Telenovelas clandestinas para desmontar el régimen de Kim Jong-un
La función emancipadora de los culebrones surcoreanos preocupa al régimen totalitario del norte. El consumo de estos programas es delito.
12 noviembre, 2017 02:17Ni las posibles sanciones, ni un hipotético ataque cibernético ni tan siquiera un poder militar superior. Lo que realmente preocupa al hermético régimen de Kim Jong-un son las telenovelas que llegan desde el país del sur. Así lo cree el antiguo embajador adjunto de Corea del Norte en Reino Unido, Thae Yong Ho, que huyó en 2016 y ahora vive en Seúl.
Los norcoreanos alaban en público a su líder pero por las noches se esconden en sus casas para ver las ficciones surcoreanas que llegan desde China, según este exdiplomático. De ahí que su consumo sea considerado delito. Esos dramas televisados son los ‘culpables’ de que el control férreo de Kim Jong-un sobre el pueblo se esté debilitando, ya que ponen de relieve las diferencias entre la empobrecida población norcoreana frente a la próspera vecina del sur.
“Están surgiendo grandes cambios dentro de Corea del Norte, cambios que pueden desencadenar en un levantamiento civil porque cada vez son más los ciudadanos que reciben información sobre lo que realmente está ocurriendo en su país”. Son palabras del que fuera representante de Pyongyang en Londres, pronunciadas la semana pasada en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU, donde se discutía endurecer las sanciones contra el régimen norcoreano.
En ese congreso, Thae explicó de poco servía intensificar las sanciones, porque lo único que provoca el aislamiento internacional es que los funcionarios públicos y los militares dependan de sobornos. “No podemos cambiar la política de terror de Kim Jong-un. Pero podemos concentrar nuestros esfuerzos en enseñar a los norcoreanos que su líder no es un Dios, sino tan solo un ser humano normal”.
¿Cómo? A través del poder del entretenimiento y la tecnología de la información. En un país donde los niños se inclinan ante los retratos de su líder y le agradecen los alimentos durante la temporada de cosecha, el verdadero talón de Aquiles de Kim Jong-un es la educación, para evitar “lavados de cerebro”, y es eso lo que hay que combatir, según este desertor.
El régimen prefiere que se vea 'El Rey León'
El totalitarismo de Kim Jong-un se aprecia en el control que existe de la información que se filtra desde fuera. Pero eso no impide que muchos busquen copias ilegales de los populares dramas surcoreanos. Por eso, el Gobierno intenta contrarrestar la difusión de estos llamados “elementos venenosos del capitalismo” vendiendo DVDs de la época soviética e incluso divulgando animaciones norteamericanas clásicas como El Rey León, Tom y Jerry o La Bella y la Bestia.
El consumo de estos culebrones también ha llegado al Partido de los Trabajadores. Miembros de la formación política que abandera Kim Jong Un sucumbieron a la seducción de estos programas, motivo por el cual fueron ejecutados públicamente. El régimen también persigue duramente a quienes distribuyen estos contenidos.
Así huyó del régimen
Hace un año hubiera sido impensable que Thae Yong Ho pisara suelo americano, y mucho menos que aconsejara al país de Donald Trump en el Congreso. Entonces, en 2016, era un alto diplomático y trabajaba para Pyongyang. Su fuga es una de las deserciones de más alto nivel registrada en Corea del Norte en las últimas décadas. Por eso, es considerado “un criminal” por parte del Gobierno norcoreano y se le acusa de malversar fondos y de vender secretos de Estado, así como de abusar a menores. Le han tildado de “escoria humana”.
Antes de escaparse a Seúl, Thae vivía en Londres con su mujer y sus dos hijos y trabajaba como embajador adjunto de Corea del Norte. Pertenecía a la más alta élite del régimen. Fue precisamente su experiencia en la capital británica la que cambió su forma de pensar y lo que precipitó que acabara abandonando. En Londres, según cuenta, sus dos hijos se acostumbraron a divertirse con videojuegos y eran adictos a Facebook y las redes sociales, casi como cualquier joven occidental hoy en día. Él sabía que jamás podría llevarlos de vuelta a Pyongyang. “Si no hubiéramos desertado, temería que algún día mis hijos me hubieran maldecido por obligarlos a volver”.
Su familia, en cambio, no tuvo tanta suerte. Sus dos hermanos siguen atrapados en Corea del Norte. “Estoy seguro de que los han llevado a Áreas de Control Total”, dijo en enero en una entrevista en la BBC, haciendo referencia a prisiones familiares que guardan mucho parecido con los funestos campos de concentración que poblaron Europa el siglo pasado durante el III Reich alemán o con los gulags de la Unión Soviética. Allí les obligan a hacer trabajos forzados y el trato que reciben los reclusos es inhumano.
Aunque su residencia habitual está fijada en la capital surcoreana, Thae se dedica a dar charlas en distintos congresos alrededor del mundo, y en esas conferencias insiste en que el régimen “caerá un día por un levantamiento popular”.
“Estados Unidos destina miles de millones de dólares para hacer frente a la amenaza militar, pero ¿cuánto se invierte en actividades de información que involucran a Corea del Norte”, se preguntó el exembajador en su última visita a EEUU. “Lamentablemente, muy poco”. Por eso propuso que Washington gastara más dinero para financiar una programación audiovisual que ensalce las virtudes de la libertad, la democracia y los derechos humanos. “La población norcoreana acabará levantándose si difundimos información externa a su régimen”.
Lo dejó todo por una telenovela
Que las telenovelas tienen una función emancipadora no es sólo algo que proclame Thae en sus distintas conferencias. Existen casos reales documentados de personas que refuerzan su teoría.
Es el caso de Jeon Hyo Jin, que huyó en 2013 de Corea del Norte, con tan sólo 18 años, arriesgándolo todo por una telenovela. ¿El motivo? Las constantes imágenes de riqueza que mostraban los series de ficción surcoreanas tuvieron para él un impacto enorme. “Las cocinas con grifos de agua caliente y fría, gente que tiene citas en una cafetería, coches que congestionan las calles, mujeres que usan ropa distinta cada día…”, contaba Jeon a The New York Times en un reportaje que incluye varios casos de personas que lo han dejado todo tras 'despertar' gracias a los culebrones comprados en el mercado negro.
“La población norcoreana acabará levantándose si difundimos información externa a su régimen”, afirmaba Thae. Resulta cuanto menos sorprendente que lo que pueda finalmente derrocar la dinastía de la familia Kim sean los culebrones de la televisión.