Tres personas han sido acusadas de participar en un supuesto complot, frustrado por el FBI, vinculado a Irán para asesinar al presidente electo Donald Trump y a varios disidentes iraníes por oden de la Guardia Revolucionaria iraní, según ha informado este viernes el Departamento de Justicia de EEUU.
Un iraní y dos ciudadanos estadounidenses -Farhad Shakeri, Carlisle Rivera y Jonathan Loadholt- están acusados de asesinato por encargo. Los dos últimos fueron arrestados, mientras que Shakeri, a quien el FBI describió como un "agente" de la Guardia Revolucionaria de Irán, permanece prófugo, presubilmente en Teherán.
El Departamento de Justicia asegura que Shakeri participó voluntariamente en una conversación telefónica con el FBI, en la que aseguró que el 7 de octubre pasado la Guardia Revolucionaria le encargó preparar un plan para matar a Trump la semana siguiente, pero nunca pensó en preparar ese plan "en el marco de tiempo propuesto", sin que quede muy clara esa contradicción.
Según una denuncia penal presentada en el tribunal federal de Nueva York, la Guardia Revolucionaria encargó a Shakeri "vigilar y, en última instancia, asesinar" a Trump para vengar el asesinato de Qassem Soleimani, el líder de la Fuerza Quds de élite de Irán, en un ataque con drones en el aeropuerto de Bagdad en enero de 2020.
Si Shakeri no tenía listo ese plan por entonces, como aseguró que era su caso, la milicia iraní pondría en pausa su misión hasta después de las elecciones porque creían que Trump las perdería y que "después sería más fácil" asesinarlo, agrega.
Shakeri le dijo al oficial de la Guardia Revolucionaria que un plan de ese tipo costaría una cantidad "enorme" de dinero. En respuesta, el oficial dijo: "Ya hemos gastado mucho dinero", añadiendo que "el dinero no es un problema".
La Guardia Revolucionaria también encargó a Shakeri llevar a cabo otros asesinatos contra ciudadanos estadounidenses e israelíes ubicados en Estados Unidos, además de disidentes iraníes, según la denuncia.
Este iraní, que emigró a los EEUU, cuando era niño, fue deportado en 2008 después de cumplir una condena por robo. Fue en ese periodo donde conoció en prisión a los otros dos acusados, dos residentes de Nueva York llamados Carlisle Rivera y Jonathan Loadholt.
Ambos habrían sido contratados para matar en Nueva York a una ciudadana estadounidense de origen iraní llamada Masih Alinejad, periodista y activista muy crítica con la represión de las mujeres por parte del régimen de los ayatolás. También se les habrñia encargado acabar con la vida de dos judíos estadounidenses.
Para las autoridades estadounidenses este complot frustrado es una evidencia más de los esfuerzos continuos de Irán para atacar a miembros del gobierno de EEUU.
"Hay pocos actores en el mundo que supongan una amenaza tan grave para la seguridad nacional de Estados Unidos como Irán", afirmó el fiscal general Merrick B. Garland en un comunicado. "No toleraremos los intentos del régimen iraní de poner en peligro al pueblo estadounidense", añadió.
La propia campaña de Trump afirmó el pasado septiembre que funcionarios de inteligencia de EEUU habían advertido al entonces candidato "sobre amenazas reales y específicas por parte de Irán con el objeto de asesinarlo".