El pasado viernes Donald Trump se apuntó una importante victoria después de que el Senado diera el visto bueno a su fichaje para ocupar la vacante en el Tribunal Supremo de EEUU, Neil Gorsuch, aun con la oposición de la bancada demócrata.
Gorsuch, de 49 años, asumió este lunes el cargo vitalicio que dejó libre el conservador Antonin Scalia, defensor de una interpretación originalista de la Constitución, cuando falleció repentinamente en febrero del año pasado a los 79.
El alto tribunal ha estado incompleto desde la muerte de Scalia, con cuatro jueces nombrados por presidentes demócratas y cuatro nombrados por republicanos, ya que el partido de Trump, con mayoría en el Congreso, se negó a considerar al sustituto propuesto por Barack Obama, Merrick Garland.
Aunque ahora los jueces nombrados por republicanos vuelven a ser mayoría en el Supremo, existen dudas sobre si la incorporación de Gorsuch, que podría servir en el tribunal durante décadas, tendrá un gran impacto en la institución respecto al momento anterior a la muerte de Scalia -en particular, porque el juez Anthony Kennedy, nombrado por Ronald Reagan, puede actuar como voto bisagra en la corte como hizo, por ejemplo, en la decisión que legalizó el matrimonio homosexual en todo el país en 2015.
Pero lo que su confirmación ha supuesto de veras es que, ante una nueva vacante, los presidentes puedan nombrar a jueces de ideologías extremas al Supremo, ya que los republicanos en el Senado cambiaron las reglas de la cámara para poder validar a Gorsuch por mayoría simple sin necesidad de consenso.
Si alguno de los jueces más progresistas del Supremo se muriera o decidiera retirarse durante el mandato de Trump, el gobernante podría sustituirlo por un candidato ultraconservador al no necesitar ya del consentimiento de los demócratas en el Senado. Dos de ellos, Stephen Breyer y Ruth Bader Ginsburg tienen 78 y 84 años, respectivamente.
“Si Ginsburg, [Sonia] Sotomayor, [Elena] Kagan, Breyer o Kennedy se retirase o muriese y hubiera otro nombramiento de Trump, creo que eso podría cambiar mucho la trayectoria de la corte”, dice Paul Schiff Berman, profesor de Derecho en la Universidad George Washington, enumerando a los magistrados considerados más progresistas entre los que incluye también a Kennedy.
UNA MANIOBRA ARRIESGADA
Ante la negativa de los demócratas de aceptar al candidato de Trump al Supremo, los republicanos votaron el jueves pasado para cambiar el reglamento del Senado y eliminar el requisito de obtener 60 votos de 100, concebido para obligar al presidente a presentar candidatos que puedan generar consenso en la cámara alta.
“¿Qué hace ese umbral de 60 votos? Garantiza que el juez sea un juez moderado que represente opiniones comunes en la sociedad. El juez Gorsuch no es esa persona”, afirmó el senador demócrata Cory Booker de Nueva Jersey en una conferencia telefónica con periodistas poco antes de que se cambiara el reglamento.
Aunque los republicanos votaron en bloque para eliminar el filibusterismo de candidatos al Supremo -término con el que se conoce al truco que permite bloquear indefinidamente una votación-, algunos expresaron preocupación por lo que la maniobra podía significar.
“Temo que algún día nos arrepentiremos de lo que estamos a punto de hacer. De hecho, estoy seguro de que nos arrepentiremos”, afirmó el senador por Arizona John McCain antes de la votación. “Es vital que tengamos un Senado operativo donde los derechos de la minoría se protejan independientemente del partido que esté en el poder en ese momento”.
Y es que los republicanos podrían ser víctimas de su propia maniobra si se produjera una baja en el Supremo con un presidente demócrata en el poder. Fueron, sin embargo, los demócratas quienes eliminaron la necesidad de un consenso para jueces federales en 2013 y sentaron precedente.
“Es algo terrible para el país porque empuja la elección de los jueces en una dirección más política en vez de en la del consenso”, afirma Berman, de la Universidad George Washington, sobre la maniobra de los republicanos. Para él, es la culminación de un “golpe contra la Constitución” llevado a cabo por este partido que se inició con su negativa de considerar al candidato de Obama para llenar la vacante en el Supremo.
“Si el Senado hubiese confirmado a Merrick Garland, ese nombramiento probablemente hubiera situado el centro de gravedad del tribunal en una dirección más progresista y hubiera sido un gran cambio y esa es parte de la razón por la que la republicanos se resistieron”, asegura Berman, quien considera que Gorsuch no es un juez con ideas dentro de los límites de lo común.
¿UN JUEZ FUERA DEL 'MAINSTREAM'?
Mientras los republicanos ven en Gorsuch al sucesor ideal de Scalia, hay quien teme que resulte más conservador que él.
“Gorsuch es visto ampliamente como la personificación de muchas de las características del difunto juez Scalia, sólo que peor: una estricta devoción por la intención original de los padres fundadores [al escribir la Constitución], una mentalidad profundamente conservadora y una visión retrógrada respecto a los derechos civiles”, denuncia Cristóbal J. Alex, presidente del Latino Victory Fund (Fondo Latino de la Victoria), que apoya a candidatos hispanos en todos los niveles de la política.
Alex sostiene que Gorsuch ignora las preocupaciones de la comunidad latina de EEUU y subraya una idea compartida por otros activistas: “Gorsuch se ha puesto constantemente del lado de las empresas en detrimento de los derechos de la gente trabajadora”.
Como juez federal de apelación en Colorado, Gorsuch dio la razón a la cadena de productos de manualidades Hobby Lobby, que argumentaba que la libertad religiosa le permitía excluir anticonceptivos del seguro médico de sus empleados. El Tribunal Supremo confirmaría luego la decisión, que despertó la indignación de mujeres que la veían como una nueva barrera al control del embarazo.
Durante la campaña, Trump prometió que nombraría a un juez “provida” al Supremo que también defendiera el derecho a las armas de fuego. Anunció que escogería a su fichaje de una lista de nombres elaborada por la Federelist Society (Sociedad Federalista), una influyente organización de juristas de conservadores, y la Fundación Heritage, un centro de análisis de situado en la derecha política. Gorsuch estaba entre ellos.
“Tiene un currículum extraordinario, de lo mejorcito que hay”, aseveró Trump en enero cuando dio a conocer a su candidato al Supremo.