Un tribunal nipón condenó hoy miércoles a un conocido periodista a indemnizar con 3,3 millones de yenes (unos 27.000 euros) a una joven reportera que le denunció por violación, un caso de alto perfil que generó gran debate en el país en 2017 en pleno auge del movimiento #MeToo.
El Tribunal del Distrito de Tokio anunció este miércoles la decisión a raíz de la causa civil presentada por la afectada, Shiori Ito, quien reclamaba una indemnización de hasta 11 millones de yenes (90.200 euros/100.500 dólares) por el sufrimiento derivado del asalto sexual del que fue víctima.
Ito demandó por este motivo al periodista Noriyuki Yamaguchi después de que las autoridades niponas desestimaran por falta de pruebas la denuncia por violación anteriormente presentada por la joven reportera contra él.
La reportera de 30 años afirmó que Yamaguchi la violó en su hotel en 2015 mientras había perdido el conocimiento, después de una cita entre ambos para cenar y tomar unas copas con el influyente periodista, quien le había prometido ayuda para encontrar un trabajo.
Yamaguchi, exjefe de la oficina en Washington de la cadena japonesa TBS y biógrafo del primer ministro japonés, Shinzo Abe, alegó que el sexo fue consentido, y también había presentado por su parte una demanda contra Ito por difamación.
En su resolución de este miércoles, recogida por la agencia logal Kyodo, el Tribunal de Tokio considera que la demandante "no tenía motivo alguno para presentar una declaración falsa" y a su vez ha desestimado una demanda presentada por Yamaguchi contra Ito por daños en la que pedía 130 millones de yenes (1,06 millones de euros/1,18 millones de dólares) de indemnización.
El tribunal considera que la versión de los hechos dada por Yamaguchi ha ido cambiando y que esto plantea serias dudas sobre sus argumentos.
Ito decidió contar públicamente su caso en una comparecencia ante los medios en 2017, después de que el jefe de la división de investigación criminal de la policía tokiota ordenara que dejase de investigarse el caso y la fiscalía retirara todos los cargos alegando falta de pruebas.
Su testimonio tuvo un gran impacto social en Japón en pleno auge del movimiento #MeToo en otros países, y desencadenó numerosas críticas e incluso amenazas de muerte contra la afectada.
Aunque Ito se convirtió en abanderada para concienciar sobre los abusos sexuales en Japón, su escarnio público puso de relieve la difícil situación de las niponas para denunciar este tipo de casos -se estima que menos del 5 % de las víctimas acuden a la policía-, además de los obstáculos legales que afrontan.
Tras la oleada de reacciones negativas, la afectada afirmó que Japón no tenía un verdadero #MeToo no porque las víctimas no den la cara, "sino porque la sociedad japonesa quiere que permanezcan en silencio".