Los lazos familiares quedan cortos cuando se trata de una dictadura. En Nicaragua hasta la hermandad se ve bajo sospecha y las diferencias políticas son más importantes que el haber nacido dentro del mismo vientre. El pasado 19 de mayo agentes de la policía entraron en casa de Humberto Ortega, hermano del presidente Daniel Ortega, para advertirle que desde ese momento deberá avisar cualquier movimiento que haga fuera de su residencia. Horas antes del operativo, Humberto sostuvo una conversación con el medio argentino Infobae, en donde definió al gobierno de "dictatorial" y se manifestó a favor de convocar a elecciones al no haber sucesores que estén a la altura del cargo.
Su hermano Daniel tiene 76 años y son muchos los que piensan que su salud está deteriorándose rápidamente en el paso de los días. Ante su eventual ausencia, advirtió Humberto en la entrevista, Nicaragua se vería amenazada a un "vacío de poder" que obligaría a dar paso a una transición a la democracia. Las reacciones no tardaron en llegar. El presidente, en compañía de su esposa y vicepresidenta de la nación, Rosario Murillo, calificaron sus palabras de "traición" y a él de haber vendido "su alma al diablo".
La policía emitió un comunicado en el que señalaba que el general en retiro quedaría desde ese entonces al cuidado de una Unidad de Atención Médica Especializada. Con 77 años también estaría atravesando episodios delicados en su salud. Medios opositores respondieron que el anuncio no era más que una fachada para justificar un arresto domiciliario.
A casi dos semanas de aquel día, uno de los hombres cruciales de la revolución permanece incomunicado. El portal Confidencial, que conduce el periodista desnacionalizado Carlos Fernando Chamorro, confirmó que "también le suspendieron la libertad a su pareja (Ligia Trejos), quien le acompaña en su vivienda". Chamorro, en su condición de exilio, se mantiene informando desde San José, capital de Costa Rica.
Su gran pecado a ojos del poder fue criticar la sucesión dictatorial para cuando su hermano fallezca o se enferme gravemente. Sus teléfonos y ordenadores fueron retenidos y nada se sabe sobre su estado actual.
"Suspendieron cualquier ingreso de personas, incluso familiares cercanos, y tampoco ha podido ser atendido por su médico privado", añadió Confidencial, que apoya su información en una fuente familiar del general en retiro. Un general que dirigió, junto a otros ocho, la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FLSN).
Sobre la presunta atención especializada en salud que estaría recibiendo, la prensa disidente también ha levantado alarmas. "Ha llegado un doctor del Ministerio de Salud que lo único que hace es tomarle la presión". Lo anterior sería insuficiente, al haber pedido explícitamente su doctor privado, quien en una oportunidad pasada llegó incluso a salvarlo de la muerte.
En un régimen como el de Nicaragua no son bien recibidas las opiniones que ponen en duda la legitimidad de los más poderosos. "Siendo pragmático, como debe ser un político, se debe dar posibilidad a una apertura política que lleve a una solución real", señaló Humberto Ortega a Infobae. Con respecto a los plazos, añadió: "El actual conflicto mundial hace más urgente tal proceso de búsqueda de acuerdo para ahora y para el año electoral de 2026".
La influencia de Rosario Murillo
El presidente nicaragüense ha dicho en muchas ocasiones, que ante su incapacidad de seguir gobernando el país, será su esposa, Rosario Murillo, quien tomará las riendas. Es por eso, que la crítica a la sucesión esmerada por Humberto levantó tanta polémica. Murillo, además de ser la pareja de Daniel, es la mujer más poderosa del país y no son pocas las voces que la definen como la que más incidencias tiene en las decisiones. Incluso por sobre el mandatario. Temida por todos, Murillo a lo largo de los años ha ido escalando en sus atribuciones hasta controlar a toda la Policía y la Justicia.
Es por eso, que cuando Humberto Ortega señaló que Nicaragua "no tiene sucesores adecuados", el régimen no pensó dos veces en tomar represalias en su contra. Murillo se viene preparando desde hace décadas para el momento de la sucesión y no permitirá bajo ningún motivo que dicha oportunidad se le arrebate. Menos ahora, que su ambición se observa más cerca que nunca.
"Ni Rosario Murrillo. Nadie. Sin Daniel no hay nadie, porque con todo, él es el único líder histórico que aún conserva los créditos de esa lucha. Sin Daniel, veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia; hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni Somoza pudo establecer a su hijo". Con esas palabras Humberto trazó su destino. Hasta ese entonces, nadie se había atrevido a poner en duda públicamente el liderazgo de Murillo.
Dos hermanos unidos por las armas
La crisis que sacude a la familia Ortega contrasta con los inicios de ambos en política. Siendo dos adolescentes se unieron al frente sandinista para combatir contra Anastasio Somoza (1967-1979). Acabado el régimen, juntos coincidieron en el bloque victorioso en Nicaragua. Mientras Daniel asumió la presidencia, Humberto se encargó desde ese entonces en adelante de dirigir el ejército. El círculo que se hizo del poder aquellos años estuvo marcado por la unidad entre rebeldes de izquierda y grupos de la élite del país descontentos con la seguidilla de gobiernos de los Somoza.
Durante todo el primer mandato Humberto se desempeñó como ministro de Defensa. Fue durante esos años que lideró el ejército oficial sandinista y la resistencia frente a una contrainsurgencia de los Estados Unidos.
La suerte de ambos cambió abruptamente y es allí cuando comenzaron las tensiones. El actual presidente fue derrotado en las elecciones por Violeta Chamorro en 1990, quien en la actualidad se encuentra en condición de exiliada en Costa Rica. Para la sorpresa de los dos, Humberto se mantuvo en posición de poder y conservó la conducción de la Defensa. Daniel, en tanto, nunca respaldó a la nueva administración y vio en la permanencia de su hermano una traición imperdonable hacia su persona.
A ojos del dictador, quien luchó a su lado por derrocar a Somoza, ha sido en no pocas ocasiones alguien servil a los intereses del adversario. Ha llegado a tildarlo de "traidor" y de ser un "instrumento de Estados Unidos", al supuestamente observar en la potencia norteamericana un actor válido para la superación de la crisis interna. En concreto, como un ente negociador de paz entre el oficialismo y la oposición de su país.