“Si haces algo malo contra Trump, iré a por ti, te cogeré del cuello y no te dejaré escapar hasta que haya terminado” o “soy el tipo que recibiría una bala por el presidente”. El autor de estas frases, Michael Cohen, ha pasado de ser uno de los más fieles escuderos de Donald Trump a su penúltimo dolor de cabeza. La ruptura definitiva de la inquebrantable lealtad de este abogado vinculado al imperio Trump desde 2007 se consumó este martes.
En paralelo a la condena a Paul Manafort -exasesor de campaña de Trump- Cohen llegaba a un acuerdo con la Justicia para declararse culpable de ocho cargos que incluyen diversos delitos de fraude y violación de las normas de financiación de campañas electorales.
La confesión supone un duro golpe a la maltrecha credibilidad de Trump. Cohen ha reconocido ante el juez que, por orden directa del presidente, pagó sobornos a la actriz porno Stormy Daniels y a la playboy Karen McDougal. El objetivo no era otro que silenciar las aventuras extramatrimoniales del magnate republicano de cara a las elecciones presidenciales. Lo que era una sospecha fundada es ahora una verdad judicial tras la traición del conocido como ‘pitbull’ de Trump.
Además de un escándalo, otro más para la turbulenta presidencia de Trump, el inquilino de la Casa Blanca queda de esta forma implicado, bajo juramento, en un delito federal. “El veredicto contra Manafort no es ni remotamente tan preocupante como el acuerdo y las declaraciones de Cohen. Este es el peor golpe en lo que lleva de mandato”, ha admitido el exasesor presidencial Michael Caputo a Politico.
Michael Cohen, un avezado conseguidor que escaló hasta la torre Trump después de haber hecho carrera trapicheando con licencias de taxi en Nueva York ha tenido un acceso sin restricciones al actual presidente de Estados Unidos durante más de una década. El abrupto final de la estrecha relación que mantuvieron puede proporcionar a los democrátas el material que les faltaba para impulsar el impeachment si salen victoriosos de las elecciones de noviembre en las que se renovará la Cámara de Representantes y un tercio de los senadores. “Es la única excusa que necesitan”, ha lamentado un republicano en referencia a la declaración de Cohen.
Nancy Pelosi ha subrayado que la declaración de Cohen prueba que el presidente conocía los sobornos y le coloca en una “posición legal muy complicada”. Sin embargo, el comunicado de la líder de los demócratas en el Congreso no menciona de forma expresa el proceso de destitución del presidente.
Expertos legales consultados por el Washington Post matizan que aunque la confesión de Trump reavive el fantasma del impeachment el asunto no tendrá probablemente consecuencias legales para el presidente.
“El asunto es muy grave. El presidente de EEUU ha sido directamente implicado en delitos federales y no lo señala un enemigo cualquiera sino su propio abogado personal”, explica Neal Katyal. Este abogado del Estado durante la administración Obama cree que esta crisis sólo es comparable en su trascendencia a la que supuso el Watergate.
La prensa estadounidense también coincide en señalar que Trump está frente a uno de los escollos más insalvables de su mandato. Las principales cabeceras definen este escándalo como “el principio del fin” y el editorial del New York Times titula este martes ‘Todos los delincuentes del presidente’ en referencia a Manafort y a Cohen.