El 4 de Julio o Día de la Independencia es sinónimo de barbacoas, verano, cabalgatas y fuegos artificiales en los Estados Unidos. Es, de hecho, de lo poco que queda sin politizar y polarizar en este país. Pero este año Donald Trump se ha propuesto convertir la efemérides en una suerte de desfile militar a la europea, con discurso presidencial incluido, para entusiasmo de sus seguidores, y espanto de sus detractores.
El enfrentamiento entre las dos facciones de EEUU es tal que la jornada de este este jueves promete escenas muy poco habituales para un 4 de Julio, como tanques en las calles, quema de banderas o protestas contra el comandante en jefe, en una nación donde el patriotismo y la fiesta nacional hasta ahora eran cosa de todos.
Hasta este año, la fecha se ha celebrado sólo con festivales, desfiles, bandas de música, conciertos y fuegos artificiales a lo largo de toda la geografía norteamericana. La capital concentra los principales eventos alrededor del National Mall, la zona donde se erigen los monumentos a los padres fundadores y las principales instituciones, como el Washington Monument, el Lincoln Memorial o el Capitolio.
Sin embargo, Donald Trump lleva tiempo queriendo dotar a EEUU de una fiesta nacional al estilo de los países europeos, con un desfile militar donde mostrar la grandeza de su ejército. Lo intentó el pasado noviembre, coincidiendo con el Día de los Veteranos, pero tuvo que desistir por el elevado coste del proyecto, unos cien millones de dólares.
Ante aquel revés, ha decidido darle un giro a la celebración del 4 de Julio. Este año, a los fuegos artificiales de Washington D.C., se sumará un ‘Salute to America’, un acto en el Lincoln Memorial con un discurso del presidente ante los altos mandos de las fuerzas armadas, actividades militares, acrobacias aéreas del Ejército y la exhibición de tanques en las calles.
Esta nueva versión del Día de la Independencia tiene dos lecturas. Para Trump, es la culminación de su deseo de imitar -y superar- la Fiesta Nacional de Francia, a la que asistió como invitado en 2017. Aquel día, acompañado por el presidente Emmanuel Macron, el magnate quedó impresionado ante la parada militar en París. “Es uno de los mejores desfiles que he visto en mi vida”, dijo entonces, llegando incluso a bromear con que intentaría superarlo.
En cambio, para sus detractores y los demócratas, esta estrategia es sólo un intento de convertir esta fiesta nacional, tradicionalmente alejada de la política, en un acto político para mayor gloria del presidente, al estilo de sus mítines.
Lo cierto es que el Día de la Independencia se ha mantenido al margen de la batalla bipartidista y de la intervención de los presidentes a lo largo de la historia de este país, con escasas excepciones. Por ejemplo, en 1951, Harry Truman pronunció un discurso el 4 de Julio, pero se trataba de una intervención sobre la Guerra de Corea.
Otro ejemplo fue lo ocurrido en 1970, cuando Richard Nixon organizó un ‘Día del Honor a América’ en Washington, D.C. El acto no salió como sus promotores esperaban porque los manifestantes contrarios a la guerra de Vietnam acudieron al evento a protestar en el National Mall. La policía tuvo que intervenir con gases lacrimógenos que llegaron incluso a los invitados de la ceremonia oficial.
Estos días, en la prensa estadounidense, muchos han comparado lo ocurrido entonces con lo que persigue Trump. El analista político William Kristol, por ejemplo, comentó en su cuenta de Twitter que “el último presidente que intentó secuestrar el 4 de Julio fue Richard Nixon, en 1970. Fue ampliamente ridiculizado. Nixon más tarde abandonó el cargo en desgracia”.
En el campo político, los demócratas temen que Trump use una fecha tan señalada como plataforma para la campaña que se avecina en 2020, con dinero público.
El líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, considera que se trata de un “mitin político”, según denunció en NBC News. A su juicio, el Día de la Independencia busca conmemorar los valores estadounidenses, pero “no se trata de política en el sentido partidista, se trata de democracia, de libertad, libertades individuales y de la búsqueda de la felicidad”.
Pese a estas críticas, el Departamento del Interior de la Administración norteamericana está preparando el evento como una “celebración del Ejército”. Empezará con un discurso del presidente a las 18.30 horas. Los fuegos artificiales se lanzarán por la noche, alrededor de las nueve, como cada año. En ese periodo, el Air Force One y la patrulla del Navy Blue Angels sobrevolarán el National Mall dibujando la bandera estadounidense en el cielo, como suelen hacer en algunos partidos de fútbol importantes.
Un punto especialmente llamativo de la agenda será la presencia de tanques en las calles de Washington. En los desfiles nacionales europeos, como puede ser el francés o el español, es normal ver a estos vehículos recorrer las avenidas de las ciudades.
No obstante, en EEUU muchos lo asocian también a estados autoritarios como China, Rusia o Corea del Norte. The New York Magazine, por ejemplo, califica el evento como una réplica de los fastos organizados por los “líderes autoritarios que tanto adora (Trump) públicamente”.
En la capital norteamericana, no obstante, la presencia de carros tendrá que ser algo diferente.
Tanques aparcados
El magnate estaba empecinado en este punto desde que vio los carros de combate en París. El lunes anunció que obtuvo la aprobación del Pentágono para que varios tanques participaran en su parada, si bien, tendrán que permanecer estacionados cerca del National Mall, en lugar de desfilar para evitar daños sobre el pavimento.
La estimación preliminar del costo de transportar los tanques para esta celebración es de 870.000 dólares, según publica USA Today.
En cualquier caso, estos nuevos fastos militares no sustituirán a los tradicionales festejos del 4 de Julio, sino que se sumarán. Así, Washington seguirá albergando la cabalgata que recorrerá Constitution Avenue, mientras que los alrededores del Capitolio serán el escenario de un concierto. Algunos de los artistas, como Carole King, han aclarado en sus redes sociales que participan en el Día de la Independencia, no en los actos de Trump.
Protestas y quema de banderas
Este giro al Día de la Independencia conlleva el riesgo de convertir el 4 de Julio en un acto partidista. De hecho, la organización activista liberal Code Pink ha anunciado que va a llevar a la zona el ‘Baby Trump’, el ya famoso globo con forma de bebé Trump que se popularizó durante las visitas del presidente a Londres en 2018 y 2019.
Habrá lemas contra la política migratoria de la Casa Blanca y contra el supuesto racismo del presidente.
El acto más polémico lo quiere protagonizar Gregory Lee Johnson, un hombre que ya es parte de la historia de EEUU, después de que en 1984 fuera procesado por quemar una bandera estadounidense. El Supremo sentenció entonces que esta protesta está amparada por la libertad de expresión que consagra la Primera Enmienda. Tras aquella decisión, el tribunal ha vuelto a dictaminar en el mismo sentido en casos similares, desmontando cada intento de legislar contra los ataques a la enseña nacional.
Gregory Lee Johnson ha repetido su protesta varias veces desde entonces. La más reciente fue en 2016, frente a una convención republicana. Allí fue arrestado por la policía de Cleveland. Precisamente el pasado mes de junio recibió 225.000 dólares de esta ciudad por aquella detención que iba en contra de sus derechos fundamentales.
Johnson ha anunciado que este jueves pretende volver a prender fuego a la enseña en Washington para protestar contra Trump y su desfile militar. “Voy a ir a D.C. el 4 de julio y voy a quemar la bandera en protesta por toda su agenda fascista”, dijo Johnson a USA Today.
De una forma más sutil, grupos de veteranos militares repartirán camisetas ensalzando la figura del fallecido senador John McCain, recordando su servicio como militar. La figura de este republicano se ha convertido en un símbolo de oposición al magnate, debido al enfrentamiento abierto que éste mantuvo con el político.
Lo que ocurra en Washington este 4 de Julio podría dar combustible tanto a Trump como a los demócratas para las próximas semanas, en plena precampaña hacia las presidenciales de 2020. Esa batalla decidirá si los próximos días de la independencia se celebran con fuegos artificiales o tanques.