Donald Trump no quiere ni oír hablar de un recuento electoral en los estados decisivos que le dieron la victoria por un ajustado margen. Los seguidores del republicano que se convertirá el 20 de enero en el 45 presidente de EEUU han iniciado una batalla legal para impedir el recuento de las papeletas en Pensilvania, Winsconsin y Michigan.
El fiscal general de Michigan, Bill Schuette, ha anunciado este viernes que ha abierto una demanda para bloquear la petición del Partido Verde para realizar un nuevo escrutinio en este estado que Trump arrebató a Hillary Clinton y que otorga 16 votos en el colegio electoral.
Schuette, republicano, ha asegurado en un comunicado que un nuevo escrutinio en Michigan "amenaza con silenciar a los votantes" de su estado y apunta que esta petición del partido liderado por Jill Stein es "cara e intolerable".
El jueves, otros abogados que apoyan a Trump iniciaron sendos procesos legales para bloquear los recuentos en los estados de Pensilvania y Winsconsin.
Trump, que sigue perfilando su gabinete presidencial, ha calificado de "estafa ridícula" la petición de Stein. "La gente ha hablado y las elecciones han terminado", subrayó el presidente electo.
Aunque el nuevo recuento ha sido apoyado también por el equipo de Hillary Clinton, hay pocas probabilidades de que suponga cambio alguno en el resultado final. Aunque la candidata demócrata ganó a Trump por más de dos millones de papeletas en el total del voto popular, el sistema de EEUU hizo que un puñado de votos en los estados decisivos dieran la Casa Blanca al magnate republicano.