Martes 6 de febrero. 15:00hrs. Lago Ranco, de una extensión de 442 km2. Región de Los Ríos, sur de Chile. El expresidente Sebastián Piñera (1949-2024) se prepara para un nuevo viaje en su flamante helicóptero modelo Robinson R44, propiedad suya desde 2006. Un vuelo entre los muchos que ha realizado en su vida. Acaba de visitar en su casa a uno de sus grandes amigos, el empresario José Cox. Le acompañan su hermana Magdalena y otros dos tripulantes de vuelta a su casa ubicada en el sector de Bahía Coique, al otro lado de la ribera, donde le espera su esposa para comer.
Las nubes y la intensa lluvia cambian los planes. Aproximadamente a 400 metros de la orilla, Piñera, que pilota la aeronave, pierde el control: “Salten ustedes primero, porque si yo salto el helicóptero les va a caer encima”. Fue así, como estos pudieron nadar hacia la orilla salvándose, y el ex mandatario, atrapado en el helicóptero, se hundió en las aguas profundas y falleció a causa de una asfixia.
Inmediatamente la noticia se conoció en territorio chileno. Los medios, aún a falta de información oficial, alertaron sobre un posible deceso de quien gobernó el país en dos periodos (2010-2014/2018-2022). Poco después, el hecho fue confirmado y el luto se adueñó de todo Chile.
En medio de uno de los incendios forestales más graves en la historia del país sudamericano (al menos 122 muertos según cifras oficiales), Chile sufrió este nuevo batacazo informativo. La reconocida capacidad de gestión de Piñera al frente del país, demostrada en eventos como la reconstrucción tras el terremoto de 2010 y el rescate de 33 mineros en octubre de ese mismo año, era vista como una esperanza ante el descomunal siniestro que afecta a la Región de Valparaíso.
De hecho, en el momento de su muerte, su popularidad había subido espoleada por la desesperación ciudadana ante la tragedia y las dudas sobre cómo respondería el gobierno actual en una situación de emergencia catastrófica.
Definido por sus más cercanos como una persona metódica, disciplinada y hasta obsesiva con aquellos temas que le interesaban, Piñera, en un continente dominado por el peso de los discursos y la ideología, construyó una identidad política –y empresarial– marcada por la rigurosidad y el trabajo. Así lo fue desde sus inicios, que procedente de una familia de clase media, avanzó en sus negocios hasta alcanzar una de las más grandes riquezas en su país y en el mundo entero.
Éxito en el mundo privado
“Tomamos a LanChile cuando era una empresa que tenía cinco aviones y estaba al borde de la quiebra y hoy es una empresa exitosa y de las más reconocidas en el mundo”, comentaba Piñera en entrevista con el periódico chileno, El Mercurio, en 2005, refiriéndose a su rol como accionista en la aerolínea conocida actualmente como Latam Airlines Group.
Lo cierto es que antes de su paso por la política, tuvo una larga –y exitosísima– trayectoria como empresario, la que llegó a su prime cuando la revista Forbes, en 2023, le estimó una fortuna de 2.900 millones de dólares, lo que lo posicionó como uno de los más ricos de su país.
Apasionado por los negocios desde pequeño, se graduó en Ingeniería Comercial (ADE) en la Pontificia Universidad Católica, la más prestigiosa casa de estudios en Chile, sacando notables calificaciones y consiguiendo su acceso a Harvard (EEUU), donde hizo un doctorado y estableció un contacto con su profesor de finanzas públicas Richard Musgrave, que sería clave en su ascenso.
Iniciado el año 1976, el economista Musgrave se dirigió a Bolivia a ejercer una asesoría de cuentas nacionales, y dadas sus dificultades con el idioma español, acudió al joven Piñera, quien rápidamente –y fiel a su personalidad ambiciosa y trabajadora– se convirtió en su jefe de asesores. Cincuenta mil dólares fue la suma que recibió por dicho trabajo. A todas luces una cifra anormal para la época.
De ahí en adelante el novel empresario chileno estuvo lejos de conformarse. Y tras crear la empresa Tolken y la firma Bancard, se adentró en el mundo financiero en Estados Unidos, con el propósito de llevar a Chile el negocio de las tarjetas de crédito, obteniendo la colaboración de importantes firmas como Visa y Mastercard en 1979. Luego, la expansión siguió su curso de forma imparable.
Nunca satisfecho, llevó sus objetivos a la prensa y al fútbol. Primero, adquiriendo el 100% de Chilevisión (una de las principales cadenas televisivas de Chile) y después convirtiéndose en uno de los mayores propietarios de Blanco y Negro, sociedad anónima vinculada a Colo Colo, el club con más aficionados en Chile y con el palmarés más exitoso en títulos obtenidos. Sería el equivalente en España al Real Madrid.
Pese a lo anterior, no todas fueron buenas noticias en su ruta como empresario. En agosto de 1982, en medio de la crisis bancaria, se le interpuso una orden de arresto en su contra por haber transgredido la Ley de Bancos –como miembro del Banco de Talca– y cometer un fraude al beneficiar con sus operaciones a sociedades asociadas a los dueños. En respuesta, Piñera presentó un recurso de amparo y siempre defendió su inocencia.
Familia e inicios en política
Tercer hijo del matrimonio de Magdalena Echenique con José Piñera, Sebastián se vio desde niño inmerso en el mundo de la política. Su padre, militante de la centrista Democracia Cristiana y embajador del presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) en Bélgica y Naciones Unidas, Sebastián era invitado por su padre a participar activamente en reuniones de alto nivel.
Fue su formación recibida en casa la que definió su perfil como político. El motivo de esa reflexión se remonta al año 1989, cuando votó 'No' a la continuidad en el poder del dictador Augusto Pinochet. Sin duda, un paso gigantesco en su construcción como líder.
Ese mismo año Piñera asume su primer desafío en la vida pública: postularse a senador independiente de Renovación Nacional, partido asociado al centroderecha, por Santiago, capital del país. Venciendo a sus contendientes, y con solo 40 años, se convirtió en el senador más joven y con ello fue conquistando espacios hasta llegar al Palacio de Gobierno (La Moneda).
Vínculos con España
Su cercanía a España no solo se encuentra en la parroquia del consejo de Castropol, en el Principiado de Asturias, de nombre Piñera, sino también por sus constantes visitas a Madrid con el propósito de reconectar con antiguos amigos y extender sus lazos políticos.
“Sebastián amaba España”, dice uno de sus colaborades más cercanos. Y fue ese apego el que le hizo venir a Madrid en muchas oportunidades, no solo durante sus dos periodos como Jefe de Estado, sino que en momentos en que consideró oportuno fortalecer sus lazos con expresidentes de centroderecha, como José María Aznar (1990-2004) y Mariano Rajoy (2011-2018).
Fue con Aznar, de hecho, con quien mantuvo una relación de amistad más profundamente muchos años. Ambos fueron promotores del Grupo Libertad y Democracia, que tiene como objetivo integrar a distintos líderes del sector en Iberoamérica y hacer frente a las ideas de izquierda.
Pese a lo anterior, es al actual presidente Pedro Sánchez a quien Piñera le guardó una profunda gratitud hasta el día de su muerte. Todo empezó cuando Chile, que hasta octubre de 2019 iba a ser sede de la COP25 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), suspendió la celebración de la cumbre debido a manifestaciones que bloqueaban el país. Confirmada la noticia, Sánchez se puso en contacto con Piñera y le ofreció llevar la instancia a Madrid, permitiéndole a Chile mantener su presidencia en el evento. Oferta, que no dudó en aceptar.
Liderazgo en la región
El pasado lunes por la mañana, un día antes del fatídico accidente, Piñera se preparaba para dar inicio a una reunión vía Zoom con la líder venezolana y opositora al régimen, María Corina Machado. El objetivo era claro: de qué manera podía él, junto a otros miembros de su fundación Libertad y Democracia ahí presentes, hacerle justicia y llevar la democracia a su país.
Machado, que venció en las elecciones primarias de octubre del año pasado con una contundente mayoría, fue inhabilitada por Nicolás Maduro, quedando fuera de competencia por el poder. El respaldo del expresidente chileno se dio esa misma semana y se tradujo en una propuesta concreta: visitar Venezuela, en compañía de otros miembros del bloque, para impulsar una contraofensiva.
No sería la primera vez en que Piñera tomaría cartas en el asunto en temas de esa índole. Ocurrió antes en 2019 en Cúcuta, frontera de Venezuela con Colombia, cuando junto a su colega y amigo Iván Duque, presiente del país cafetero, hicieron entrega de decenas de paquetes de ayuda humanitaria. Acción, dicen fuentes cercanas a la estrategia, que Maduro nunca le perdonó.
Cuando Sebastián Piñera pidió a su hermana Magdalena (1975) y a los otros tripulantes que saltaran del helicóptero a sabiendas de que seguramente moriría, no fue un acto heroico súbito. Más bien, coincidía con su carácter arriesgado y su manera de entender la vida.
Arriesgado en la política, cuando apostó contra Pinochet o cuando se empleó a fondo para rescatar a 33 mineros sepultados a 720 metros de profundidad. O cuando, antes que muchos gobiernos y sin la certeza suficiente, firmó una decena de convenios internacionales para que a ningún chileno le faltase una vacuna contra el coronavirus.
Baltazar Silva, autor del reportaje, es alumno de la primera promoción 2023-2024 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.