"Un disparate". Esa ha sido la respuesta reiterada de Donald Trump ante el goteo de informaciones que le vinculaban a él o a miembros de su equipo con Rusia. Desde que este lunes el FBI confirmara que está investigando la posible injerencia de Rusia en las elecciones de Estados Unidos y las relaciones de su equipo con Moscú, el ahora presidente ha recibido dos nuevos golpes.
Por un lado, el banco alemán Deutsche Bank, que le prestó 300 millones a Trump, jugó un papel fundamental en un esquema de lavado de dinero dirigido por criminales rusos con lazos en el Kremlin. Por otro, el exjefe de campaña de Trump, Paul Manafort, trabajó en secreto para un multimillonario ruso con el objetivo de promover los intereses del presidente Vladimir Putin hace una década.
Manafort fue el primero del equipo en caer por sus vínculos con Rusia. Dimitió el pasado mes de agosto como presidente de la campaña de Trump después de que saltara el escándalo que le conectaba con el exdirigente prorruso Víktor Yanukóvich y por el que habría cobrado a través de una de las firmas que dirige 750.000 dólares, según recoge CNN.
Según las nuevas revelaciones, Manafort propuso una ambiciosa estrategia política para socavar la fuerza de la oposición anti-rusa en los países de la disuelta Unión Soviética. Esta colaboración empezó en 2005, según ha podido saber AP,y el lobista propuso entonces una estrategia secreta por la cual se encargaría de influir sobre políticos, acuerdos comerciales y medios de comunicación que informaran desde EEUU, Europa y los países soviéticos para beneficiar al gobierno de Putin, incluso si la relación bilateral entre EEUU y Rusia bajo el gobierno de George W. Bush no eran buenas.
Manafort trazó sus planes con el magnate ruso Oleg Deripaska, un aliado de Putin con quien el exjefe de campaña de Trump habría firmado un contrato por 10 millones de dólares al año en 2006, según declaraciones de varias personas del entorno familiarizadas con los pagos realizados a Manafort y registros de las operaciones que ha obtenido AP. Las relaciones entre Manafort y Deripaska se mantuvieron al menos hasta 2009, según una fuente.
"Creemos que este plan puede beneficiar ampliamente al Gobierno de Putin si se ejecuta a los niveles correctos y con el compromiso adecuado para que triunfe", escribió Manafort a Deripaska en 2005. El esfuerzo, según él, se materializaría "ofreciendo un gran servicio que pueda reorientar, tanto dentro como fuera, las políticas del Gobierno de Putin".
Los documentos sobre los planes de Manafort obtenidos por AP incluyen dossieres y registros que muestran las transferencias electrónicas internacionales de millones de dólares, aunque por el momento no se ha esclarecido cuánto habría cobrado Manafort por estos contratos.
Manafort es uno de los investigados por el FBI por la posible intromisión de Rusia en la campaña de las presidenciales estadounidenses. A través de un comunicado, Manafort ha afirmado que no tuvo "ningún rol o implicación" en el ciberataque que se perpetró contra el Comité Nacional Demócrata y en la revelación de sus correos electrónicos. En su opinión, "hay un constante escrutinio", pero "no hay hechos" que respalden las acusaciones.
Desde que asumió como presidente, su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, dimitió tras conocerse que ocultó unas conversaciones con el Kremlin, y el fiscal general, Jeff Sessions, se recusara de cualquier investigación relativa a la campaña por mentir sobre sus contactos con los rusos.
El esquema ruso de lavado de dinero
El Deutsche Bank jugó un papel prominente en el esquema de lavado de dinero ejecutado por criminales rusos con vínculos con el Kremlin, según ha revelado The Guardian. Este entramado, denominado por el periódico británico como "La lavadora global", operó entre 2010 y 2014 e implica al banco alemán y a docenas de instituciones financieras occidentales que se encargaron de al menos 20.000 millones de dólares "de origen criminal" que procedía de Rusia.
Las agencias de seguridad están tratando de esclarecer cómo un grupo de rusos con buenas conexiones políticas fueron capaces de utilizar empresas con sede en el Reino Unido para lavar miles de millones en efectivo. Estas empresas realizaron préstamos ficticios entre ellas, respaldadas por negocios rusos, señala el diario.
Los lazos con Rusia son un tema sensible para el Deutsche. En febrero se supo que habría revisado en secreto múltiples préstamos realizados al presidente de EEUU a través de la división de patrimonio privado del banco para comprobar si había alguna conexión. Trump le debe al banco alemán alrededor de 300 millones de dólares. Según fuentes cercanas a esta revisión, el banco no encontró ninguna evidencia de lazos con Moscú. En esta investigación interna, el Deutsche revisó también las cuentas de Ivanka Trump, hija del presidente; Jared Kushner (marido de Ivanka) y Seryl Stadtmauer, la madre de éste.
En enero, Reino Unido y EEUU impusieron una multa récord de 630 millones de dólares al Deutsche por su papel en otro esquema de lavado de dinero dirigido desde Moscú.