Las políticas proteccionistas y nacionalistas del presidente estadounidense Donald Trump han impulsado la candidatura de personas pertenecientes a grupos minoritarios a cargos de elección pública. Musulmanes y latinos competirán en las próximas elecciones al congreso, senado y alcaldías para darle voz a sus grupos.
Muchos de los candidatos nuevos se han inspirado en la política latina Alexandria Ocasio-Cortez que, con 28 años y pocos fondos, ganó contra todo pronóstico las primarias demócratas del distrito 14 de Nueva York. La progresista latina se impuso a Joseph Crowley, considerado como el cuarto demócrata más influyente en la Cámara de Representantes tras diez mandatos en el Congreso.
Ocasio-Cortez ha prometido llevar a Washington un cambio “generacional, racial e ideológico”. Su triunfo se considera la última muestra del ascenso del ala más progresista en el seno del Partido Demócrata este 2018. Esta "millenial" nació y creció en el Bronx, y no es ajena a la política porque fue una de las organizadoras de la campaña del socialista Bernie Sanders en las elecciones pasadas. La retórica de Trump ha desatado una ola de odio hacia grupos minoritarios, y estos están respondiendo con un intento de acaparar posiciones de poder.
Los musulmanes no se dejarán intimidar por Trump
Este año se ha alcanzado el récord de candidatos musulmanes aspirantes a un cargo público desde el atentado terrorista a las torres gemelas en el 2001, y pese a las reacciones violentas hacia estos de los afiliados a Trump.
Nueve candidatos para el Congreso siguen en la carrera, según las cifras de Jetpac, la organización que entrena a candidatos musulmanes en Massachusetts. Al menos otros 18 están haciendo campaña para la legislatura estatal y 10 más buscan, en las principales oficinas estatales y locales, obtener cargos como gobernador, alcalde y consejero municipal. También algunos se postulan para oficinas más modestas como la junta de planificación local y el comité escolar. La próxima etapa crítica a la que se presentan son las primarias de agosto, en las que se definirán los candidatos a senador, representante y gobernador de cada partido.
La musulmana Tahirah Amtaul-Wadud, una abogada de derechos civiles, se inspiró en la victoria de la millennial Ocasio-Cortez en Nueva York para lanzar su candidatura a liderar el primer distrito de Massachusetts en la Cámara de Representantes. Para ella, ahora más que nunca los musulmanes 'tenemos que ser voces para nuestras comunidades y no esperar a que otros hablen en nombre de nosotros', y ha motivado a sus votantes y voluntarios porque confía en que "ganar es muy posible".
Hubo hasta 90 musulmanes postulándose para las oficinas nacionales o estatales en este ciclo de elecciones, un número sin precedentes desde los atentados del 2001. Las primarias recientes han reducido el campo a alrededor de 50 candidatos, pero este número sigue superando con creces la docena de musulmanes que se postularon a un cargo en las elecciones del 2016. Pese al aumento de los musulmanes dispuestos a participar en las contiendas, la victoria sigue siendo difícil. Muchas campañas se han visto perjudicadas por fuertes reacciones antimusulmanas, según denuncian los candidatos.
En Michigan, el candidato demócrata a gobernador Abdul El-Sayed se ha enfrentado a acusaciones de pertenecer a la controvertida Hermandad Musulmana, un grupo extremista. En Minnesota, la candidata a la alcaldía Regina Mustafa ha denunciado recibir amenazas antimusulmanas en sus redes sociales. Y en Arizona, la candidata del Senado Deedra Abboud afirmó haber sido víctima de ataques islamofóbicos en Facebook, por lo que considera que esta retórica debe ser enfrentada. Fayrouz Saad, que sirvió como directora de la Oficina de Asuntos de Inmigrantes de Detroit, afirmó reconocer la importancia de representar a su comunidad en una era de aumento de la islamofobia, y afirmó que "la forma de rechazarla es estar en la mesa".
Los neonazis y nacionalistas blancos que contraatacan
El auge de candidatos latinos y musulmanes ha hecho reaccionar a otros grupos en contra de las minorías. Los nacionalistas blancos se han postulado a más cargos estatales o federales que en cualquier otra elección en la historia moderna, según el Southern Poverty Law Center (SPLC). Algunos de estos candidatos son orgullosos nazis o simpatizantes del movimiento derecha alternativa, que se opone al multiculturalismo, a la inmigración y a toda forma de "corrección política".
Entre los candidatos a puestos de administración pública de estos grupos está John Fitzgerald, aspirante al distrito 11 de California en el Congreso. En reiteradas ocasiones ha negado el holocausto, y ha enviado mensajes advirtiendo que los judíos están "apoderándose del mundo" y "deben ser detenidos". Otro de ellos es el candidato al segundo distrito de Nueva Jersey, Seth Grossman que ha compartido artículos en los que afirma que los negros son inferiores y que "la diversidad es un montón de basura antiamericana". Paul Nehlen, el supremacista blanco que se postula al distrito uno de Winsconsin, fue expulsado de Twitter por sus comentarios racistas hacia Meghan Markle y sus ataques contra medios judíos.
Los aspirantes a cargos de elección pública tienen campañas difíciles por delante. Según el sondeo de Washington Post-ABC News solo el 9% de los estadounidenses cree que es aceptable tener los puntos de vista de los supremacistas blancos o neonazis.
Pero, Jared Holt, investigador y escritor de Right Wing Watch, un grupo de vigilancia, explicó al medio Al Jazeera que los candidatos marginales intentan infiltrarse en la política dominante en casi todos los ciclos, pero argumentó que 2018 "es un poco diferente", porque su retórica y publicidad "arrastran a la derecha hacia los márgenes y trabajan gradualmente para hacer que los votantes republicanos estén más abiertos a esas ideas". Además, señaló que los aspirantes han sido más transparentes con su ideología que en ciclos anteriores.
Está claro que los discursos de Trump, en los que pide una América para los americanos, e impulsa sus políticas proteccionistas han llevado a grupos étnicos, religiosos, políticos e ideológicos a buscar hacerse con posiciones en la esfera pública para contrarrestar la amenaza de exclusión que pudiera representar la consolidación de sus políticas.