Pensilvania es la "piedra clave" donde puede romperse el empate de Trump y Kamala a una semana de las elecciones
- Ningún otro estado bisagra tiene tanta fuerza para decantar la mayoría del Colegio Electoral, con 19 delegados esenciales para los candidatos.
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La jerga política se refiere a él como "la piedra clave" (Keystone State) del rompecabezas electoral estadounidense, es uno de los territorios más poblados de todo el país y el más visitado por Kamala Harrris y Donald Trump en sus campañas electorales. Con 19 delegados electorales, Pensilvania es el estado más importante en los ajustadísimos comicios que EE. UU. encara el 5 de noviembre. Un puñado de condados rurales y suburbios pueden decidir el futuro de la gran potencia mundial.
Desde agosto, Harris ha viajado a Pensilvania en un total de 13 ocasiones. La última este domingo. Trump, por su parte, lo ha hecho en 11. Es casi el doble que el siguiente territorio más visitado por las campañas: Michigan, con 7 visitas demócratas y 9 republicanas. En el lado opuesto, hay más de 30 estados que no han recibido a ninguno de los dos candidatos desde el verano.
Las razones que explican la importancia de este territorio, donde se declaró la independencia de EE. UU. en el 1776, se encuentran en su población (es el quinto territorio más habitado) y composición demográfica.
Con casi 13 millones de habitantes, Pensilvania entrega 19 delegados electorales -asignados según la población de cada estado- de los 270 miembros que componen el Colegio Electoral que decide el próximo presidente de EE. UU. Aunque ha ido perdiendo relevancia (en 2016 repartió 20) sigue siendo una cifra considerable, comparada con los 6 que asigna Nevada y los 11 de Arizona. Por encima están California con 54 y Nueva York con 28, asegurados para Harris, y Texas con 40 y Florida con 30, firmes para Trump.
Un eterno empate
En Pensilvania, en cambio, Trump ganó por un punto de ventaja en 2016 y Biden venció por otro 1% en 2020. No hay nada claro en 2024. El agregador de sondeos 538 entrega ese punto de ventaja a Harris, pero eso no significa nada porque todos los resultados que arrojan las encuestas están dentro del margen de error. La última, publicada por Bloomberg, directamente evitar apostar por un ganador y da el 48% de intención de voto a ambos, el mismo equilibrio de las últimas encuestas a nivel nacional.
Y aquí es donde entra el otro factor: su demografía es muy similar al conjunto del país, con dos grandes ciudades progresistas (Filadelfia y Pittsburg), amplios suburbios de clase media de tendencia política dividida y extensas zonas rurales más conservadoras. Incluso las tendencias del resto de EE. UU. se replican aquí: los hispanos son la comunidad que más crece, un 45% desde 2010 según la Universidad de Pensilvania hasta constituir más de 1 millón de habitantes.
"La elección está aquí, y la elección, Filadelfia, está realmente en vuestras manos. El camino hacia la victoria pasa por todos los que estáis aquí", dijo Harris este domingo durante una vista a Filadelfia que reflejó la importancia de esta ciudad para los demócratas.
En la misma jornada, la candidata acudió a una iglesia afroamericana y un restaurante puertorriqueño, consciente de la urgencia con la que hay que movilizar al electorado latino y afroamericano de las zonas urbanas para garantizar una mayoría suficiente que contrarreste las victorias de Trump en los condados rurales.
Mientras Harris presentaba un plan económico para Puerto Rico, Trump organizaba un mitin en Nueva York en el que el comentario de un humorista que llamó a Puerto Rico una "isla llena de basura" se hizo rápidamente viral. En Pensilvania hay casi 500.000 habitantes con raíces puertorriqueñas, más del triple de los 100.000 votos de ventaja que Biden sacó a Trump en 2020, por lo que la campaña de los demócratas ya está exprimiendo esa intervención intensamente.
Cuatro condados pueden decidir todo
La estrategia de Harris también se enfoca en otros cuatro suburbios de tradición republicana pero que, tras recibir población más diversa y cosmopolita, se han convertido en bastiones demócratas: Bucks, Chester, Montgomery y Delaware (Delco).
Hay varios escenarios en los que las elecciones presidenciales podrían ganarse o perderse en eso cuatro territorios, especialmente el último. La "piedra clave" de Harris pasa por movilizar aquí los suficientes votantes que garanticen una ventaja en el recuento de todo el estado, tal y como le pasó a Biden en 2020, frente a la "T" conservadora, una región del interior del estado fiel a Trump.
El reto de Trump
En cambio, Trump necesita un fuerte impulso en las zonas rurales e industriales de Pensilvania. Los trabajadores de "cuello azul", como se conoce a la clase media sin estudios superiores, fueron fundamentales para que Trump diera la sorpresa en 2016 y se impusiera en Pensilvania, donde los demócratas habían ganado ininterrumpidamente desde el año 2000. Pero ese mismo grupo fue el que le dio la espalda en 2020.
Los analistas republicanos pondrán especial atención al condado de Lancaster County, un área del sur de Pensilvania muy conocida en todo el país por la concentración de comunidades Amish que suelen visitar estudiantes de estados tan lejanos como California y Florida. Allí, los republicanos han ganado todas las elecciones presidenciales desde 1968.
Trump lo ha intentado todo para apelar a su electorado potencial en Pensilvania: en Lancaster organizó un encuentro con votantes retransmitido por televisión, en Bucks se puso el uniforme de McDonald’s y repartió patatas fritas ante los medios de comunicación locales, y en Oaks prometió potenciar el "fracking", una práctica muy presente en el estado y que Harris ahora dice defender tras criticarla en 2020.
También regresó en octubre a Butler, la localidad de Pensilvania en la que sufrió un intento de asesinato el pasado mes de julio.
"Luchamos juntos. Hemos aguantado juntos. Hemos avanzado juntos. Y aquí mismo en Pensilvania, nos hemos desangrado juntos", afirmó Trump con gravedad durante un evento que sirvió para sumar al magnate Elon Musk a su comitiva habitual de campaña.
A pesar del tonto triunfal de los últimos eventos de los republicanos, los estrategas de campaña son conscientes de que desde el año 2000 la única victoria republicana en ese estado fue en 2016, cuando Trump se impuso por solo 40.000 votos.
El expresidente nunca ha conseguido amplias mayorías y su única victoria electoral se logró por la mínima en 2016. Sin embargo, fue tan sorprendente como para reubicar a Pensilvania bajo la etiquete de estado "bisagra" que los demócratas añoran recuperar.