El papa Francisco instó este martes a las autoridades Birmanas a respetar a cada grupo étnico, sin excluir a nadie, como base para la paz, y les indicó que las religiones no pueden ser fuente de división. Lo hizo sin mencionar específicamente los rohinyá, la minoría musulmana víctima de la persecución de las fuerzas de seguridad del país, algo que la ONU clasificó de "limpieza étnica" y que ha provocado un éxodo de 620.000 de ellos hacia Bangladesh.
La Iglesia de Birmania había presionado al Papa Francisco para que no pronunciara la palabra rohinyá durante su visita de tres días al país, advirtiendo de que podría "provocar tensiones". "Los problemas podrían surgir si el Santo Padre utilizará el término rohinyá. Esto daría pretexto a los extremistas para crear tensiones", había dicho el portavoz de la Conferencia episcopal de Myanmar.
Ante el presidente birmano, Htin Kyaw, y la Premio Nobel de la Paz y jefa de facto del Gobierno, Aung San Suu Kyi, con quienes antes tuvo un encuentro privado, Francisco aseveró que "el futuro de Myanmar debe ser la paz, una paz basada en el respeto de la dignidad y de los derechos de cada miembro de la sociedad, en el respeto por cada grupo étnico y su identidad".
Francisco continuó su mensaje pidiendo "respeto por el estado de derecho y un orden democrático que permita a cada individuo y a cada grupo -sin excluir a nadie- ofrecer su contribución legítima al bien común".
En su alocución en italiano en el Centro de Convenciones en la nueva capital birmana, Francisco aseguró que "en la gran tarea de reconciliación e integración nacional, las comunidades religiosas de Myanmar tienen un papel privilegiado que desempeñar".
Y aseguró en un país donde el budismo es casi una religión de Estado que "las diferencias religiosas no deben ser una fuente de división y desconfianza, sino más bien un impulso para la unidad, el perdón, la tolerancia y una sabia construcción de la nación".
Francisco indicó que las religiones "pueden contribuir también a erradicar las causas del conflicto, a construir puentes de diálogo, a buscar la justicia y ser una voz profética en favor de los que sufren".
El papa recordó que este viaje se celebra pocos meses después de haber firmado (en mayo) las relaciones bilaterales y deseó que "esta decisión como una señal del compromiso de la nación para continuar buscando el diálogo y la cooperación constructiva".
Recordó que en Myranmar se ha sufrido y se sigue sufriendo a "causa de los conflictos civiles y de las hostilidades que durante demasiado tiempo han creado profundas divisiones".
Fijó como prioridad política que se trabaje para "restaurar la paz, la curación de estas heridas. El pontífice, que ayer se reunió con el Jefe del Ejército birmano, aplaudió los esfuerzos del Gobierno para afrontar "este desafío".
Aplaudió la celebración de la Conferencia de Paz de Panglong, que reúne a representantes de los diversos grupos, pero advirtió de que "la reconciliación nacional sólo puede avanzar a través del compromiso con la justicia y el respeto de los derechos humanos".
Francisco aprovechó su discurso ante Suu Kyi para pedir a la pequeña comunidad católica, de cerca 650.000 fieles, que no dejen de "perseverar en su fe y a seguir anunciando su mensaje de reconciliación y fraternidad a través de obras de caridad y humanitarias, que beneficien a toda la sociedad en su conjunto".