La Segunda Guerra Mundial todavía no ha acabado para Japón y Rusia, al menos, técnicamente. La disputa por la posesión de cuatro islas impidió a ambas potencias firmar un acuerdo de paz y la última reunión de sus líderes ha resultado infructífera a la hora de encontrar una solución.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se han reunido este viernes en Vladivostok (sureste de Rusia), en el marco del II Foro Económico de Oriente, para tratar, entre otros asuntos, la soberanía sobre las Islas Kuriles del sur (‘Territorios del Norte’ para la población nipona), ubicadas en el Pacífico Occidental.
“Haremos todo lo posible para anunciar al menos algunos proyectos durante la visita del presidente de Rusia a Japón, que está planeado para antes del fin de este año", ha descrito tras finalizar la reunión el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aclarando que la próxima cita oficial entre los dos dirigentes será el 15 de diciembre en Tokio. Por otra parte, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha alegado haber mantenido “una profunda discusión” en torno a un “tratado de paz” a este contencioso y cree en su resolución, basada en una confianza mutua.
Previo a este encuentro, el dignatario ruso afirmó a la agencia de noticias Bloomberg que no hablaría sobre “un intercambio o una venta” territorial, sino que su propósito era “encontrar una solución en la que ninguna de las partes se sentirá derrotada o un perdedora”.
La disputa por este archipiélago -del que Tokio reclama las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai- se remonta al tratado de San Petersburgo (1875), cuando el Imperio Japonés obtuvo la concesión de este territorio a cambio de ceder a su vecino ruso la isla Sajalín (noreste). Posteriormente, la Unión Soviética de Iósif Stalin ocupó las islas durante la Segunda Guerra Mundial y consumó su adhesión con el tratado de San Francisco, en 1951.
Desde el inicio de las conversaciones sobre este conflicto, en la Declaración Conjunta de 1956 en Moscú, han tenido lugar varias reuniones entre mandatarios de estas dos naciones que, hasta la fecha, no han conseguido encontrar una solución definitiva.
Tras la cumbre de Sochi en el pasado mes de mayo, los dos países han celebrado dos rondas de consultas a nivel de viceministros de Exteriores con el objetivo de promover un diálogo bilateral para acercar posturas en torno a la disputa territorial. Sin embargo, se mantiene la tensión en esta controversia tras la decisión del Ejecutivo de Putin, a finales de 2015, de instalar bases militares en las islas Kuriles del sur, alegando intereses pesqueros y minerales.
A su vez, los dos dignatarios han acordado establecer una cooperación bilateral en energía, medicina, urbanismo y tecnología. En especial, han abordado el desarrollo de los yacimientos de gas y petróleo en el extremo oriente ruso. Dicho acercamiento ha tenido lugar en una fecha señalada ya que se cumplen 71 años desde que se firmara la rendición incondicional del Imperio Japonés en la contienda mundial. Por otra parte, Putin y Abe coincidirán en el G20, que se celebrará en la localidad china de Hangzhou los días 4 y 5 de septiembre, donde el premier nipón tratará de reconciliarse con el Gobierno chino de Xi Jinping en su enfrentamiento en torno a las islas Senkaku (suroeste de Japón), que ha sido motivo de controversia entre ambas potencias.
Adiós al pacifismo nipón
El pasado 28 de marzo entró en vigor una polémica reforma constitucional que modifica el artículo 9 de la Constitución japonesa, que establece el pacifismo en materia bélica, y permite, así, usar las fuerzas armadas para defender a sus aliados o prestarles apoyo logístico, si son atacados, y participar en operaciones de seguridad de la ONU. Esta medida obtuvo el rechazo del 49.9% de los nipones y fue aprobada por el 39%, según una encuesta realizada por la agencia local Kyodo.
Este paso, decretado por la directiva de Shinzo Abe, tiene el objetivo de proteger a Japón frente a un panorama incierto imperante en Asia tras las amenazas lanzadas por Corea del Norte durante estos últimos años o el conflicto en torno a las Islas Spratly y Paracel disputadas entre China y las naciones del sudeste asiático. Asimismo, preocupa el incremento en el gasto militar de China y Corea del Sur, entre el 3 y 4%, y el de Rusia, entre el 4 y 5%, según un análisis del Centre for Strategic and International Studies (CSIS).