"Oh, Dios mío. Esto es terrible. Este es el fin de mi presidencia. Estoy jodido". Donald Trump vio en mayo de 2017 el final de su estancia en la Casa Blanca y lo verbalizó con la frase que arranca este artículo. El malogrado fiscal Sessions le acababa de comunicar que designaba a Robert Mueller como fiscal especial encargado de investigar 'Rusiagate'. Tras dos años de pesquisas, el presidente de EEUU ha visto este jueves el camino despejado hasta agotar su primer mandato.
Las 448 páginas del informe Mueller difundidas este jueves no aportan pruebas suficientes para situar a Trump en el centro de una conspiración de Rusia para influir en las elecciones de 2016. Sin embargo, tal y como se explica en el apartado de conclusiones "aunque este informe no concluye que el presidente haya incurrido en algún delito, tampoco le exonera".
La equidistancia de esta afirmación no ha impedido que Trump celebre el informe como una gran victoria. Se ha sacudido, de momento, el gran quebradero de cabeza de su presidencia: "Ni conspiración, ni obstrucción" ha repetido machaconamente en una rueda de prensa y en Twitter, donde se ha permitido ser el 'rey' de Juego de Tronos con un meme con la frase "Game Over".
Lo cierto es que la partida está lejos de terminar y tras un primer vistazo al informe, los demócratas han exigido una comparecencia pública de Mueller para esclarecer los puntos oscuros que sí revela la investigación. "Trump se implicó en esfuerzos para coartar la investigación" del fiscal especial y sus respuestas escritas a las preguntas de ese funcionario fueron "inadecuadas", según la versión desclasificada y con zonas tachadas del documento.
El informe más esperado en la política estadounidense también concluye que "los esfuerzos del presidente para influir en la investigación fueron infructuosos en su mayoría, pero eso se debe sobre todo a que las personas que rodeaban al presidente se negaron a ejecutar órdenes o a acceder a sus peticiones".
El fiscal especial también documenta hasta 10 episodios relacionados con una posible obstrucción a la Justicia, un delito que, de haberse confirmado, podría haber propiciado un 'impeachment'. Entre estas situaciones está su reacción al nombramiento de Mueller, el despido del director del FBI, James Comey, y el comportamiento de Trump respecto a su exabogado personal Michael Cohen.
"Reconociendo que el presidente no accedería a ser interrogado (en persona) voluntariamente, consideramos la posibilidad de emitir una citación judicial para que testificara", indica el informe.
Sobre la conexión rusa de la campaña de Trump, el informe detalla que el presidente de EEUU siguió negociando la construcción de una Torre Trump en Moscú hasta al menos junio de 2016, en plena campaña por la candidatura presidencial republicana y un mes antes de ser proclamado candidato presidencial de su partido.
En los meses previos, también le ofrecieron en dos ocasiones viajar a Rusia "para reunirse con autoridades del Gobierno y posibles socios financieros", pero acabó por rechazarlo ambas veces, pese a que al menos en uno de los casos se había mostrado dispuesto a viajar.
A pesar de las evidencias que plagan el informe para el actual fiscal general de EEUU, William Barr, sostiene que ni Trump ni su equipo tuvieron nada que ver en el intento de manipular las elecciones. “El gobierno ruso buscó interferir en nuestras elecciones, pero gracias a la investigación del fiscal especial, sabemos ahora que los operativos rusos que perpetraron esta trama no contaron con la cooperación de la campaña de Trump”, ha mantenido en una rueda de prensa previa a la publicación del informe.
Barr, nombrado directamente por Trump, defiende también que no hay "pruebas suficientes" de que el presidente estadounidense obstruyera la justicia en el contexto de la investigación sobre la trama rusa e insistió en que "no hubo conspiración".