Venezuela se aleja cada vez más del sueño de la democracia. A diez días de la elección más trascendental de los últimos años, millones de ciudadanos que sueñan con una transición pacífica se vieron sorprendidos con las últimas declaraciones del presidente Nicolás Maduro. "Si la derecha engañara a la población podría haber un baño de sangre y una guerra civil, porque este pueblo no se dejará quitar la patria ni los derechos sociales", dijo en su más reciente mitin rodeado de sus más fieles seguidores.

En otras palabras, lo que el dictador bolivariano quiso decir es que si la oposición, encabezada por el académico y diplomático Edmundo González Urrutia, vence en los comicios del próximo 28 de julio, él y su circulo de hierro harán todo lo que esté a su alcance para evitar salir del poder. Así, lo que hasta esta tarde era una sospecha hoy se ha transformado en realidad. Las elecciones pueden ser robadas y el país, de nuevo, sumirse en una crisis.

Las declaraciones se suman a una estrategia de hostilidad y represión que lleva meses funcionando en las calles. Todo arrancó con la inhabilitación de la máxima líder opositora, María Corina Machado, continuando con decenas de detenciones arbitrarias y limitaciones para hacer que la elección sea lo menos abierta y competitiva posible.

El régimen hace uso de su fórmula favorita: vender al exterior un ambiente de paz y garantías democráticas, y a la vez perseguir a la disidencia por todos los medios. Ayer miércoles agentes del Estado atacaron los vehículos de la caravana de Machado y colocaron mensajes amenazantes. Maduro sabe que su contendor corre con ventaja y que el margen que tiene esta vez de no respetar el voto es menor que antes. Estados Unidos ya comunicó su intención de mantener y profundizar el bloqueo hacia su economía si no se respetan los resultados y Venezuela, en la actualidad, atraviesa una grave crisis social que tiene a parte de su población con hambre y sin electricidad.

Sobre los apagones en el país, la dictadura ha puesto en marcha una de sus tácticas más antiguas. La oposición sería la gran responsable de ellos y el motivo sería evitar que el 'pueblo' acuda a las urnas y elija continuar con la 'revolución'. Lo último se contradice fácilmente con lo que dicen todas las encuestas serias e independientes, que le dan la victoria a Edmundo. Algunas de ellas, de hecho, se la dan por una suma de veinte puntos de diferencia. Poco parece importarle a Maduro, que busca aferrarse al poder como ha de lugar, aunque eso le signifique mentir y reprimir hasta el cansancio.