El pasado 2 de octubre, el periodista Jamal Khashoggi entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul. Pero no volvió a salir. Alguien lo estaba esperando fuera: su prometida, Hatice Cengiz, de 36 años, que lo había acompañado para que arreglara los papeles de su divorcio. Hatice y Jamal se iban a casar.
Esa era la razón de la visita del periodista del Washington Post a la embajada saudí en la ciudad turca: arreglar su divorcio para casarse de nuevo. Se conocieron el pasado mayo en una conferencia en Estambul sobre política de Oriente Medio y el Golfo Pérsico.
Hatice sabía quién era el periodista, cuál era su trabajo y le admiraba ya antes de conocerle. Por eso, cuando Jamal finalizó su ponencia, ella se acercó y entabló conversación con el saudí.
Exiliado de su país, Jamal Khashoggi vivía a mitad camino entre Turquía y EEUU, sobre todo desde que comenzó a colaborar con el Post hace un año. Aún así, el periodista se había comprado un piso en Estambul donde estaba más asentado con su novia.
Días antes de su desaparición, el periodista voló desde Londres para poder arreglar los papeles de su divorcio en el consulado. Acudió solo con Hatice porque no tenía miedo. Parecía que todo iba bien, pues el 28 de septiembre ya se había pasado por el consulado y le dieron cita para ese día. Pero en esa segunda visita, todo fue muy distinto.
Las imágenes de las cámara de seguridad en las calles de Estambul muestran cómo Hatice acompañó a su prometido a las puertas del consulado, donde llegaron sobre las 13:30.
Ella se quedó fuera, en la acera, con el móvil de él, pero no volvió a ver a su prometido. Después de estar esperando casi cuatro horas, Hatice se desesperó y llamó a dos amigos de Jamal: Yasin Aktay y Turan Kislakçi.
La siguiente llamada fue a las autoridades turcas, tal como su prometido le había advertido que hiciese si no salía pronto del edificio.
Un futuro truncado
En una columna publicada en The New York Times el pasado 13 de octubre, la propia Hatice Cengiz ha relatado cómo fue el inicio de su relación: "Hablamos durante media hora sobre política. Después, le escribí para agradecerle la conversación. Continuamos nuestro diálogo, que rápidamente se convirtió en una relación emocional".
Todo comenzó en la conferencia y, rápidamente, se prometieron. Habían empezado a organizar la boda y sólo les faltaba los papeles de separación de Khashoggi. "Ha sido una carga pesada tener que detener e incluso cancelar todo lo que habíamos empezado", se lamenta Hatice en una entrevista para la CNN.
Cuando se conocieron, Jamal llevaba ya un año viviendo en Washington, pero echaba de menos su ciudad natal: "A menudo habló de su deseo de poder caminar por las calles de Medina, donde nació y se crió, y pasar horas hablando con sus amigos", continúa Hatice.
"Esta vida lejos de casa, mi familia y amigos, y la atmósfera espiritual de mi país, es una carga demasiado pesada", recuerda Hatice que le dijo una vez.
Protegida las 24 horas
Ese 13 de octubre, Hatice ya hablaba de la angustia de no saber dónde estaba Jamal: "Doce días han pasado. Me he estado despertando cada mañana esperando escuchar de él. Esa pregunta inquietante no me deja ni por un momento: ¿es cierto? ¿Han asesinado a Jamal?". E insiste en que la vida "se le hizo oscura" cuando no vio a su prometido salir del consulado.
Las autoridades turcas han puesto bajo protección policial a Hatice Cengiz. Las fuerzas de seguridad la custodian 24 horas al día. La agencia turca Anadolu explica que la decisión ha sido tomada por la oficina del gobernador de Estambul, pero no aclara los motivos ni si su vida corre peligro.
Pero por ahora, Hatice es una de las testigos más importantes de un caso que ha espoleado a las relaciones internacionales y que han puesto al régimen saudí en el foco de muchos países europeos como Alemania, Francia y Reino Unido.