Los niños del equipo de fútbol salieron de la cueva este martes después de tres días de operaciones, en las que participaron 19 buzos. En la última fase, todos los rescatistas comenzaron a aplaudir y a dar gritos de alegría por el triunfo logrado en equipo, pero tuvieron que interrumpir la celebración para salvar sus propias vidas.
El equipo de rescate estaba a 1,5 km de la superficie limpiando el equipo de la operación. El trió de buzos australiano le dijo a The Guardian que cuando estaban en la "cámara tres", una base en la cueva, escucharon gritos y vieron a los trabajadores corriendo para alcanzar terreno seco.
"Los gritos comenzaron a llegar porque la bomba principal falló y el nivel del agua comenzó a subir", según uno de los buzos australianos. En ese momento había 100 trabajadores dentro, incluyendo al equipo médico que había pasado toda la semana vigilando a los niños.La operación pudo haber sido un desastre, porque las bombas de agua que drenaban la cueva dejaron de funcionar justo después de que el último niño fuera evacuado.
La etapa de la cámara tres a la entrada de la cueva era la más complicada y la más larga. La primera vez que los equipos de rescate la hicieron les tomó casi cinco horas, y no pudieron ir más allá porque su equipo era muy grande para pasar por la cavidad de menos de un metro que permitía el acceso a la zona donde estaban los niños atrapados. Pero, gracias al drenaje de las bombas pudieron recorrerla en menos de una hora cuando llegó el momento del salvamento.
Este miércoles también se ha sabido que el doctor australiano Richard Harris se enteró de que su padre murió momentos después de salir de la cueva. El comandante de la fuerza Alex Rubin expresó su admiración hacia Harris diciendo que "es uno de los doctores más profesionales que he conocido", y que "los niños que pasaron por esta prueba en la cueva son héroes y los buzos tailandeses también".