Mató al dependiente Casey Wilson al intentar robar en una tienda de la ciudad de Huntsville (Alabama) en 1994. El asesino disparó en el brazo. Luego tiró a la cabeza y la dejó morir. Es el resumen del fiscal general Luther Strange tras la aplicación de la pena de muerte a Ronald Bert Smith Jr. 22 años después, este 8 de diciembre.

Su ejecución por inyección letal en Estados Unidos ya había causado polémica antes de llevarse a cabo, porque el juez que llevó su caso le condenó a la pena capital a pesar de que el jurado había recomendado cadena perpetua para el asesino, que tenía problemas con el alcohol. Este jueves se sumó otra posible anomalía, recogida por el diario de Alabama AL.com.

La aplicación de la pena capital debe transcurrir teóricamente sin dolor físico para el sentenciado, pero un reportero local que presenció la escena ha abierto serias dudas sobre si se cumplió esta condición en la ejecución del jueves en el correccional de Atmore.

El condenado por asesinato estuvo tratando de respirar y tosiendo durante unos 13 minutos después de la primera de tres inyecciones, según el periodista especializado en tribunales Kent Faulk, del AL.com, presente durante la ejecución.

“Sus últimas palabras públicas fueron 'no señora' cuando se le preguntó si quería decir algo”, ha escrito Faulk. “Sin embargo, estuvo moviendo sus labios antes y después de que le administraran los fármacos”.

Fue declarado muerto a las 23:05 del jueves, pero entre las 22:34 y las 22:47 “Smith parecía estar luchando por respirar y suspiró y tosió y apretó su puño izquierdo después de que aparentemente le administraran el primer fármaco de una combinación de tres”, ha descrito el periodista. “Por momentos , su ojo izquierdo también parecía ligeramente abierto”.

Desde el Departamento Correccional de Alabama aseguran a EL ESPAÑOL que "al principio de la ejecución, Smith, con los ojos cerrados, tosió pero en ningún momento durante la ejecución hubo pruebas observacionales de que sufrió". La autoridad penitenciaria asegura que se siguió el protocolo establecido y "constitucional".

Le hicieron la primera prueba de consciencia al homicida para asegurarse de que no pudiera sentir dolor, detalla Faulk. Pero reaccionó cuando el oficial al cargo de tal tarea le llamó por su nombre, levantó sus párpados y le pellizcó bajo su brazo izquierdo: Smith continuó tosiendo y tratando de respirar, contradice el periodista a la versión oficial. Diez minutos después, volvió a reaccionar a una nueva prueba de consciencia, según el testimonio del periodista de tribunales: en esa ocasión movió tanto su brazo como su mano derecha.

Lo sucedido “ilustra una vez más que no hay forma humana de ejecutar a una persona”, denuncia James Clark, portavoz de Amnistía Internacional en Estados Unidos. La ONG más activa en la lucha contra la pena de muerte señala igualmente los “posibles signos de dolor durante 13 minutos” durante la ejecución de Smith.

Se espera que una autopsia pueda arrojar luz sobre posibles “irregularidades”, según confirmó la autoridad penitenciaria a EL ESPAÑOL. El comisario de la prisión de Alabama, Jeff Dunn, estaba presente durante la ejecución y ha asegurado a AL.com que desde donde él se encontraba no se vio nada de lo que asegura su periodista.

“No hay método de ejecución que evite la violación fundamental de los derechos humanos”, recalca Clark, que además señala lo “inusual” de la condena en cuestión al haber decidido el juez la sentencia en contra de lo considerado por el juzgado. Así lo permite la legislación de Alabama, un “caso excepcional” al ser un estado que “usa la pena de muerte a escalas significativamente mayores que la mayoría de los estados”, según el portavoz de Amnistía. En parte, asegura, es porque se dan más casos de jueces que desestiman la valoración del jurado en contra de la pena capital contra los acusados.

Smith es la vigésima persona ejecutada este año en Estados Unidas y la segunda en Alabama.

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