Cuando amanece en la capital de Estados Unidos y las nubes cubren la parte alta del Monumento a Washington, ese obelisco blanco cuya altura no puede ser superada por ninguna otra construcción, la mañana suele ser gris. Este sábado, primero de la era Trump, esta regla no escrita ha saltado por los aires cuando una marea rosa formada por miles de manifestantes ha tomado las calles de la ciudad en la 'Marcha de las Mujeres', desbordando las expectativas de público. Si el viernes fueron los seguidores del magnate los que camparon a sus anchas por las avenidas del distrito, este sábado ha sido la otra mitad de EEUU, la más progresista y menos conservadora, la que ha querido reivindicarse.
Desde bien temprano se podía percibir que éste no iba a ser un sábado al uso. En una de las cafeterías de Union Station, punto de llegada a Washington para miles de participantes en la protesta desplazados desde los estados cercanos, el ritmo era frenético para ser un fin de semana a estas horas. Lattes, espressos y toda suerte de bebidas para ir calentando el cuerpo, antes de abrigarse con bufandas y gorros rosa, el color oficial de la jornada.
“Vivimos en Baltimore y no estábamos seguras de si venir o no, por los incidentes violentos que se vieron ayer en la televisión. Pero cuando contemplamos a Donald Trump sentarse en el Despacho Oval pensamos, qué demonios. Venimos con nuestros hijos y vamos a pasar todo el día en la ciudad, haciendo algo de turismo también”, comenta Adrienne mientras pone edulcorante en su té, sin quitar el ojo de su hija de seis años. Ha venido acompañada de dos amigas y todas llevan alguna prenda rosada.
Dan las diez de la mañana y, en teoría, empieza oficialmente la marcha, aunque todavía hay cientos de personas caminando por todas partes hacia el Capitolio, que aún conserva el estrado, las banderas y toda la decoración usada ayer durante la inauguración del mandato de Donald Trump. Sin embargo, la zona del público es muy diferente. Hoy difícilmente se verán huecos como los que el viernes desataron la polémica comparando el número de asistentes que arroparon a Obama hace cuatro y ocho años, con los del millonario. Literalmente, hoy empieza a faltar espacio en la Explanada Nacional (National Mall) ante la afluencia de manifestantes.
Mientras en la Catedral Nacional, lejos de aquí, el nuevo presidente de los EEUU atiende a su primera ceremonia religiosa en el cargo. Ni 24 horas lleva como inquilino de la Casa Blanca y ya ha podido comprobar que hay miles de norteamericanos dispuestos a inundar las calles de Washington y de otras ciudades del país para dejar claro que no le aprueban como presidente y que estarán atentos para protestar durante los próximos cuatro años.
"La abuela está cabreada"
“Somos la resistencia. Que se vaya acostumbrando”, comenta un anciana mientras avanza por la avenida de la Independencia. Porta un cartel con el lema “Grandma is pissed” (“la abuela está cabreada”), que cosecha los aplausos de un grupo de jóvenes que pasa a su lado. Ella saluda orgullosa y deja que le hagan fotos con el móvil. “En esto va a consistir el movimiento de resistencia -como han comenzado a autodenominarse los detractores del republicano-. Si pisa nuestros derechos, saldremos a la calle”, añade.
Jessica es mucho más joven. Tiene 16 recién cumplidos. Una cadena local le pide que explique brevemente por qué está aquí. “Donald Trump no puede ser nuestro presidente. Un hombre que no nos respeta, al que le han acusado de acosar a varias mujeres y ha dicho cosas horribles de nosotras. Tenemos que protestar”, dice nerviosa, entre las sonrisas vergonzosas de sus amigas.
La manifestación, cuya previsión de asistentes era de 250.000 personas, parece que va a desbordar esa cifra. Los asistentes a la marcha no sólo son protestan, sino que a la vez son su propia audiencia. En sus móviles, a través de las redes sociales, siguen lo que ocurre en el resto de ciudades del país, y del extranjero, a través de las conexiones en directo de cadenas como la CNN, que se está volcando en el evento.
Echando un vistazo alrededor, se comprueba que esto no es sólo cosa de mujeres. Son mayoría, y de todas las edades y razas, pero también hay familias completas, varones con carteles de “hombres por la igualdad”, afroamericanos pidiendo respeto, defensores de los inmigrantes, miembros de la comunidad LGTB. Cualquier reivindicación cabe en esta marcha. Se corean y portan consignas en favor del acceso al aborto, la igualdad de salario, el matrimonio gay, los derechos de los inmigrantes, de los vulnerables, el ya famoso "Yes, we can" de Obama… Todas las causas confluyen en un sólo grito. No a Trump.
Que te jodan
La cantante Madonna apareció por sorpresa en la multitudinaria marcha en Washington. Provocadora y combativa, dijo que había pensando en "volar por los aires" la Casa Blanca desde que Trump ganó las elecciones en noviembre, pero que, en su lugar, eligió "el amor".
Acto seguido, proclamó que "la revolución empieza aquí", una revolución "de amor", y llamó "a la rebelión, a nuestra negativa como mujeres a aceptar esta nueva era de la tiranía". Después, "enfadada y escandalizada", le soltó unos cuantos "qué te jodan" ("fuck you"), a Trump en su primer día completo como líder del país.
Con la misma fuerza, bailó y cantó su éxito de 1989 "Express yourself" (Exprésate), sobre un escenario situado en los alrededores del Capitolio, donde comenzaron a concentrarse los manifestantes desde primera hora de la mañana.
La cantante Alicia Keys, con un torrente de energía, alabó la "fortaleza" de las (y los) que marcharon y les cantó un oportuno "This girl is on fire". Antes,las actrices Scarlett Johanson, Ashley Judd y América Ferrera habían enviado duros mensajes de resistencia a Trump.
"El presidente no es Estados Unidos. Nosotros somos Estados Unidos y estamos aquí para quedarnos", proclamó Ferrera, de origen hondureño.
Bronca religiosa
Pero no todo el mundo está en la misma página, como suelen decir aquí. Un predicador radical, altavoz en mano, junto a dos compañeros que portan grandes carteles, empieza a lanzar proclamas sobre el amor de Jesús y contra el aborto y los homosexuales. Este tipo de líderes religiosos suelen aparecer cada vez que hay un evento de masas en Washington DC. El viernes, durante la inauguración de Trump, había decenas por toda la ciudad. Pero éste parecía dispuesto a buscar bronca. Y la encontró. Un grupo de mujeres y jóvenes lo rodearon con sus carteles al grito de "love is love". La cosa se puso tensa cuando uno de los manifestantes se encaró con él y trató de hacerlo callar. Afortunadamente no llegaron a las manos.
Y es que los estadounidenses suelen guardar las maneras y comportarse muy civilizadamente en general, incluso en este tipo de manifestaciones. Frente al insulto o la pelea, la mayoría de los ‘indignados’ optaron por el ingenio. Así, durante el recorrido había grupos de ‘nasty women’ -en referencia al descalificativo que Trump le dedicó a Hillary Clinton durante un debate presidencial-, pechos hinchables, peticiones de “libertad para Melania”, brujas con un letrero que rezaba “él da más miedo que yo” y, sobre todo, mucha reivindicación del “pussy power” -en referencia a ls grabación difundida del magnate durante la campaña, en la que alardeaba de agarrar a las mujeres por sus partes y hacer con ellas lo que quería.
No hubo incidentes de importancia. La protesta utilizó la infraestructura del día de la inauguración, lo que hizo todo más fácil. El césped de la Explanada Nacional seguía cubierto por placas de metal blanca para evitar daños, mientras que continuaban en servicio las decenas de aseos portátiles instalados para el viernes. Las colas, eso sí, eran interminables. “Es lo que pasa cuando vas a una manifestación con tantas mujeres, la espera para el baño suele ser más larga”, bromeaba un chico que aguardaba su turno. Las papeleras, también hasta arriba, sobre todos las de reciclaje. No en vano, la defensa de la lucha contra el cambio climático fue otra de las reivindicaciones de la jornada.
Continúan los discursos en la cabecera de la marcha, a la altura de las calles 3 y 4, aunque la gente sigue llegando todavía a los aledaños Capitolio. No hay aún datos oficiales de asistencia, aunque se dan por superadas las estimaciones más optimistas. Mientras, llegan noticias de que en el resto de ciudades la protesta está siendo un éxito.
Sobre un multitudinario horizonte rosa, empieza a escucharse al cineasta Michael Moore llamar a resistir contra la era Trump. Scarlett Johanson, Katy Perry, Julianne Moore o America Ferrera son otras de las caras conocidas que participan en los discursos. También habrá intervenciones de varios líderes demócratas, ya que, aunque la organización del evento es independiente, los políticos tratarán de sacar rédito político al éxito de la convocatoria.
Otro de los personajes conocidos que pudo verse en la manifestación fue el ex secretario de Estado John Kerry, hasta este viernes fue jefe de la diplomacia de Estados Unidos, que paseaba con su perro en zapatillas deportivas y cazadora de aviador.
El cielo sigue gris en Washington, aunque a diferencia del viernes no ha caído una gota de lluvia. Pese a la similitud meteorológica, la imagen de la ciudad es totalmente distinta. No había moteros, ni largas barbas y bigotes, ni gorras de caza o de militar, que suelen llevarse en las zonas rurales de EEUU, esas que le dieron la victoria a Trump. Dos Américas completamente diferentes obligadas a compartir la capital y un país.