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Los estadounidenses se preparan para acudir a las urnas el próximo martes 5 de noviembre. Una cita clave para el futuro de un país que se debate entre la candidata demócrata, Kamala Harris, y el republicano y expresidente Donald Trumppara elegir a su próximo presidente. 

El sistema electoral en Estados Unidos tiene grandes peculiaridades. El país americano se rige por un sistema presidencialista en el que el presidente es a la vez jefe de Gobierno y jefe de Estado y su elección recae en una votación popular.

No obstante, los electores no votan directamente al presidente, sino a los delegados que forma lo que se llama el Colegio Electoral, un organismo encargado de elegir después al nuevo presidente de Estados Unidos por mayoría absoluta.

Cómo funciona el sistema 'winner-takes-all'

En las elecciones presidenciales de Estados Unidos se eligen un total de 538 delegados o miembros del Colegio Electoral. Por ello, para ganar la Presidencia, un candidato necesita una mayoría absoluta de, al menos, 270 votos electorales.  

Los 538 delegados del Colegio Electoral están repartidos entre los 50 Estados de forma proporcional, en función de la población de cada uno de ellos y que son la suma de sus congresistas y senadores. El Distrito de Columbia también tiene 3 electores, a pesar de no ser un Estado. Así se reparte el número de electores por Estado:

  1. California: 54
  2. Texas: 40
  3. Nueva York: 28
  4. Florida: 30
  5. Pensilvania: 19
  6. Illinois: 19
  7. Ohio: 17
  8. Georgia: 16
  9. Míchigan: 16
  10. Carolina del Norte: 16
  11. Nueva Jersey: 14
  12. Virginia: 13
  13. Washington: 12
  14. Arizona: 11
  15. Tennessee: 11
  16. Indiana: 11
  17. Massachusetts: 11
  18. Minnesota: 10
  19. Misuri: 10
  20. Wisconsin: 10
  21. Maryland: 10
  22. Alabama: 9
  23. Carolina del Sur: 9
  24. Colorado: 9
  25. Kentucky: 8
  26. Luisiana: 8
  27. Connecticut: 7
  28. Oklahoma: 7
  29. Oregón: 7
  30. Misisipi: 6
  31. Arkansas: 6
  32. Nevada: 6
  33. Utah: 6
  34. Iowa: 6
  35. Kansas: 6
  36. Nebraska: 5
  37. Nuevo México: 5
  38. Virginia Occidental: 5
  39. Nuevo Hampshire: 4
  40. Hawái: 4
  41. Rhode Island: 4
  42. Idaho: 4
  43. Maine: 4
  44. Alaska: 3
  45. Montana: 3
  46. Delaware: 3
  47. Dakota del Norte: 3
  48. Dakota del Sur: 3
  49. Vermont: 3
  50. Wyoming: 3
  51. Distrito de Columbia: 3

En cada Estado, el candidato que gana la mayoría de los votos populares se lleva todos los votos electorales que ese Estado tiene asignado, independientemente de la proporción de votos que obtuvieron el resto de candidatos. Este sistema se conoce como winner-takes-all ("el ganador se lo lleva todo") y se aplica en 48 estados y el Distrito de Columbia.

Los dos únicos Estados que no usan el sistema de winner-takes-all son Maine y Nebraska. En su caso, utilizan un sistema de distribución proporcional mediante el que cada elector se otorga por cada distrito congresal ganado, y el ganador general del Estado obtiene dos electores adicionales (correspondientes a los dos senadores).

Consecuencias del 'winner-takes-all'

El hecho de que un candidato gane en un Estado por una gran mayoría o por un margen pequeño es indiferente. De esta forma, si un candidato obtiene el 51% de los votos, recibe el total de los electores que pertenecen al Estado en cuestión.

La consecuencia de este sistema es que, para hacerse con la Presidencia, resulta más útil ganar en muchos Estados, aunque sea por un voto de ventaja, que ganar en unos pocos, aunque sea por una abrumadora ventaja de millones de votos. Por ello, es habitual que se preste menos atención a los votantes en Estados donde el resultado está prácticamente asegurado para un candidato.

Por el contrario, los partidos tienden a concentrar sus esfuerzos de campaña en aquellos Estados que pueden inclinarse hacia cualquiera de los dos partidos. Se trata de los llamados "swing states" o estados "péndulo". El candidato que logra hacerse con todos los electores de estos Estados considerados clave puede significar una victoria decisiva.

Y es que el principal inconveniente de este sistema electoral es que un candidato puede ganar la Presidencia sin haber ganado el voto popular, es decir, sin obtener la mayoría de votos de todo el país. Esto ha ocurrido en varias elecciones, como las de 2016, en las que Donald Trump consiguió 2,8 millones de votos menos que Hillary Clinton, pero ganó en 30 Estados frente a los 20 de la candidata demócrata.