Mohamed bin Salman (Yeda, 1985) representa a una nueva generación de líderes en la zona, otra forma de hacer las cosas que se nota en cada acto público o privado que protagoniza el príncipe heredero de Arabia Saudí, una monarquía con un fuerte protocolo y un acceso complicado a sus majestades.
Lleva casi un mes de gira europea para "vender" las reformas que ha puesto en marcha su país pero sobre todo repartiendo contratos para hacer efectiva la transformación del reino e invitando a todo el que quiere invertir en el futuro.
Su última parada ha sido España, un país que cualquier saudí reconoce como "hermano" gracias a la personalísima relación que han mantenido desde hace 50 años el padre de Bin Salman y el rey emérito Juan Carlos I y que ahora intentan reeditar sus herederos. Aunque no suena igual esa melodía.
Bin Salman ha pasado muchos años en España, reconoce en el rey emérito a un miembro de su familia y la relación entre ambas casas, y quizá alguna llamada entre el rey Salmán bin Abdulaziz y Juan Carlos I, ha hecho que Madrid sea su última parada antes de volver a Riad tras su gira internacional.
El heredero ha pasado algo más de 24 horas en nuestro país pero le han servido para tener una cena privada con los reyes, un encuentro con la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, un almuerzo con Felipe VI y Letizia, una charla con Rajoy y dejar casi cerrado un contrato de cinco fragatas con la empresa Navantia de unos 2.000 millones de euros.
Más tiempo en París y Londres
Una agenda mucho más corta que la que ha realizado en Francia o en Reino Unido y un reparto de millones también más corto de lo que solían ser las visitas de los reyes saudíes. Pero por algo se empieza.
MBS, como acortan su nombre los medios anglosajones, ha tenido dos misiones claves en su gira europea, y España no iba a ser una excepción: demostrar que los cambios sociales en Arabia Saudí (donde las mujeres ya pueden conducir, ir al cine y a conciertos o no llevar la tradicional abaya si no quieren) son una realidad para facilitar la llegada de inversión extranjera libremente y convencer de que su gran enemigo en la zona (Irán) es un peligro potencial para toda Europa pues en menos de 20 o 30 años se puede encontrar con el radicalismo ya no a sus puertas sino viviendo en su casa.
Refomas internas
Si de algo se muestra orgullos el príncipe Mohamed bin Salman es de que sus reformas han llegado hasta al lenguaje de sus líderes. Quizá ha acabado asumiendo consejos de su padre como que éste es su tiempo y ha convertido en su objetivo político evitar que Arabia Saudí siga siendo una economía exclusivamente dependiente del petróleo, como había sido hasta ahora.
Para ello no le ha importado emprender cambios sociales y económicos que pueden transformar el país en tres años más que en los últimos 30. Para la liberación de la mujer todavía queda eliminar la guardia masculina pero MBS no puede lidiar con los conservadores políticos y los religiosos a la vez. Así que las autoridades saudíes distinguen bien entre medios y metas.
Consciente de que la estructura histórica del país aleja la meta de la democracia, apuesta por medios más próximos como libertad, seguridad, transformación económica... etc. Y ahí las empresas extranjeras tendrían mucho que decir.
Problemas externos
El próximo 15 de abril comienza en Riad precisamente una cumbre de la Liga Árabe que algo tendría que decir sobre la situación de Siria. Hasta ahora Arabia Saudí no ha querido entrar directamente en el conflicto y ni siquiera un ataque químico contra población civil le ha hecho posicionarse frente al régimen sirio. Mientras tanto, mirar hacia otro lado ya puede considerarse una postura.
Y es que el reino saudí tiene claro quién es su enemigo, Irán y los que él considera sus colaboradores (Qatar y los hutíes en Yemen). Con Qatar busca hasta la separación física construyendo un canal, tras aislarlo políticamente en la zona. Y la guerra de Yemen lleva visos de convertirse en una de las mayores pesadillas y fracasos del joven heredero, que ha tomado esta misión casi como una cuestión personal.
El Gobierno saudí siempre insiste en que no podía dejar de intervenir en Yemen porque Irán se estaba metiendo en su propio terreno pero es consciente de que solo no puede sobrellevar el conflicto y vende la emergencia humanitaria para que sus socios en Europa le den cobertura.
Si ambos frentes se alargan podrían convertirse en una piedra de desgaste para Mohamed bin Salman y en un obstáculo para su regeneración.
La relación hispano-saudí
La deferencia del joven heredero de terminar su gira en España ha sido agradecida por la casa real española con varios detalles: le han dejado instalarse en El Pardo, aunque no es un jefe de Estado todavía, y Felipe VI ha querido darle un trato especial en su primera visita oficial a España por el importante peso político que ha asumido después de que su padre lo nombrara heredero al trono.
En el almuerzo de este jueves, se han contado 200 invitados que han desfilado ante los Reyes y el heredero al trono saudí en el tradicional besamanos y han acudido desde la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, seis ministros (Asuntos Exteriores, Defensa, Fomento, Energía, Interior y Hacienda) y varios secretarios de Estado.
Conscientes de la oportunidad de negocio, al Palacio Real han acudido más una veintena de presidentes de empresas, principalmente de infraestructuras, energía e ingeniería, como Renfe Operadora, Acciona, Talgo, Indra, Técnicas Reunidas, FCC, Sacyr, Abengoa, Sener, AENA y el Corte Inglés.
Felipe VI no tuvo ocasión de verle cuando estuvo en Arabia Saudí en enero del pasado año, cuando aún no era príncipe heredero, pero sí considerado uno de los hombres fuertes del régimen al frente de la cartera de Defensa.