San Diego

Hace no muchos meses, el pasado verano, Donald Trump canceló en el último minuto un ataque militar contra Irán alegando que habría causado 150 muertos iraníes y no creía necesaria semejante pérdida humana para responder al derribo de un dron americano por parte del régimen de Teherán.

Ahora, el presidente de los Estados Unidos parece dispuesto a dejar morir miles de sus propios ciudadanos por coronavirus para evitar la recesión económica sin precedentes que auguran todos los expertos si se siguen las recomendaciones médicas y científicas, que aconsejan confinar a los norteamericanos como se está haciendo en Europa y antes se hizo en China.



"Perderíamos más gente si entramos en una recesión o depresión profunda", ha asegurado el presidente este martes en su cadena predilecta, la conservadora Fox News, donde ha anunciado que su intención es que el país vuelve a la actividad -bares abiertos y trabajadores en sus puestos- a partir del 12 de abril, coincidiendo con la Pascua de Resurrección.



"Nuestro país no está hecho para permanecer cerrado. No quiero que la cura sea peor que el problema”, ha insistido Trump machaconamente, repitiendo sin cesar que cada año mueren 36.000 estadounidenses por la gripe común, y miles más en accidentes de tráfico, sin que por esto se cierre la economía ni las carreteras de EEUU.

¿Un millón de muertos?



Sin embargo, esas 36.000 muertes por gripe no suponen una cifra comparable a lo que se enfrenta el país en las próximas semanas. Según las previsiones, en el peor de los casos, Estados Unidos podría alcanzar 1,1 millones de fallecimientos por coronavirus y el colapso de su sistema hospitalario, según publicó el Washington Post.



Pero es que incluso los datos del propio gobierno estadounidense revelan que entre 160 y 214 millones de ciudadanos podrían infectarse en el transcurso de la epidemia, durante meses o incluso un año, con episodios concentrados en períodos más cortos y escalonados en diferentes zonas. Las estimaciones apuntan a que entre 200.000 a 1,7 millones de personas podrían morir, según el New York Times.



Pese a este panorama, Trump insiste en que el cierre de la economía sería peor. Esta idea lleva flotando en el ambiente desde que el domingo por la noche el presidente tuiteó, en mayúsculas, que “no podemos permitir que la cura sea peor que el problema”. “Cuando pasen los 15 días (de distancia social recomendados por el gobierno) tendremos que decidir qué camino tomar”, añadía. Esos 15 días vencen la semana que viene.





Aquel mensaje se hacía eco de la opinión de uno de los periodistas de cabecera de Fox News, que acuñó la idea de que la cura no puede ser peor que la enfermedad. Desde entonces, el presidente insiste en este lema y ya parece decidido a "volver a la normalidad" en menos de tres semanas, a pesar de la opinión de médicos y científicos.



Su plan es evaluar cómo han funcionado los 15 días de “distancia social” recomendados por su administración, consistentes en pedirle a la ciudadanía que extreme la higiene, guarde las distancias y no haga vida social. “Daremos más tiempo si hace falta”, añadió Trump, para concluir insistiendo en que “tenemos que abrir este país".



Trump ha encontrado el rechazo de varios republicanos, como el senador Joni Ernst de Iowa y a la representante Liz Cheney de Wyoming, que han avisado de que “no habrá una economía que funcione normalmente si nuestros hospitales están colapsados y miles de estadounidenses de todas las edades, incluyendo nuestros médicos y enfermeras, mueren porque no hemos hecho lo necesario para detener el virus”.





Sacrificar a los abuelos



También tiene líderes conservadores de su parte. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, de 69 años, también en Fox News este lunes, consideró que EEUU debería volver al trabajo, argumentando que los abuelos como él no quieren sacrificar la economía del país.



A su juicio, la población anciana, el mayor grupo de riesgo, no querrían destrozar el futuro económico de sus nietos. “Nadie me ha preguntado si como ciudadano anciano estaba dispuesto a arriesgar mi supervivencia a cambio de mantener la América que todos amamos para nuestros hijos y nietos. Y si eso es necesario, estoy dispuesto”, dijo. Lo que no mencionó es que no todos los estadounidenses tendrán sus mismas facilidades para acceder a atención médica en caso de que llegue la saturación hospitalaria que auguran los expertos.



La fecha sugerida por Trump para esta “resurrección” económica -término utilizado por el presentador de Fox News que lo entrevistaba-, coincidirá posiblemente con el peor momento de la epidemia en el país.



De hecho, este mismo martes, el gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo, pedía desesperadamente ayuda para su estado y alertaba de que espera un gran aumento de los casos de coronavirus en dos o tres semanas. Para este repunte, el estado necesita 30.000 máquinas de ventilación más, pero la administración federal sólo ha enviado por ahora 400. “No tenemos tiempo”, urgió al presidente, antes de alertar al resto del país: “Lo que está pasando hoy aquí, es tu futuro”.



El epicentro se traslada a América



El vaticinio de Cuomo no está lejos de la realidad que auguran las instituciones internacionales. Margaret Harris, una portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), acaba de apuntar que Estados Unidos podría convertirse en el nuevo epicentro de la pandemia, arrebatando este puesto a Europa, debido a la aceleración de los contagios.



De hecho, en las últimas 24 horas, el 85% de los nuevos casos proceden de Occidente (Europa y EEUU), y de ellos, el 40 por ciento están EEUU.



Las cifras no paran de aumentar cada hora. Este martes, al cierre de este artículo, EEUU contaba con más de 50,900 casos confirmados y 651 muertes, según los datos que la CNN va reportando desde un contador que ha situado en su pantalla desde hace unos días. En casos registrado, ya habría superado a España, que cuenta con casi 40.000, aunque en fallecidos nuestro país lo supera, con 2.696.



No obstante, hay que tener en cuenta que Estados Unidos tiene más de 327 millones de habitantes y una extensión muy superior. Las zonas más afectadas se concentran en Nueva York y los estados aledaños, y en California y Washington.

Trump , durante una reunión con el comité de emergencias Efe



Los estados decidirán



Con la curva escalando sin dar señales de frenarse, cabe preguntarse si es realista volver a la actividad en EEUU el 12 de abril. Actualmente hay 158 millones de estadounidenses bajo algún tipo de orden de permanecer en casa, en 16 estados. Estos decretos recomiendan u obligan a sus ciudadanos a confinarse en sus hogares.

No obstante, en su mayoría son bastantes más flexibles que los adoptados en países como China o Italia, permitiendo salir a dar un paseo o a hacer ejercicio al aire libre, montar en bici o ir al parque manteniendo la distancia social. La población, por las imágenes de playas y paseos marítimos abarrotados que transmiten los medios, no estaría tomándose suficientemente en serio esta epidemia.



Preguntada sobre si es realista la fecha del 12 de abril, la doctora Deborah Birx, coordinadora de coronavirus de la Casa Blanca, explicó que hasta ahora han tratado esta epidemia como a la de gripe española de 1918. Esquivando la cuestión, se limitó a decir que ahora reunirán todos los datos para ver los próximos pasos.



Pero el presidente lo tiene claro. “No puedes comparar esto con 1918, aquello fue una gripe con la que tenías un 50% posibilidad de morir”.





En cualquier caso, la decisión última sobre cómo gestionar la vuelta a la normalidad corresponderá a los estados. El gobernador de Nueva York ya ha dejado claro que no piensa aplicar esa filosofía de anteponer la economía a la vida de miles de ciudadanos porque “nadie es prescindible” en EEUU.



Joe Biden, de 77 años, uno de las aspirantes a candidato demócrata para las próximas presidenciales, rechazó tajantemente la idea de Trump y le pidió que escuche a sus asesores médicos. Además, le pidió que proporcione urgentemente material sanitario que están reclamando los estados afectados, mediante el uso de los poderes que le otorga el estado de emergencia.



“Que deje de hablar y empiece a escuchar a los científicos”, reclamó Biden durante una entrevista en la que, por cierto, el presentador tuvo que reprenderle por toser y taparse la boca con la palma de la mano en lugar del codo. Biden no se ha hecho el test del coronavirus y asegura que no tiene síntomas. Su edad, como la de su rival en las primarias, Bernie Sanders, (78 años), lo convierten en población de riesgo. Al igual que a Donald Trump, de 73 años, cuyo abuelo, por cierto, murió de gripe en 1918, según publican hoy los medios.

Un hombre con mascarilla en el barrio de Queens, Nueva York Efe

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