Joe Biden, presidente de Estados Unidos, en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Reuters

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Biden promete que la tregua en Gaza está cerca y aplaude su política exterior mientras lanza un recado a Trump: la fortaleza de EEUU está en sus aliados

En uno de sus últimos discursos como inquilino de la Casa Blanca, el presidente saliente ha celebrado la debilidad de Rusia e Irán.

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El presidente de Estados Unidos (EEUU), Joe Biden, ha anticipado este lunes, durante un discurso sobre su legado en política exterior, que está a punto de lograr un acuerdo de alto el fuego que ponga fin a la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza tras más de un año de bombardeos.

El mandatario, que el 20 de enero cederá el poder a Donald Trump, apura los últimos días en la Casa Blanca para intentar poner fin a un conflicto que ha dañado su popularidad y podría manchar su historial al frente del país.

"Estamos a punto de que una propuesta que expuse en detalle hace meses finalmente llegue a buen término", indicó en un evento en el Departamento de Estado, acompañado por el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken.

Mientras una delegación de EEUU mantiene contactos con Hamás en Catar, el presidente afirmó que está "presionando fuerte para cerrar el pacto" que ponga fin a la guerra y libere a los rehenes.

"Muchas personas inocentes han sido asesinadas, muchas comunidades han sido destruidas. El pueblo palestino merece la paz y el derecho a determinar su propio futuro. Israel merece la paz y una seguridad real, y los rehenes merecen reunirse con sus familias", ha señalado

De esta forma, el todavía presidente de EEUU ha comenzado su última semana en la Casa Blanca pronunciando un discurso cuya pretensión no era otra que poner en valor un aspecto de su presidencia del que se siente particularmente orgulloso: la política exterior. Lo ha hecho en el Departamento de Estado, el equivalente al Ministerio de Asuntos Exteriores de cualquier país europeo, frente a una audiencia compuesta por diplomáticos, militares y funcionarios.

Su mensaje ha sido el siguiente: EEUU se encuentra en una muy buena posición dentro de la esfera internacional gracias al fortalecimiento de sus alianzas. Concretamente la OTAN –que recientemente ha dado la bienvenida a Finlandia y Suecia– y la que mantiene con los poderes regionales del Indo-Pacífico: Japón, Australia e India. No hay que leer demasiado entre líneas para atisbar el recado a Donald Trump: si maltrata a los aliados EEUU perderá fuerza, poder e influencia.

Asimismo, Biden ha recalcado que potencias como Rusia e Irán se encuentran en su punto más débil en décadas, tal y como atestiguaría la caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria. Un debilitamiento conseguido por terceros países –Ucrania e Israel– tras lograr responder, gracias al apoyo suministrado por EEUU, a los ataques sufridos en los últimos tiempos con contundencia. Un apoyo estadounidense que, a diferencia de otras veces, no ha implicado poner en peligro la vida de militares norteamericanos. Y Biden no ha ocultado mostrarse especialmente satisfecho con la ecuación: luchar contra los enemigos, reducir sustancialmente su capacidad bélica, a un coste más que asumible.

Con todo, si bien a la hora de hablar de Ucrania el presidente saliente no ha tenido ningún reparo en alabar el tesón de la población local, su faceta guerrera y su potencial para “perseguir un futuro brillante”, cuando le ha llegado el turno a Israel el tono ha sido mucho menos entusiasta y bastante más conciliador. El todavía presidente ha deseado la firma de un acuerdo con Hamás que resulte en la liberación de los rehenes israelíes, la llegada de ayuda humanitaria a Gaza y el cese de las hostilidades.

Y es que no hay que olvidar que Biden ha enfrentado muchísima oposición desde la izquierda estadounidense a partir del apoyo diplomático y armamentístico a Israel tras el ataque sufrido a manos de Hamás el 7 de octubre de 2023. Un ataque que costó la vida de 1.200 personas y la libertad a un sinfín de rehenes, pero cuya reacción ha costado, según fuentes palestinas, cerca de 50.000 vidas en Gaza. De hecho, al aproximarse al Departamento de Estado para pronunciar su discurso, Biden se ha topado con una protesta desde la cual se le ha llamado de todo. Incluido “criminal de guerra”.

El todavía presidente tampoco se ha olvidado de la retirada de tropas de Afganistán; un episodio por el que fue duramente criticado dentro y fuera de su país no tanto por la decisión en cuestión –es algo que sus dos predecesores habían querido hacer y no pudieron– como por la forma tan desastrosa en la que se llevó a cabo. Con los talibanes entrando en Kabul antes de lo previsto provocando una evacuación harto caótica durante la cual EEUU se dejó cientos de vehículos de combate, incontable armamento y la vida de trece militares (muertos a causa de una bomba) detrás.

Aunque semejante salida del país musulmán supuso su primera gran crisis política, Biden siempre ha defendido que se adoptó la mejor hoja de ruta posible. Y este lunes lo ha vuelto a recalcar: “Nunca vi la razón para mantener a miles de nuestros soldados en Afganistán y, en mi opinión, ya era hora de terminar la guerra y traer de vuelta a nuestras tropas”. Sobre el pandemonio que siguió a la decisión de regresar no ha querido decir, como ya es costumbre, nada.

China también ha tenido su momento, claro. Según el líder norteamericano, sus decisiones en estos cuatro años han situado a EEUU en una posición estratégica aventajada de cara a la competición que se desarrollará con el gigante asiático en el largo plazo. Igual ahora no lo veis, ha venido a decir en alusión a sus compatriotas, pero en el futuro lo veréis… y me lo agradeceréis.

Biden ha cerrado el mitin con la vista puesta en el futuro. Sus deseos: una paz “duradera y justa” para Ucrania, que la caída del régimen sirio no conlleve el resurgimiento del Estado Islámico, prevenir que Irán consiga armas nucleares y que el conflicto entre palestinos e israelíes se atenúe considerablemente. Finalmente, en un alarde de wishful thinking, el cuadragésimo sexto presidente de la nación más poderosa del mundo ha pedido al que le va a suceder que asuma la realidad del cambio climático y actúe en consecuencia.