China, México y Canadá ya saben que Trump recurrirá a la guerra comercial para cumplir sus promesas de campaña
- Analistas coinciden en que los aranceles afectarán a los consumidores de EEUU, aunque por sus últimos movimientos podrían ser un arma de presión.
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Un 25% a todas las importaciones de Canadá y México y un 10% más a las tarifas ya impuestas sobre China. Los aranceles prometidos por Donald Trump tras su triunfo electoral afectan a aproximadamente el 45% de todos los bienes importados en Estados Unidos. Tanto analistas académicos y financieros coinciden en que el primer efecto de esas tarifas impactará en los precios que pagan por los consumidores estadounidenses, ya afectados por la inflación. Aunque los movimientos de Trump previos a su toma de poder indican que utilizará la guerra comercial para presionar negociaciones en otros ámbitos como la inmigración y el tráfico de drogas.
De acuerdo con los últimos datos del Tesoro estadounidense, China representa el 18% de todas las importaciones que llegan a Estados Unidos, mientras que México y Canadá suponen en torno al 13% cada uno. Así, los países sobre los que Trump ha anticipado su agresiva política arancelaria son los tres principales proveedores de la potencia norteamericana. En esa lista, Alemania figura en el cuarto puesto con en torno al 5%, pero de momento Europa se ha salvado de la primera ronda de amenazas.
Efectos en el consumidor
El Laboratorio de Presupuestos de la Universidad de Yale, prestigiosa entidad de la Ivy League, estima que el costo para los consumidores de los aranceles propuestos por Trump podría llegar hasta los 1.200 dólares en pérdida de poder adquisitivo, según un promedio basado en los ingresos de 2023.
También fuera del mundo académico, hay analistas que advierten de que los efectos de esa política proteccionista se transferirán a los bolsillos de los ciudadanos. Según la entidad financiera Barclays, los aranceles propuestos aumentarían los precios al consumidor en 0,4 puntos porcentuales. Y el Instituto Peterson de Economia Internacional advierte que el impacto se notará más en los estratos más pobres de la sociedad, mientras que los de mayor poder adquisitivo podrán esquivar sus efectos.
Entre los comerciantes, se apunta en la misma dirección: "Hay muy pocos productos de electrónica de consumo que no son importados. Son bienes que la gente necesita y los precios más altos no ayudarán", alertaba recientemente el CEO de Best Buy, la principal red de tiendas de productos electrónicos del país, quien confirmó que las subidas de precios serán “trasladadas a los clientes”.
Sin embargo, cuando faltan dos meses para la toma de posesión de Trump, cabe pensar si el anuncio anticipado e inexacto de los aranceles es, más que una medida destinada a aplicarse con todos sus efectos secundarios, un arma de presión para allanar el camino de la nueva administración de Washington hacia otros objetivos.
Estrategia de renegociación
En primer lugar porque los aranceles del 25% sobre los bienes de México y Canadá romperían el pacto comercial de los tres países norteamericanos -conocido como USMCA-, un acuerdo fraguado durante el primer mandato de Trump y que contempla una prevision en 2026.
Al mismo tiempo, Trump ya amenazó con imponer esa misma tarifa sobre México en 2019, aunque terminó retirándola cuando el gobierno mexicano, entonces dirigido por Andrés Manuel Lopez Obrador, se comprometió a enviar más efectivos militares a la frontera con Guatemala para contener la salida de migrantes con destino a Estados Unidos.
"El 20 de enero, como una de mis primeras órdenes ejecutivas, firmaré todos los documentos necesarios para cobrar a México y Canadá un arancel del 25% sobre todos los productos que lleguen a los Estados Unidos y sus ridículas fronteras abiertas. Miles de personas están llegando a través de México y Canadá, llevando el crimen y las drogas a niveles nunca antes vistos", advirtió Trump en sus redes sociales esta semana.
El final del anuncio, que no fue acompañado de mayor concreción, da a entender que se trata de una herramienta de presión similar a la de 2019.
De hecho, en lugar de vincular esos aranceles a unos objetivos económicos concretos, añadió que seguirían en vigor “hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y los inmigrantes ilegales frenen la invasión de nuestro país”.
Así, días después del anuncio, Trump indicó que había conversado con la recién electa presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien había acordado detener el flujo de inmigrantes, según el estadounidense. Aunque ella solo dijo que había repasado las medidas ya implementadas.
Tras conocerse la conversación entre ambos mandatarios, la caída del peso mexicano -que llegó al 2%- se contuvo.
Asimismo, Sheinbaum ha alertado de que una escalada arancelaria perjudicará a ambos países: “Los principales exportadores de México a los Estados Unidos son General Motors, Stellantis y Ford Motor Company, que llegaron a México hace 80 años. ¿Por qué ponerles un impuesto que los ponga en riesgo? No es aceptable y causaría inflación y pérdidas de empleo en Estados Unidos y México”.
El sector automovilístico se encontraría entre los más afectados ya que gran parte de los coches de marca que se venden en Estados Unidos se fabrican en México, un país proveedor también de productos alimentarios para su vecino norteamericano, cuyos ciudadanos sitúan la escalada de precios en la cesta de la compra como uno de los mayores problemas del país.
“El número de puntos de fricción con México es simplemente enorme", alertaba recientemente Adam Posen, del Instituto Peterson de Economía Internacional.
Canadá: Frente común contra China
Respecto a Canadá, lo que Trump puede pretender con su amenaza arancelaria es acelerar un frente común entre ambos países contra las políticas comerciales de China, un punto que la revista The Economist ve plausible ya que el propio Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, ha apuntado en la misma dirección recientemente.
Entre los objetivos que el futuro inquilino de la Casa Blanca pretendería lograr con su presión comercial es detener el flujo de opioides, fundamentalmente fentanilo, que llega de China.
Crisis del Fentanilo
La crisis de adicción al fentanilo que afecta a infinidad de ciudades de Canadá y Estados Unidos, como Vancouver y Filadelfia, tiene parte de su origen en China, potencia mundial en la producción de ingredientes químicos que utilizan las mafias internacionales para producir drogas, cada vez más letales y en combinaciones altamente peligrosas. Al mismo tiempo, los grupos criminales chinos se han convertido en actores principales en las redes de lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
Desde hace años, algunos analistas señalan que la crisis del fentanilo en EEUU es una “guerra del Opio” moderna e incluso la administración de Biden ya ha tratado de negociar con Pekin medidas de control sin grandes resultados.
Trump, como acostumbra desde hace una década, no da grandes detalles tras sus anuncios grandilocuentes en redes sociales, pero el contexto y la lectura entrelíneas da a entender que su política proteccionista entraña medidas de presión con otros fines alejados de lo puramente económico.