La primera aparición conjunta del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro Israel, Benjamín Netanyahu, este miércoles confirmó la intención de ambos líderes de mantener una relación de camaradería pero también un aparente desdén por la considerada como única solución viable al conflicto palestino-israelí por la anterior Administración estadounidense y la comunidad internacional.
Dejando atrás los sonados roces entre el anterior inquilino de la Casa Blanca y el premier israelí, Trump y Netanyahu intercambiaron halagos, bromas y risas ante las cámaras para relanzar la alianza entre sus países frente a la amenaza de Irán -si bien el estadounidense en esta ocasión no dio señal alguna de querer desmantelar el acuerdo nuclear con la república islámica.
“El Estado de Israel es un símbolo mundial de resistencia frente a la opresión”, loó Trump. “No hay nadie que respalde más al pueblo judío y el Estado judío que el presidente”, zanjó Netanyahu, quien pronosticó un fortalecimiento de la alianza EEUU-Israel durante su primera visita oficial a Washington desde el cambio de gobierno.
Mientras Netanyahu ha tardado semanas en reunirse con Trump, el dirigente israelí rechazó el pasado marzo una invitación para visitar a Barack Obama. “Nos sorprendió enterarnos primero por informaciones de la prensa”, dijo entonces la Casa Blanca. La tensión entre la antigua Administración demócrata y el mandatario israelí alcanzó su clímax el pasado diciembre cuando el Gobierno de Obama decidió abstenerse por primera vez en la votación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba los asentamientos israelíes en territorios palestinos ocupados (en lugar de votar a favor de Israel).
Aprobada sin votos en contra, la resolución desencadenó una ofensiva diplomática israelí a pesar de que meses atrás EEUU acordara proporcionar un paquete de ayuda militar sin precedentes a su aliado en Oriente Próximo de 38.000 millones de dólares en diez años. “La Administración Obama ha llevado a cabo una vergonzosa maniobra antisraelí en la ONU”, tuiteó Netanyahu, que ha aprobado la construcción de miles de viviendas para colonos en las últimas semanas. Trump también arremetió contra la resolución y prometió un cambio de rumbo bajo su presidencia.
Este miércoles, sin embargo, aun tachando la resolución de “injusta”, Trump pidió a su colega que pusiera temporalmente el freno a los asentamientos, que había descrito recientemente como un posible obstáculo a la consecución de la paz entre palestinos e israelíes. También dio la impresión de recular en su controvertida propuesta de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén y reconocerla como capital de Israel.
El republicano proclamó que impulsaría un “gran acuerdo” de paz entre israelíes y palestinos que exigirá “compromisos” por ambas partes. Aunque destacó que deben ser las partes las que negocien la paz, apuntó a que se invitaría a otras naciones árabes a facilitar el diálogo.
Pero Trump no se ha comprometido a perseguir la solución de los dos Estados, ignorando las advertencias de la Administración Obama y un dogma de la política exterior estadounidense. “Me gusta [la solución] que le guste a ambas partes”, aseveró. “Puedo vivir con cualquiera [de las opciones]”, añadió.
Por su parte, Netanyahu, que había expresado anteriormente su apoyo a esta vía, evitó respaldarla abiertamente en esta ocasión, argumentando que prefiere la “sustancia” a las “etiquetas”. También expuso sus “requisitos previos”: “Primero, los palestinos deben reconocer el Estado judío (…). Segundo, Israel debe mantener el control de la seguridad en toda la zona al este del río Jordán”.
UNA PAZ LEJANA
Los expertos temen que la solución de los dos Estados puede estar hoy más lejos. “Trump vive en su propio planeta; francamente, no es suficientemente consciente de la complejidad de esta situación”, dice a este diario Shlomo Ben-Ami, quien fuera ministro de Exteriores de Israel y su embajador en España. “Por importantes que sean los intereses de Israel, hay otra parte en esta ecuación y no parece que los haya tomado suficientemente en cuenta y son los palestinos”.
En su intervención, Trump y Netanyahu aseguraron que los palestinos son criados aprendiendo a odiar a sus vecinos y el dirigente israelí recalcó que no permitiría el establecimiento de un “Estado terrorista” en su periferia.
Ben-Ami, sin embargo, considera que es incoherente hablar de paz y al mismo tiempo proseguir con la anexión del territorio palestino y duda de que el mundo árabe se involucre en el proceso de paz, que lleva años estancado, sin garantías a la vía de los dos Estados. “Es como decir que no quieres la paz”, sentencia.
Para Natan Sachs, experto en Israel del centro de investigación estadounidense Brookings Institution, la fórmula de los dos Estados es la salida a décadas de conflicto entre israelíes y palestinos y, aunque afirma que dicha solución no estaba a la vuelta de la esquina, considera que las declaraciones de Trump y Netanyahu la entorpecen. “Ciertamente lo dificulta”, asegura el analista. “La pregunta principal, obviamente, es cuál es la alternativa. Un solo Estado no es una solución, es una receta para un conflicto peor”.
“No hay solución alternativa para la situación entre palestinos e israelíes si no es estableciendo dos Estados”, defendió el secretario general de Naciones Unidas, el luso António Guterres, durante una visita a El Cairo.
Los palestinos también han advertido de los peligros de abandonar este camino. El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, afirmó el miércoles que la única alternativa a la solución de dos Estados y al “apartheid” es “un solo Estado secular y democrático”, idea que va contra la noción de Israel como Estado judío.
Una encuesta conjunta del Instituto para la Democracia de Israel y el Centro Palestino de Investigación de Sondeos publicada en agosto sugería que el 59% de los israelíes defendía una solución de dos Estados mientras el 51% de los palestinos apoyaba esta medida. Presentados con un proyecto de acuerdo basado en negociaciones pasadas -con un Estado palestino desmilitarizado, la vuelta a los límites territoriales trazados en 1967, el establecimiento de la capital palestina en Jerusalén Este y la reunificación de 100.000 refugiados palestinos-, sólo un 39% de palestinos y un 46% de israelíes decían aprobar los términos. Asimismo, el sondeo revelaba altos niveles de desconfianza entre los dos pueblos.
Las posturas de Trump en Oriente Próximo, con todo, pueden cambiar a medida que se tope con dificultades, advierten los expertos. “Va a tener que pasar tiempo para que podamos ver una política exterior estadounidense verdaderamente coherente en muchos aspectos sobre todo en Oriente Próximo”, señala Sachs, que duda de la capacidad del republicano de lograr un acuerdo de paz que ha eludido a sus predecesores.
“Con Trump, [Netanyahu] tendrá que tener más cuidado porque se trata de alguien un tanto imprevisible”, dice Ben-Ami, que asegura que en esencia el conflicto palestino-israelí es un problema “interno” más que internacional. “Puede acariciarte y mañana darte una patada”.