El Campo de pruebas de Tonopah, que empezó a operar en 1957, mejor conocido como Área 52, en el desierto del estado de Nevada en Estados Unidos, es una instalación clasificada militar del Departamento de Defensa de Estados Unidos y del Departamento de Energía (descrita como una gestión de arsenales nucleares) de Estados Unidos, donde durante 60 años (en el contexto de la carrera armamentística de la Guerra Fría) se condujeron pruebas para todas las misiones de seguridad nacional. Ésta proporcionó apoyo a las pruebas de investigación y desarrollo de los programas de armamento del Departamento de Energía y fue utilizada también por otras agencias del gobierno federal estadounidense.
Los veteranos de las Fuerzas Aéreas del gobierno estadounidense que sirvieron en la base de Tonopah, aseguran como décadas después sufren de enfermedades respiratorias, cardiovasculares, cancerígenas o tienen tumores. Le reclaman a la Administración de Joe Biden que no reciben ningún tipo de ayuda federal por el tiempo en que trabajaron allí. Según ellos, sus problemas de salud son resultado de estar expuestos a materiales tóxicos y radiación. En el Área 52 se testan las características balísticas y no nucleares de las armas atómicas.
Mark Ely de 63 años, trabajó en el Área 52 en la década de los ochenta en una misión clasificada inspeccionando jets soviéticos. A día de hoy, padece secuelas mortales a causa de la radiación y afirma que el Gobierno aún no ha reconocido su misión en la base. Por ello, no ha recibido asistencia sanitaria (healthcare). "Me enfada muchísimo y también me duele porque se supone que deberían cubrirme la espalda". En una entrevista con CBC News aclaró que le "dejó cicatrices en los pulmones. Me salieron quistes en el hígado... Empecé a tener lipomas, tumores dentro de mi cuerpo que tuve que extirpar. Se me desprendió el revestimiento de la vejiga".
No es el único. Dave Crete (1983-87) y Pomp Braswell (1987-90) que también trabajaron en un escuadrón de policía de seguridad de las fuerzas aéreas vigilando un bombardero furtivo F-117A en Tonopah han interpuesto una demanda dirigida al Gobierno estadounidense por los problemas de salud que sufren a raíz de la exposición a la radiación y a las sustancias tóxicas en el suelo.
Crete comparte que el Gobierno había dicho que había una zona de seguridad para que no se propagara más la contaminación. "La forma en que la aseguraron fue con una valla de alambre de espino. No soy doctor en Física, pero una valla de alambre de espino no sirve para eso", aclara el veterano.
Experimentos nucleares
Entre los años de 1946 y 1958 se llevaron a cabo experimentos con bombas atómicas en las Islas Marshall, específicamente en el Atolón Bikini (una isla que como dato curioso es en la que se basa el personaje de dibujos animados Bob Esponja), por parte de Estados Unidos, después de que las Naciones Unidas le otorgó autoridad sobre las islas a través del Tratado de las Islas del Pacífico (TTPI, sus siglas en inglés).
El propósito del experimento era probar y entender el efecto que la radiación tiene en seres vivos, una investigación científica impulsada en el contexto de la Guerra Fría. Éste, resultó en 167 civiles desplazados, alrededor de 5.664 animales muertos (entre los que se incluyen cerdos, cabras, ratas, ratones y conejillos de la india), además de afectar la vida de los japoneses. En 1954, la mayor prueba nuclear, llamada Bravo, fue realizada. Se detonó una bomba de hidrógeno de 15 megatones en el Atolón Bikini, la cual produjo una intensa bola de fuego, seguida por una nube en forma de champiñón de 32 kilómetros de altura. El Gobierno de las islas Marshall dijo que la explosión fue 1.000 veces más potente que la hubo en Hiroshima.
El Gobierno estadounidense pretendía demostrarle al mundo el poder de destrucción que poseía y lo logró invitando a corresponsales de diferentes países para presenciar el bombardeo de la isla oceánica. ¿Era necesario ‘testar’ el efecto de la radiación en seres vivos? La respuesta es no, ya que los científicos japoneses estaban recolectando datos en los efectos o las consecuencias que la radiación tenía en los seres vivos y en el medio ambiente, tras la devastación producida por las bombas atómicas lanzadas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.
“Algunos de estos animales no solo fueron utilizados para estudiar efectos de radiación en individuos, sino también estudiar las consecuencias de salud a largo plazo para las siguientes generaciones”, explica Jennifer Knox, analista de políticas de investigación de Global Security Program in the Union of Concerned Scientists a la revista Newsweek.
En 1958, los experimentos se detuvieron en las islas, y en 1963, los estados negociaron el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos, poniendo fin a las pruebas atmosféricas, consecuencia de las pruebas nucleares por parte de Estados Unidos y la Unión Soviética.
"Nuestro pueblo ha sufrido los daños catastróficos e irreparables de estas armas, y nos comprometemos a luchar para que nadie más en la tierra vuelva a experimentar estas atrocidades", según el comunicado del ministro de Asuntos Exteriores de las Islas Marshall, Tony de Brum.
En 1959, William Russell y Rex Burch, introdujeron el concepto de las 3R’s, un año después de que terminaran los experimentos con bombas atómicas en las islas Marshall, donde centenares de animales murieron a raíz de los experimentos. Las 3Rs tienen la intención de ser más “humanos” con los animales que son utilizados en experimentos y son: reemplazar, reducción y refinamiento.