Corría enero de 2016 cuando Pyonyang presumió por primera vez de haber probado una bomba de hidrógeno, también conocida como termonuclear, de un poder superior al de una bomba nuclear convencional. Aquel ensayo distó de ser un éxito: la detonación alcanzó una potencia de entre 10 y 15 kilotones (cada kilotón equivale a una tonelada de TNT), lejos de los 100 de una bomba de hidrógeno estándar. Sin embargo, el régimen norcoreano no cesó en su empeño y este domingo probó otra bomba H, su sexto ensayo nuclear, y esta vez sí alcanzó los 100 kilotones. Una estimación, no de la propia Corea del Norte con motivaciones propagandísticas, sino del Gobierno de su vecina del Sur, el país más afectado por la amenaza. Una potencia, por ejemplo, cinco veces superior a la de la bomba lanzada por EEUU en Nagasaki durante la II Guerra Mundial.
Pyongyang celebró el ensayo como un "éxito completo". "Una bomba con un poder sin precedentes", presumió la agencia estatal de noticias. La prueba generó dos terremotos, con epicentro en el noroeste del país, en la provincia de Hamgyong: el primero de ellos de 6,3 en la escala Richter, frente a los 4,9 del que provocó otro ensayo en enero de 2016. "Esta prueba ha sido más fuerte que las anteriores. Si se confirma que fue un ensayo nuclear, indicaría que el programa nuclear de Pyongyang está avanzando con rapidez", aseguró la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBTO por sus siglas en inglés).
El "avance significativo" en el programa nuclear del que se jactó Pyongyang no se refería sólo a la potencia en kilotones sino al transporte. Y es que la bomba de hidrógeno probada es de menor tamaño y puede montarse dentro de misiles balísticos intercontinentales (ICBM, de alcance superior a 5.000 kilómetros).
El alcance de los misiles ha sido tradicionalmente otro de los quebraderos de cabeza de los ingenieros norcoreanos, pero en julio el régimen realizó dos ensayos que supusieron un enorme progreso. En el segundo, el misil recorrió cerca de 1.000 kilómetros en unos 40 minutos, según el Pentágono, y alcanzó una altura de 3.700 kilómetros, 12 veces más lejos que la Estación Espacial Internacional.
Jeffrey Lewis, experto en no proliferación nuclear en el Instituto Middlebury de Estudios Internacionales de California, calculó en 10.000 kilómetros el rango de ese misil. Otros expertos elevan la cifra hasta los 11.000 kilómetros, en todo caso suficientes para alcanzar Estados Unidos. El líder norcoreano, Kim Jong-un, que asistió en persona al lanzamiento, aseguró aquel día que la parte continental de "EEUU está ya dentro de nuestro rango de ataque". Un rango, esos 10.000 kilómetros, que incluyen también a España. Por ejemplo, Madrid está a 9.700 kilómetros de distancia de Hamgyong, base de pruebas nucleares del régimen.
La cuestión pendiente de resolver ahora por los ingenieros norcoreanos sería la fiabilidad y resistencia de los misiles. En el segundo ensayo de julio el vehículo de reentrada a la atmósfera se desintegró a varios kilómetros de altura, cayendo sus restos 350 kilómetros al norte de la isla japonesa de Hokkaido.
La bomba de hidrógeno la desarrolló por primera vez Estados Unidos durante la Guerra Fría. Cuando la Unión Soviética se declaró potencia nuclear en 1949, Washington puso en marcha un proyecto para crear un explosivo aún más destructivo, mediante una fusión en tres fases añadiendo material fusionable (deuterio, tritio, litio...), que alcanza una masa crítica y multiplica la potencia. El nombre de bomba de hidrógeno se debe a que el deuterio es un isótopo del hidrógeno.
La primera prueba se realizó en noviembre de 1952, en el atolón de las Islas Marshall, y en la zona cero se alcanzó durante unas fracciones de segundo una temperatura de más de 15 millones de grados, similar a la del núcleo del Sol. La Unión Soviética también desarrolló la bomba de hidrógeno y en los años sesenta armó la conocida como Bomba Zar, la más destructiva jamás creada.