El líder norcoreano, Kim Jong-un, proclamó este lunes en su tradicional discurso de Año Nuevo que Corea del Norte se convirtió en potencia nuclear en 2017 y abogó por incrementar este año de 2018 la producción de armas atómicas y de misiles balísticos.
"Este año debemos centrarnos en la producción masiva de ojivas nucleares y misiles balísticos y acelerar su despliegue", dijo Kim tras proclamar al inicio de su alocución televisiva que en 2017 lograron "la meta de completar nuestra fuerza nuclear estatal".
Kim, ataviado con traje y corbata grises, dijo que la capacidad atómica norcoreana es una fuente disuasoria para Estados Unidos, que no se atreverá a iniciar una guerra ahora: "siempre hay un botón nuclear en mi escritorio", espetó.
"Esto es una realidad, no una amenaza", dijo el Líder Supremo, quien puntualizó que su arsenal sólo será utilizado cuando exista una amenaza de invasión o un ataque.
Pyongyang ha reiterado que sus programas de armas buscan crear un equilibrio de poder con Washington, contra el que se ha mostrado más hostil desde la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump.
El presidente estadounidense ha respondido a los actos del régimen norcoreano incluso llegando a amenazar con destruir el país, lo que ha elevado la tensión en la región hasta cotas no vistas desde el final de la Guerra de Corea en 1953, que se saldó con un armisticio no reemplazado por un tratado de paz.
Frente al tono amenazante adoptado con EE.UU., Kim se mostró este lunes conciliador con la vecina Corea del Sur, a quien aseguró que el camino del diálogo está abierto.
"Cuando se trata de las relaciones Norte-Sur, debemos reducir las tensiones militares en la península coreana para crear un entorno pacífico", dijo el líder norcoreano, quien cree que Seúl debería responder a las propuestas del Norte en lugar de alentar las medidas estadounidenses que "amenazan la paz y la seguridad".
El líder norcoreano instó a Seúl a poner fin a las maniobras militares conjuntas que realiza con Washington anualmente en la península coreana y que considera un ensayo de invasión a su país.
Kim también abogó por hacer gala de la diplomacia del deporte, anunciando que su país está dispuesto a enviar una delegación a los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang 2018 que se celebrarán en febrero, en el que supuso el primer anuncio oficial sobre la voluntad del régimen de acudir a la cita deportiva en febrero.
Los Juegos de Invierno "serán una gran ocasión para el país (Corea del Sur). Esperamos sinceramente que sean un éxito", dijo Kim, para quien el hecho de que los JJ.OO. invernales se celebren en el año del 70 aniversario de la fundación de Corea del Norte recalca que "este año tiene importancia para las dos Coreas".
Algunos expertos, que ya dieron cuenta de los significativos avances armamentísticos de Pyongyang en el último año, afirman que esta voluntad de diálogo del régimen se produce en un momento en el que la confianza por haber completado su poder nuclear le da impulso, y vaticinan que es probable que los test continúen, según recogió la agencia Yonhyap.
Las repetidas pruebas armamentísticas de Pyongyang -una veintena de misiles lanzados, incluidos tres intercontinentales, y su sexta y más potente prueba nuclear hasta la fecha- le han valido un número récord de resoluciones sancionadoras de la ONU en un año, cuatro, medidas que el Norte ha asegurado que no funcionarán.
Corea del Norte celebrará el próximo 9 de septiembre la efeméride de su fundación bajo el liderazgo de la tercera generación de los Kim y afrontando duras sanciones que incluyen un recorte del suministro petrolífero, la prohibición de exportaciones de varios sectores y la repatriación de trabajadores.