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Trump habla con periodistas a bordo del Air Force One camino a Miami. Reuters
Trump pasa la escoba: tienta a miles de funcionarios con la renuncia, despide fiscales y deja sin seguridad a rivales políticos
Tras prescindir de una docena de involucrados en investigaciones contra el nuevo presidente, el gobierno federal ha ofrecido a sus empleados la posibilidad de autodespedirse que recuerda a las formas de Musk.
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El martes por la noche cientos de miles de empleados federales recibieron un correo electrónico de la Oficina de Gestión de Personal en el que se informaba que tienen hasta el próximo 6 de febrero para decidir si regresan a sus respectivas mesas y despachos o si, por el contrario, renuncian al puesto a cambio de recibir su salario íntegro –y los beneficios asociados– durante los próximos ocho meses. Hasta el 30 de septiembre.
Como la intención de Donald Trump es la que es, pasar la tijera y adelgazar el tamaño del aparato federal, el correo electrónico traía consigo una advertencia para quienes estén pensando en la permanencia: “En este momento no podemos garantizar con seguridad la existencia de su puesto de trabajo”. Dicho de otro modo: si decide quedarse, usted verá.
Al respecto, una de las cosas que más tinta ha ocupado en la prensa estadounidense es el título del correo electrónico: “Fork in the Road”. La traducción aproximada sería “Encrucijada”.
La noticia en torno al detalle reside en que ese fue el título que Elon Musk, el multimillonario que está jugando un rol importante en el círculo de Trump, puso en el email que envió en noviembre del 2022 a los empleados de Twitter tras adquirir la red social. En el cuerpo del correo Musk procedió a explicar que quien no estuviese dispuesto a echar las horas que hiciesen falta y a trabajar en un clima particularmente intenso podía coger la puerta y marcharse.
“Estamos meneando la cabeza con incredulidad ante lo familiar que resulta todo esto”, le comentaba a Wired, una revista especializada en nuevas tecnologías, un ex ingeniero de Twitter llamado Yao Yue. “La diferencia es que el gobierno federal y sus empleados tienen leyes específicas en términos de gastos, contrataciones y despidos”.
Musk, cabe recordar, ha sido nombrado máximo responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental o DOGE por sus siglas en inglés. La oficina creada ex profeso por Trump para “racionalizar” el gasto público.
Inicialmente, el DOGE iba a estar coliderado por Musk y el empresario de origen indio Vivek Ramaswamy. Este último, sin embargo, renunció a la labor hace unos días para dedicarse a su carrera política y tratar de salir elegido gobernador de Ohio. Eso es lo que ha dicho públicamente, al menos, aunque varias fuentes cercanas al DOGE consultadas por el Wall Street Journal han explicado que su renuncia tiene que ver con las diferencias que han aflorado entre Musk y Ramaswamy durante las últimas semanas.
Según estas mismas personas, Musk está dedicado en cuerpo y alma a recortar gasto mientras que Ramaswamy buscaba utilizar el DOGE para desregularizar una serie de sectores e industrias.
La aspiración: ahorrar 100.000 millones al año
Las estimaciones que ha hecho públicas la Casa Blanca –sin detallar cómo ha llegado a ellas– dicen que la exigencia de volver a trabajar de forma presencial logrará que entre un 5% y un 10% del funcionariado escoja la renuncia. Lo cual supondrá, afirman esas mismas estimaciones, un ahorro anual de 100.000 millones de dólares anuales.
Según los números que maneja el Pew Research Center, un think tank independiente dedicado a analizar con cifras el estado de las cosas en la primera potencia del mundo y las tendencias que la mueven, el gobierno federal emplea actualmente a más de 2,4 millones de personas. Sin contar, eso sí, ni a los militares ni a los empleados del Servicio Postal. Las dos ramas gubernamentales que, junto con aquellos funcionarios encargados de implantar las políticas de inmigración, no han recibido el famoso email.
Si se quiere renunciar al puesto, por cierto, el proceso es de lo más sencillo. Lo único que hay que hacer, aclara la Oficina de Gestión de Personal, es enviar desde el correo electrónico del trabajo un email a una dirección asociada a recursos humanos con la palabra “resign” –“renuncia”– en el asunto. Y ya estaría.
Por su parte, desde el Partido Demócrata llevan días advirtiendo contra la opción de la renuncia. Tim Kaine, un senador de Virginia y el representante de docenas de miles de trabajadores federales, ha dicho que Trump no tiene autoridad para hacer lo que ha ordenado hacer y que, además, quienes abandonen el cuerpo de funcionarios de esa manera podrían no recibir lo prometido. El motivo, según Kaine, es que Trump no es de fiar. “No se dejen engañar por el tipo”, sentenció.
Aunque el nuevo Gobierno de Estados Unidos ha recurrido a la presencialidad obligatoria para fomentar el adelgazamiento del aparato federal, los números arrojados por la organización Partnership for Public Service indican que, tras el paréntesis de la pandemia, la mayoría de los funcionarios ya trabaja desde la oficina. Es más: según el Wall Street Journal, quien cita fuentes gubernamentales, solo el 20% de las horas trabajadas por el grueso de los empleados federales en 2024 fueron en remoto.
Otras medidas de ahorro con aire de vendetta
En paralelo, una de las primeras medidas adoptadas por el nuevo secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha sido retirar la escolta de seguridad de quien fuera el Jefe del Estado Mayor Conjunto durante el primer mandato del actual presidente: el general Mark Milley.
Conviene recordar que Milley mantuvo contactos con su homólogo chino cuando Trump trataba de revocar las elecciones del 2020, motivo por el cual el nuevo inquilino de la Casa Blanca le ha acusado de traición y ha dicho que “en tiempos pasados su castigo habría sido la muerte”. Por su parte el general, que se retiró en 2023, ha declarado recientemente que el estamento militar estadounidense se debe a la Constitución y no “a un rey, una reina, un tirano, un dictador o un aspirante a dictador”.
El equipo de Hegseth ha justificado la retirada de su escolta diciendo que Milley es un perfil político que habría aprovechado sus responsabilidades para incurrir en actos de insubordinación. “Socavar la cadena de mando es corrosivo para nuestra seguridad nacional y restablecer la rendición de cuentas es una prioridad para el nuevo Departamento de Defensa”, explicó Joe Kasper, jefe de gabinete de Hegseth, en un comunicado remitido el martes por la noche.
Milley recibió una dotación de guardaespaldas después de participar en la operación que terminó con la vida del poderoso general iraní Qasem Soleimani, comandante de una unidad de élite conocida como Quds, hace ahora cinco años. A raíz de la misma, los servicios de inteligencia iraníes incluyeron a Milley entre sus objetivos y éste ha recibido varias amenazas desde entonces.
El affaire Milley se suma a la decisión, adoptada hace días, de retirar la protección al virólogo Anthony Fauci, principal asesor del propio Trump durante la peor época de la pandemia y alguien que ha recibido amenazas de muerte por aquella labor. “No puedes tener escolta de por vida solo por haber trabajado para el Gobierno”, explicó Trump el pasado viernes en alusión a Fauci, quien no siempre se mostró conforme con sus decisiones y cuestionó algunas abiertamente.
A todo lo anterior hay que sumar los despidos de varios fiscales –una docena, de momento– involucrados en investigaciones contra Trump. Como el caso de la supuesta interferencia electoral, por ejemplo, o lo de tener documentos sensibles para la seguridad nacional en su palacete de Florida. Dichos despidos han sido anunciados por el Departamento de Justicia, quien a través de un comunicado ha alegado “no poder confiar” en esos fiscales.
Mientras tanto, Trump ya habría tomado medidas para despedir a los miembros del Partido Demócrata que participan en dos comisiones federales independientes: la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo y la Junta Nacional de Relaciones Laborales.