A partir de diciembre, una nueva brigada de policía, totalmente femenina, patrullará las calles de Delhi, en la India, para hacer frente al aumento de la violencia contra las mujeres. La brigada se llama ‘Raftaar’ (velocidad) y está constituida por 600 policías del sexo femenino, que trabajarán en parejas y recorrerán las calles en moto, equipadas con armas, sprays de pimienta y cámaras.
El objetivo es que su presencia sea disuasoria para los posibles agresores y que las mujeres se sientan más seguras en la calle y a la hora de denunciar también. Una encuesta de Reuters realizada en octubre, situaba a a Delhi, junto con São Paulo, como las peores ciudades en lo que toca a la violencia contra las mujeres. Una violencia tan constante que le ha valido a la ciudad el apodo de “capital india de la violación”.
Un informe de Human Rights Watch, divulgado en noviembre, daba cuenta de que las mujeres que denuncian determinados crímenes, como los abusos sexuales, sufren acoso policial y son presionadas para que se mantengan en silencio.
“Lo he perdido todo, y todos me culpan a mí”
El 14 de septiembre 2015, Kajal, de 23 años, fue violada por tres hombres cuando se dirigía a casa de su madre enferma para llevarle comida. Sus gritos alertaron a los transeúntes que avisaron a su padre quien la llevó a la policía. Allí empezó su segunda pesadilla. La policía la detuvo, la abofeteó, la golpeó con un palo y amenazó con arrestar a su padre si no firmaba una declaración diciendo que la denuncia presentada era falsa.
Al final, Kajal terminó cediendo a las presiones y la denuncia se archivó. Su marido la abandonó y Kajal volvió a vivir con sus padres que se vieron obligados a mudar de ciudad tras recibir amenazas por parte de los violadores. Nunca recibió apoyo médico y psicológico. “Lo he perdido todo y todo me culpan a mí”, dice Kajal en el informe. No he salido de casa durante un mes después del ataque, estaba cansada de escuchar las burlas de los vecinos”.
El documento resalta que las mujeres que sobreviven a una violación siguen siendo humilladas en las comisarías y en los hospitales. Los agentes son evasivos en la documentación de las denuncias, las víctimas y los testigos reciben poca protección y los médicos obligan a las mujeres a someterse a test degradantes.
En 2012, la brutal violación colectiva de una joven universitaria de 22 años en un autobús de Nueva Delhi desató las protestas en la India contra la violencia hacia las mujeres. La joven fue golpeada, torturada y violada por un grupo de hombres durante más de una hora. Después la arrojaron del vehículo en marcha. Terminaría por morir días después, y la sociedad salió a la calle para decir basta en unas protestas que duraron varios días y juntaron a miles de personas.
“Hace cinco años el pueblo, conmocionado por la brutalidad de la violación en grupo en Delhi, hizo un llamamiento a acabar con el silencio sobre la violencia sexual y exigieron reformas de la Justicia penal”, ha señalado Meenakshi Ganguly, directora de Asia Meridional de Human Rights Watch. La movilización de la sociedad obligó a la creación de leyes específicas para castigar la violencia de género pero siguen siendo insuficientes.
De las 24.923 denuncias por violación que se habían presentado en 2012, se han pasado a las 38.947 en 2016, un aumento del 56%, según las cifras presentadas por el Buró Nacional de Registro de Crímenes. Pero el miedo, el estigma y las presiones a las mujeres siguen haciendo que muchas se mantengan en silencio. “Actualmente existen leyes y policías más fuertes pero aún queda mucho por hacer para garantizar que la policía, los médicos y los tribunales traten a las supervivientes con dignidad”, explica Ganguly.
Respuesta más rápida y efectiva
La creación de la brigada ‘Raftaar’ es un paso más para garantizar la protección de las mujeres. En una ciudad con 26 millones de personas, los más críticos señalan que hay pocos efectivos de la policía en las calles y que, incluso cuando se cursan las denuncias, no son atendidas de manera apropiada.
En algunas zonas de Delhi, las calles son tan angostas que no les llega ni la luz del sol. El poco espacio en estos callejones facilita las agresiones sexuales a las mujeres. Al ir en moto, la nueva brigada podrá patrullar estos espacios también. Se espera que el hecho de que los agentes de la nueva brigada sean mujeres ayude a frenar la presión sobre las víctimas para que no denuncien.
“Las fuerzas de seguridad en moto aumentarán la visibilidad en las calles y darán más confianza a las mujeres. Podrán entrar en los callejones y su respuesta será más rápida que la de los demás vehículos de patrulla. El plan es que se desplacen sobre todo en zonas como las universitarias donde hay muchos estudiantes del sexo femenino”, ha explicado el portavoz de la policía, Dependra Pathak, a la agencia Reuters.
En declaraciones a The Guardian, Ravi Kant, presidente de la organización por los Derechos Humanos Shakti Vahini, ha considerado que el refuerzo policial es una reacción en caliente por parte del Gobierno. “Los crímenes están aumentando por culpa de la falta de efectivos policiales. Los criminales saben que pueden salirse con la suya porque las investigaciones policiales son tan precarias que casi nadie es condenado en los tribunales”, analiza. “Necesitamos un plan integral y no este tipo de reacción”.