturaleza de la respuesta que debería brindar Biden. Una respuesta insuficiente podría percibirse como un síntoma de debilidad, mientras que un ataque directo, algo que han sugerido algunos republicanos, podría conllevar riesgos significativos al aumentar la posibilidad de un conflicto directo con Irán, según advierten analistas.
El incidente marca la primera vez que se produce una ofensiva que resulta en bajas entre las tropas estadounidenses en la región, a pesar de más de 150 ataques anteriores. Hasta ahora, la administración de Biden ha respondido con ataques focalizados en Yemen y depósitos de armas de la Guardia Revolucionaria Islámica en Irak y Siria. Sin embargo, estas acciones no parecen haber establecido una disuasión efectiva para prevenir futuros ataques contra las fuerzas estadounidenses.
El pasado domingo, informó The New York Times, los funcionarios de la administración y las agencias de inteligencia estadounidenses intentaron infructuosamente discernir si el ataque constituía un intento deliberado por parte de Irán de intensificar el conflicto o si buscaba ser un ataque limitado, similar a los perpetrados por sus grupos aliados en las últimas semanas. No obstante, en esta ocasión, lograron alcanzar sus objetivos.
Irán, por su parte, niega su implicación en el ataque a la base estadounidense Tower-22. “Como ya hemos dicho claramente, los grupos de resistencia de la región están respondiendo a crímenes de guerra y al genocidio del régimen sionista asesino de niños y... no reciben órdenes de la República Islámica de Irán", declaró el lunes el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanaani, unas declaraciones recogidas por la agencia IRNA.
Y añadió: "Estos grupos deciden y actúan basándose en sus propios principios y prioridades, así como en los intereses de su país y su pueblo".