Con las encuestas en contra tras el primer cara a cara con Hillary Clinton y con el segundo debate presidencial a la vuelta de la esquina, las cosas se le están poniendo muy difíciles a Donald Trump, al que una nueva revuelta dentro del Partido Republicano, tras el escándalo por sus obscenas y machistas declaraciones de 2005 hechas públicas este viernes por el Washington Post, podrían complicarle seguir adelante en la carrera hacia la Casa Blanca.
Ni sus ataques contra los mexicanos, ni su intención de prohibir la entrada a los musulmanes, ni sus críticas a la familia de un soldado fallecido en Irak, ni sus descalificaciones a una ex Miss Universo han puesto tan en apuros al empresario metido a político como la polémica desatada tras la difusión del vídeo de hace once años en el que un pretencioso Trump confesaba, soezmente, sus deseos sexuales hacia la actriz Arianne Zucker, en lo que algunos interpretan como un incitación al asalto sexual.
Las voces críticas han vuelto a aparecer en el bando republicano, pidiendo abiertamente que ceda su candidatura en favor del gobernador de Indiana y su número dos, Mike Pence. Ni sus disculpas ni el intento de su esposa Melania por pasar página -ha emitido un comunicado pidiendo que se centre el debate en los verdaderos problemas de América- parece que vayan a alejar este huracán político, que comparte ya portadas con Matthew, la tormenta que azota las costas de Florida y Georgia.
Su número dos, entre dos aguas
Las reacciones se suceden por momentos y, pese a que el todavía aspirante ha asegurado que no dará un paso atrás, el partido se está moviendo. Más de 15 altos representantes republicanos, entre los que se encuentran senadores, congresistas y gobernadores, han reclamado abiertamente que el magnate dimita, lo que convertiría al aspirante a vicepresidente, Mike Pence, en cabeza de cartel.
Y es que la situación para el resto de miembros del partido puede ser grave. Conviene recordar que la sociedad norteamericana no tolera el lenguaje vulgar en los medios de comunicación y en la vida cotidiana. De hecho, las cadenas de televisión y las páginas web están alertando a sus audiencias de que el vídeo de marras contiene “lenguaje muy gráfico”, que muchos califican de impropio para alguien que quiere llegar a presidente. Además, los asaltos sexuales a mujeres llevan años situados en la agenda política de EEUU como una de las principales preocupaciones del país. Para hacerse una idea de la seriedad del asunto, sólo hay que fijarse en que Trump pocas veces ha pedido perdón públicamente por sus salidas de tono, si bien el viernes salió casi de inmediato para disculparse por sus palabras de hace una década.
Pese al intento, de poco le está sirviendo este acto de contrición. Los demócratas, con Hillary Clinton a la cabeza, han salido al ataque, rogando a los votantes que no permitan que alguien que habla así de las mujeres llegue a ocupar la Casa Blanca. También medios como la CNN se ha dedicado a echar más leña al fuego desenterrando viejas declaraciones sexistas del aspirante.
Estas reacciones eran esperadas. Sin embargo, lo que a muchos está sorprendiendo es la virulencia de sus presuntos afines, los republicanos, que en realidad siempre ha visto con desconfianza el trepidante ascenso de Trump entre su electorado. Ahora, además, temen que esta controversia afecte al resultado de las elecciones al Congreso y al Senado, que coinciden con las presidenciales.
"Payaso maligno sin capacidad"
Entre las voces republicanas que han pedido abiertamente su renuncia están el senador John Thune, por Dakota del Sur, que ha sido el primer líder en solicitar que dimita y deje paso a Pence. El representante por Illinois Mark Kirk ha ido más lejos y le ha calificado de “payaso maligno, sin preparación y sin capacidad de ser presidente de los EEUU”. El senador de Idaho Mike Crapo, que en el pasado apoyó al magnate, lamentó su “poco respeto y su lenguaje soez”, mientras que los representantes por Utah y Colorado, Mia Love y Mike Coffman, respectivamente, le han rogado que se marche “por el bien del país”.
Quizá el republicano que mejor ha resumido el sentir de este partido ha sido Jason Chaffetz, congresista por Utah: “No puedo más, mi conciencia me impide seguir apoyando a esta persona para presidente. Son los comentarios más aborrecibles y ofensivos que puedes imaginar”. También Mitt Romney, el candidato de la formación conservadora en 2012, ha cuestionado que ligue con mujeres casadas y que apoye el asalto sexual. Incluso el líder del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, ha declarado que “ninguna mujer puede ser descrita con esos términos. Nunca”.
El candidato republicano a la Presidencia en 2008 y senador por Arizona, John McCain, que ya ha tenido sus encontronazos con Trump durante la campaña, se despachaba asegurando que el comportamiento del magnate durante esta semana "hace imposible seguir apoyando, ni siquiera condicionalmente, su candidatura". El actor y ex gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, también entraba a opinar a través de las redes sociales, lamentando la situación creada por Trump y anunciando que no votaría por su partido por primera vez desde 1983.
Pese a la cascada de peticiones de dimisión, Trump ha cerrado tajantemente esta posibilidad en declaraciones a varios medios norteamericanos. "Nunca he desistido. Nunca he desistido en mi vida. No, no voy a renunciar. Tengo un apoyo enorme”. Y razón no le falta. El público de un acto electoral del partido republicano acabó abucheando ayer al senador por Nevada Joe Heck después de que éste retirara su apoyo al millonario por esta polémica.
En cuanto a su compañero de papeleta, Mike Pence, está intentando guardar el equilibrio entre ambas posturas. Aunque se ha declarado “ofendido” por las palabras soeces del candidato, dice también estar “agradecido de que haya demostrado remordimientos, pidiendo perdón al pueblo americano”.
No obstante, ha dejado muy claro, en su cuenta de Twitter, que no consiente ese tipo de expresiones. "Como esposo y padre, me ofendieron las palabras y acciones descritas por Donald Trump en el vídeo, de hace 11 años, difundido ayer". Es más, según publican varios medios, el grado de enfado por lo ocurrido del aspirante a vicepresidente, y de su esposa, es considerable. Tal es así que ha cancelado su participación en un mitin junto al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, al que iba a acudir Trump, hasta que su presencia se suspendió después de trascender el video.
MELANIA LO DISCULPA
Ni siquiera su mujer, Melania Trump, ha podido contener la controversia. “Las palabras que mi marido usó son inaceptables y ofensivas para mí. No representan al hombre que yo conozco, que tiene el corazón y la mente de un líder. Espero que la gente acepte sus disculpas como yo lo he hecho y se centre en los problemas importantes que encara nuestra nación y el mundo”.
Pocos se atreven de momento a salir en defensa del candidato. Sí se ha lanzado a hacerlo el británico Nigel Farage, exlíder del eurófobo UKIP, que logró la victoria en el Brexit, y que ha recordado en una entrevista que "Trump está compitiendo para ser presidente, no Papa". El político inglés ha disculpado las palabras del empresario, justificando que a veces "los hombres hablan así en la intimidad", y le ha recomendado a Trump que comience el debate de hoy domingo pidiendo perdón de nuevo y reclamando que se centre la atención de nuevo "en los temas verdaderamente importantes".
Las poco afortunadas palabras de Trump se produjeron durante una conversación privada en un autobús con Billy Bush, una estrella televisiva. El empresario se jactaba de que "cuando eres una estrella [las mujeres] te permiten hacer cualquier cosa". "Me moví sobre ella como una perra, lo admito", dice en referencia a la presentadora Nancy O’Dell, con la que intentó flirtear. "Intenté fornicar con ella, aunque estaba casada", apunta. "Después de todo la volví a ver y ahora tiene unas enormes tetas de mentira. Ella ha cambiado totalmente su apariencia", asegura.
El vídeo fue tomado unos meses después de que Donald Trump se casara con Melania, si bien se desconoce cuándo se produjo el episodio que narra. El caso es que tras esta anécdota, el autobús que les transporta alcanza su destino. Desde dentro, ven a Arianne Zucker, una actriz que les estaba esperando en el aparcamiento para acompañarles al plató.
"Me tomaré algunos de estos caramelos por si acaso la beso", dice Trump mientras el sonido indica que agita una caja de pastillas, "tú sabes que estoy automáticamente atraído por las guapas. Siempre empiezo besándolas, no espero, es magnético, no puedo esperar", agrega. Y es entonces cuando desvela su gran 'secreto': "Y cuando eres una estrella ellas te lo permiten todo, puedes hacer cualquier cosa". Incluso "agarrarles la vagina", llega a decir después, jaleado por su acompañante.