El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha comparecido públicamente por primera vez desde la derrota electoral de su vicepresidenta, Kamala Harris, ante el republicano Donald Trump. En su intervención —escueta, serena, reivindicativa—, ha anticipado que ya habló por teléfono con el ganador del martes —"lo felicité"—y que está a disposición de su equipo para comenzar "una transición pacífica" del poder.
La intervención de Biden no ha pasado de puntillas, pues, por los últimos días de la presidencia de Trump. El magnate de Nueva York no aceptó los resultados de las urnas en 2020, cuando perdió contra Biden, y alimentó el relato de un fraude masivo sin presentar ninguna prueba. El 6 de enero de 2021, una marea trumpista asaltó el Capitolio cuando el poder legislativo se disponía a validar el triunfo electoral del demócrata. Biden no lo olvida. "En una democracia", ha continuado, "la voluntad del pueblo siempre prevalece".
El presidente ha medido bien sus palabras desde la Casa Blanca. Han sido conciliadoras, y han sido constructivas. "Es un momento de victoria para unos, y para otros de derrota", ha enfatizado. "El pueblo elige y nosotros lo aceptamos. No puedes amar tu país sólo cuando ganas. No puedes amar a tu vecino sólo cuando estás de acuerdo con él. No debemos vernos como rivales, sino como compatriotas, así que bajemos la temperatura".
"El experimento estadounidense", ha celebrado, "todavía perdura". Ese experimento, con más de dos siglos de historia en el país, es la democracia. Ha vuelto a insistir, como en los meses anteriores, en esta idea: "El proceso es justo y transparente". Ese es uno de los consensos que su Administración se propuso restaurar, y fracasó, en buena medida por el esfuerzo del trumpismo por desacreditar un sistema que su líder considera "corrompido". Incluso durante la noche electoral, apenas comenzados los recuentos, Trump sembró dudas sobre el mismo con acusaciones de fraude en algunas ciudades.
Su presidencia ha sido "histórica", se ha dicho, atribuyendo el mérito al pueblo, añadiendo que buena parte de sus resultados se comprobarán a lo largo de la década, y ha pedido un juicio justo a sus gobernados: "No olviden todo lo que conseguimos". Y algo más. "Estaremos bien", les ha prometido, "pero necesitamos estar juntos, avanzar, y mantener la fe".