El aeropuerto de Hong Kong ha sido escenario este martes de enfrentamientos violentos entre la Policía y un grupo de manifestantes, después de que estos últimos lograran interrumpir las operaciones en las instalaciones. Los incidentes han estallado después de que varios manifestantes retuvieran durante horas a un joven al que acusaban de ser un agente secreto, según ha recogido el diario local 'South China Morning Post'.
El hombre ha sido esposado con unos cables y rodeado por manifestantes, que no han permitido a los médicos acercarse a él. Finalmente ha sido trasladado a una ambulancia escoltado por la Policía, tras lo que varios manifestantes han atacado vehículos policiales.
La Policía antidisturbios y una unidad de élite han intervenido usando espray pimienta y porras después de que los manifestantes rompieran ventanas de varios coches policiales. Los incidentes, en los que un policía ha llegado a sacar su arma y apuntado con ella a los manifestantes que se dirigían hacia él, se ha saldado con varios heridos, si bien por el momento no hay un balance oficial.
Horas antes, la autoridad aeroportuaria de Hong Kong había anunciado la suspensión de todos los vuelos previstos para este martes después de que cientos de manifestantes ocuparan la zona de facturación de la terminal, apenas unas horas después de que se reanudasen las actividades en el aeródromo tras el bloqueo del lunes.
La autoridad aeroportuaria ha confirmado en un nuevo aviso que se cancelarán todos los vuelos que no hubiesen completado el proceso de facturación antes de las 16.30 (hora local). Además, solo podrán aterrizar los aviones que ya están en ruta, según la agencia de noticias DPA. Con la de este martes ya son cinco las jornadas consecutivas de protestas en el aeropuerto.
Hong Kong no pueda hacerlo", ha explicado uno de los manifestantes, Joshua Wong, en declaraciones a la agencia alemana. El aeródromo se ha convertido de esta forma en el principal epicentro de una protestas que comenzaron a principios de junio para reclamar la paralización de una ley que autorizaba la extradición de sospechosos a la China continental. La rebelión, sin precedentes en décadas, se ha endurecido con críticas al Gobierno de Carrie Lam, a la que han reclamado reformas más amplias.