El régimen norcoreano elevó hoy un poco más su tono hostil y amenazó a Corea del Sur con generar una "gran crisis de seguridad" por no haber cancelado sus maniobras militares conjuntas estivales con Estado Unidos.
El mensaje de hoy llega apenas un día después de que Kim Yo-jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, cargara contra Seúl y Washington por iniciar un entrenamiento previo a los mencionados ejercicios y dijera que, en respuesta Pionyang, seguiría impulsando el desarrollo de su armamento estratégico, es decir, su arsenal atómico.
Hoy fue el turno del director del Departamento del Frente Unido (encargado de asuntos intercoreanos), Kim Yong-chol, una figura muy conocida en el Sur a la que se acusa de haber orquestado el hundimiento de la corbeta Cheonan, que dejó 45 militares surcoreanos muertos, y que habló de dar una respuesta a estas maniobras.
"Debemos hacerles pagar las consecuencias por malograr la oportunidad de mejorar los lazos intercoreanos y responder a nuestra buena voluntad con un comportamiento hostil", escribió Kim Yong-chol en un comunicado publicado hoy por la agencia KCNA en el que hizo referencia al acercamiento que se anunció hace dos semanas entre las dos Coreas.
Fue el pasado 27 de julio, cuando Seúl y Pionyang anunciaron que retomaban las comunicaciones telemáticas a petición del régimen, que había decidido interrumpirlas 13 meses antes.
Pero la concordia ha durado poco, puesto que Corea del Norte no contestó hoy las llamadas rutinarias matutinas realizadas por el Sur, algo que ya hizo el lunes con las llamadas efectuadas por la tarde a través del llamado canal de enlace intercoreano y las líneas de comunicación militar.
Confrontación
"Ignorando nuestro consejo, han optado por la alianza con un poder extranjero en vez de la armonía con su propia gente, el incremento en vez de la relajación de tensiones y la confrontación en vez de la mejora de relaciones", añadió Kim Yong-chol en el texto publicado hoy.
El general norcoreano aseguró que el Norte hará que el Sur se dé cuenta de "cuán peligrosas son las elecciones tomadas y cuán cerca están de una gran crisis de seguridad debido a esas decisiones".
Los aliados iniciaron ayer el llamado "entrenamiento de personal para gestión de crisis", que dura hasta el 13 de agosto y que es una práctica preliminar para revisar la respuesta de las tropas a incidentes prebélicos inesperados.
Este entrenamiento precede al ejercicio de mando combinado, que se celebra del 16 al 26 de agosto, corresponde al grueso de las maniobras estivales y consiste principalmente en una simulación por ordenador.
Queda por ver si Pionyang decide responder a estos juegos de guerra con una prueba de armamento -algo que no hace desde el pasado 24 de marzo- en un momento en el que el país se encuentra sumido en su peor crisis económica en 30 años debido a los estragos generados por la pandemia.
A su vez, se desconoce el motivo por el cual los aliados han decidido seguir adelante con las maniobras, que ya se cancelaron en 2018 para facilitar el acercamiento.
Acusaciones de la oposición
Hoy mismo, la oficina presidencial surcoreana tuvo que salir al paso de las acusaciones del principal partido opositor, el conservador Partido del Poder Popular (PPP), y negó que el restablecimiento de comunicaciones con Pionyang incluyera una contrapartida oculta (que implicara, por ejemplo, la cancelación de las maniobras).
El PPP empleó como argumento lo rápido que Pionyang ha vuelto a proferir amenazas y lo duro de la dialéctica empleada e insinuó que el Gobierno del liberal Moon Jae-in podría haber sellado este acuerdo secreto para apuntarse un tanto diplomático y ganar enteros de cara a las presidenciales del próximo marzo.
Algunos expertos apuntan por otra parte que Seúl estaría optando por una mayor cautela antes de plegarse a los deseos del régimen, que el año pasado decidió unilateralmente dejar de usar las líneas de comunicación transfronterizas y destruyó la oficina de enlace intercoreano, situado en su territorio pero construido con fondos público sureños.
La decisión fue en protesta por el envío de globos con propaganda contraria al régimen por parte de activistas desde el Sur, una actividad que Seúl prohíbe ahora tras aprobar una polémica ley que, según sus detractores, viola la libertad de expresión.