Fría, directa e inflexible. La congresista Liz Cheney se ha convertido en el rostro y la voz del Comité especial que investiga el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Para algunos es la gran traidora del Partido Republicano. Para otros, Cheney, de 54 años, se erige como un símbolo de coraje desde que prefirió ser defenestrada por los suyos a "defender lo indefendible". O lo que es lo mismo: a Donald Trump.
Durante el segundo impeachment al entonces presidente, Cheney fue una de las diez republicanas que votó contra el líder de su formación. Pero la reprobación de los conservadores vino justo después, cuando repudió públicamente las mentiras electorales de Trump y se prestó a participar, junto a su compañero de filas Adam Kinzinger, en la pesquisa sobre los disturbios en Washington.
Eso le costó su puesto como número tres en la Cámara de Representantes. Lejos de acobardarse, la representante republicana del estado de Wyoming decidió echar más leña al fuego. "Permanecer en silencio e ignorar la mentira fortalece al mentiroso", dijo entonces ante sus compañeros. Y continuó, desafiante: "No me sentaré a mirar en silencio mientras otros conducen a nuestro partido por un camino que abandona el Estado de derecho y se une a la cruzada del expresidente para socavar nuestra democracia".
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Desde el exilio de las bases, ella es quien, en cada audiencia televisada, desgrana punto por punto el plan urdido por el expresidente republicano para desacreditar la victoria de Joe Biden en las elecciones de hace dos años.
En este sentido, Liz Cheney es para Donald Trump lo que Sue Gray y su investigación para Boris Johnson y sus fiestas ilegales. Con la diferencia de que la primera ha pasado a ser la oveja negra de la familia, pero no es una oveja cualquiera.
Hija del halcón preferido de Bush
Representante del ala dura del partido conservador, Liz Cheney es hija de Dick Cheney, controvertido exvicepresidente de la era de George W. Bush. Halcón de halcones, su padre fue uno de los impulsores de la guerra de Irak de hace dos décadas, arquitecto de la prisión militar de Guantánamo y defensor de las técnicas de interrogatorio que allí tenían lugar.
Liz Cheney se crio a la sombra de "la guerra contra el terror" de la Administración de Bush. Y heredó de su padre, a quien se le ha comparado con Darth Vader, sus ideales conservadores y su agresiva visión sobre la política exterior.
Alineada con la agenda de Trump durante el inicio de su mandato, Cheney dio muestras de rebeldía cuando se opuso a la decisión de retirar las tropas estadounidenses de Siria y Afganistán en octubre de 2019. "Debemos asegurarnos de continuar esa misión hasta que ISIS sea derrotado", dijo entonces. Unas declaraciones que Trump aprovechó para llamarla "belicista".
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Para Cheney, la política es un legado familiar. Y parece no estar dispuesta a dejar que sea cuestionado por nadie. Ni siquiera por su propia familia.
En 2013, cuando se presentaba para representante en el Senado por Wyoming dijo estar en contra de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Unas declaraciones que no sentaron bien a su hermana Mary —casada con una mujer—, que la acusó públicamente de tratar a su familia "como ciudadanos de segunda".
Ante el revuelo mediático, la política confesó que quería mucho a su hermana, pero que tenían opiniones diferentes sobre el tema. Más tarde, cuando el patriarca de la familia, crítico con el matrimonio homosexual durante décadas, defendió a Mary, Liz se retractó y abandonó su candidatura a senadora.
Desde entonces, la relación entre hermanas nunca ha vuelto a ser la misma, pero la que une a Dick y Liz Cheney parece estar en su mejor momento.
El 6 de enero de 2022, Cheney padre regresó a la Cámara de Representantes para acompañar a su hija al homenaje a las víctimas de la insurrección y el asalto al Capitolio. Fueron los únicos republicanos que estuvieron presentes en el acto.
Así, quien durante años fue uno de los grandes enemigos de la izquierda y su hija fueron recibidos entre aplausos de los demócratas que, como ellos, perciben el peligro que suponen las mentiras de Donald Trump para la democracia del país.