Mediodía en el centro de Washington DC. Es la hora del lunch, una pausa en medio de la jornada laboral de unos 20 o 40 minutos, tiempo suficiente para bajar a tomar un bocado rápido en algún local o food truck a pie de calle, o para un almuerzo de negocios en un restaurante con mesa y mantel. Sin embargo, algo es diferente hoy en la capital estadounidense. Muchos oficinistas se han dado de bruces con un cartel de “cerrado” en sus locales habituales. El motivo: una parte de los inmigrantes de este país no ha ido a trabajar para protestar contra la política migratoria del nuevo presidente y para demostrar que sin ellos EEUU, como poco, comería peor.
Al margen de esta reducción en la oferta gastronómica de las ciudades norteamericanas, otros sectores se han visto afectados por esta suerte de huelga. Comercios con menos personal, edificios en construcción con las obras a medio gas, protestas espontáneas en algunas ciudades y mucho movimiento en las redes sociales. Estas son algunas de las consecuencias del Día Sin Inmigrantes, una jornada de boicot organizada anónimamente desde las redes sociales, que ha ido cobrando cuerpo en las últimas semanas, llamando a los empleados inmigrantes a sumarse para evidenciar que son una parte fundamental de esta nación.
“Veníamos a comer, pero no abren para protestar contra Trump. Me parece muy bien, aunque nosotros iremos a otro sitio. Tenemos que comer”, comenta una clienta a las puertas del asiático Sei Sei, en la calle 7, mientras una nube de fotógrafos y cámaras de televisión tratan de cazar la imagen del momento.
A éste y otros consumidores no les faltarán desde luego opciones alternativas, ya que aunque la huelga está obteniendo una cobertura mediática enorme, nacional e internacional, el seguimiento no llevará a frenar el ritmo habitual del país. Por ejemplo, en Washington DC, que cuenta con más de 2.200 restaurantes, cerrarán durante este jueves más de 60 establecimientos, mientras que otros 16 abrirán sus puertas pero sólo a medio ritmo, sirviendo comidas en algunas franjas del día, y de forma limitada, según los datos recogidos por la publicación Washingtonnian.
Pese a todo, se puede considerar un éxito que una convocatoria anónima, redactada en inglés y español, que ha corrido a través del boca a boca y de las redes sociales, se haya colado en las cadenas de todo EEUU. Para lograr esto, ha sido vital el apoyo mostrado por personalidades de renombre de la comunidad hispana, como el chef español José Andrés, lo que ha contribuido a que los medios de comunicación hayan puesto el foco en esta acción, que podría repetirse el próximo 1 de mayo.
Aunque esta huelga carece de un convocante oficial, algunas organizaciones de ayuda al colectivo inmigrante han tratado de implicarse en la medida de sus posibilidades, como es el caso del Movimiento Cosecha. “Alguien diseñó un panfleto llamando a este paro y se empezó a compartir primero por Whatsapp y luego por Facebook y Twitter. Se pide a los inmigrantes que no vayan a trabajar, ni lleven a los niños a la escuela, y que no se consuma. Es una forma de demostrar nuestra fuerza en EEUU”, explica a EL ESPAÑOL Vera Parra, portavoz de esta entidad, que prepara una convocatoria propia para el Día de los Trabajadores y, más adelante, espera poder celebrar toda una Semana Sin Inmigrantes.
“Queremos una protección permanente frente a las deportaciones masivas y el derecho a poder viajar a nuestros países sin que luego no podamos entrar de nuevo. Sólo aspiramos a trabajar libremente y en paz”, añade esta activista, que recuerda que “no es la primera vez que un movimiento de este tipo tiene lugar”.
Ya en 2006 hubo protestas y parones similares cuando el Gobierno estadounidense aprobó una legislación muy dura antinmigrante. Hace ya diez años, hubo otro Día Sin Inmigrantes nacional, conocido también como el Gran Boicot Americano, para protestar contra la Ley de Control de Inmigración Ilegal de 2005, según rememora.
“Sabemos que hay muchas formas de quejarnos por lo que está pasando en EEUU. Desde Cosecha, en lugar de hacer lobby en Washington, queríamos enfocarnos en mostrar la fuerza del inmigrante como trabajador y consumidor. Por eso apoyamos este tipo de huelga”, remarca Parra.
JOSÉ ANDRÉS, EN HUELGA
La voz que más ha estado sonando en los días previos a esta protesta, tanto en las redes sociales como en los medios norteamericanos, ha sido la del chef asturiano José Andrés. “Fue una decisión muy fácil”, relataba en una entrevista radiofónica con la NPR. “Cuando tienes empleados que han estado contigo casi 25 años y vienen de forma organizada y te dicen, 'no se enfade jefe, pero el jueves no vamos a trabajar', y te explican el motivo, pues decides unirte a ellos y apoyarlos”.
José Andrés, cocinero español de fama nacional en los EEUU, llegó siendo inmigrante en 1991. Ahora ya es ciudadano norteamericano y uno de los líderes de la comunidad hispana. De hecho, para algunos roza la figura de héroe por haber plantado cara a Donald Trump mientras era candidato a la presidencia del país, negándose a abrir un restaurante en su hotel de Washington por sus declaraciones ofensivas hacia los mexicanos, lo que le costó una demanda que está aún por resolverse.
De todos los establecimientos de José Andrés, incluido el mítico Jaleo, sólo el China Chilcano abre este jueves para permitir que los empleados que lo deseen puedan trabajar. Los demás permanecen cerrados con periodistas y cámaras apostados a sus puertas.
Sin lugar a dudas, el sector de la hostelería es uno de los refugios laborales que encuentran los inmigrantes al llegar a EEUU. Se estima que uno de cada cuatro empleados en este sector es de origen extranjero, según los datos del Restaurant Opportunities Centers United. Pero no es el único nicho donde los inmigrantes son indispensables.
Cualquiera que pasee por una gran ciudad estadounidense percibirá rápidamente que en los edificios en construcción y las obras públicas se escucha hablar en español más que en inglés. Santa Cruz es un carpintero originario de San Salvador, que trabaja para una compañía de Nueva Jersey. Lleva 24 años viviendo en EEUU, sus hijos son estadounidenses y él ya cuenta con los papeles y los permisos desde hace tiempo.
“Nuestra empresa es de ciudadanos norteamericanos, pero les pedimos a nuestros jefes permiso para no ir hoy a trabajar y nos lo dieron. Nos apoyan porque saben de la fuerza que tiene la inmigración en este país y saben que nos necesitan y que si nos echan, van a tener difícil encontrar gente para la obra”, relata Santa Cruz en conversación telefónica con EL ESPAÑOL mientras prepara una marcha de protesta en Nueva Jersey junto a otros compañeros.
“SIN NOSOTROS NO HAY OBRAS”
“Secundamos este paro para decirle al Gobierno y a los ciudadanos que nosotros no venimos aquí a robarle nada a nadie, venimos a trabajar”, remarca este operario hispano, que ya tuvo que realizar una protesta similar en 2006, cuando se aprobaron duras leyes antinmigrantes. “Hoy somos 12 los trabajadores de mi empresa que estamos en huelga y vamos a sumarnos a una protesta en la calle. Y le pido a todo los inmigrantes que lean esto, que se sumen, para que los EEUU vean que sin nosotros su economía sería peor”.
En otro punto del país, Chicago, otro famoso chef, Rick Bayless, especializado en sabores de la cocina mexicana, también secunda el cierre de sus cuatro restaurantes en apoyo de su personal. Según explicó a través de su cuenta de Twitter, han sido sus trabajadores quienes mediante voto en asamblea decidieron adherirse a la protesta. Hay casos similares en todas las ciudades del país, especialmente las de una fuerte presencia hispana.
En todos los casos, contar con el respaldo del dueño del negocio es importante ya que esta suerte de huelga no cuenta con la convocatoria oficial de un sindicato, de ahí también que no estemos ante un paro masivo. “En EEUU existe una figura que protege las huelgas espontáneas, pero el paro general ni se da en este caso”, apunta Parra, que recomienda la negociación previa con los jefes. Para las próximas acciones que prepara el Movimiento Cosecha, están tratando de conseguir que los sindicatos se sumen, aunque son conscientes de que hay muchos inmigrantes que trabajan sin papeles y que por lo tanto no están en estas organizaciones.
Dentro de los 11 millones de indocumentados, cifra que maneja la Administración, la inmensa mayoría son hispanos, aunque también hay africanos, asiáticos y ciudadanos de las islas no hispanas del Caribe. “A pesar de que el pueblo americano no lo reconoce, el inmigrante es la base económica del país. Somos los que cuidamos a sus niños, servimos en sus restaurantes, pescamos, cultivamos alimentos y trabajamos en la construcción. Ese es nuestro poder. En algunas regiones son trabajos que también realizan afroamericanos, pero generalmente el estadounidense no quiere esos trabajos”, afirma la portavoz de Cosecha.
Por supuesto, todo tiene su lado negativo. Esta activista reconoce que “las grandes industrias se benefician de la mano de obra barata inmigrante”, algo en lo que se basa Trump para rechazar este tipo de inmigración, ya que según argumenta tira hacia abajo de los salarios. Sin embargo, Parra apunta que cuanto mayor sea la discriminación o persecución hacia este colectivo, “más abusos se producen y más fácil tienen explotarnos”, porque nadie va a denunciar.
OBAMA TAMBIÉN DEPORTABA
El detonante de estas protestas ha sido la llegada de la Administración Trump y el recrudecimiento de las redadas y arrestos masivos de inmigrantes para su deportación, algo que, según recalca Parra, no es nuevo. “Esto también pasaba con Obama, y eso no lo podemos olvidar. Con el anterior presidente se produjeron tres millones de deportaciones y muchas familias quedaron separadas y niños sin padres en este país. El problema es que ahora, con Trump, es mucho más difícil luchar contra las expulsiones”.
El motivo, según expone, es que “aunque Obama llevaba a cabo estas deportaciones, también se preocupaba por mantener una imagen pública proinmigrante, lo que nos daba un arma a la hora de denunciar las detenciones y frenarlas”. Ahora, con el Gobierno republicano, se ha perdido ese pudor. “Con Trump es mucho más difícil, porque al nuevo presidente no le importa parecer antiinmigrante. Ahora las redadas son más públicas e incluso los agentes, que antes se cortaban un poco, se sienten reforzados y respaldados, y eso se ha conseguido sin aprobar ninguna ley”, zanja.
Este jueves Trump ha revelado que piensa sustituir su veto migratorio, actualmente trabado en una guerra legal, por otra orden ejecutiva para regular la inmigración.
TRUMP ELIGE A UN HISPANO
Termina la hora del lunch. Al tiempo que la calle 7 recupera la calma, se organiza una manifestación frente a un edificio administrativo del Distrito de Columbia en Pennsylvania Avenue organizada por la plataforma Santuario DC. El movimiento de "resistencia" sigue en pie de guerra mientras salta la noticia de que Trump ha designado a Alexander Acosta, cubano-estadounidense, como su próximo secretario de Trabajo tras la renuncia de su anterior elegido.
Será el primer hispano de su gabinete, todo un golpe de efecto tras las críticas recibidas cuando inicialmente configuró un Gobierno sin presencia latina, un guiño que está por ver si será suficiente para calmar a una comunidad que en buena parte se siente amenazada.
Los camiones de comida empiezan a recoger. Hoy cuesta encontrar alguno de comida mexicana o peruana, habituales en DC, pero no faltan los de pollo frito o comida mediterránea. Lo cierto es que ningún estadounidense se ha quedado este jueves con hambre, aunque ahora muchos más saben que su día a día depende y mucho de esos trabajadores que podrían estar en peligro de deportación.