La debilidad por los dulces y sus cien abdominales diarias son dos de los rasgos que definen a Yoshihide Suga, quien desde hace casi ocho años ha vivido a la sombra de Shinzo Abe y ahora tiene la oportunidad de brillar con luz propia.
Suga, de 71 años, es un bicho raro porque, a diferencia de muchos dirigentes nipones, no ha llegado donde está gracias a la ayuda de parientes metidos en política, sino que se ha labrado el futuro desde la nada, a partir de unos orígenes humildes de los que hace gala.
Es el hijo mayor de un granjero de fresas de la prefectura de Akita (norte) y a la política entró tarde, pero bien, porque llegó a ser la mano derecha de Shinzo Abe, el primer ministro nipón que más tiempo ha durado en el cargo, y ahora es su virtual sucesor.
Yoshihide Suga ha sido precisamente la imagen más visible de la Administración Abe: ha comparecido dos veces al día como ministro portavoz, casi siempre con semblante serio.
No obstante, en los últimos días, en medio de la campaña electoral interna, ha sido pródigo en sonrisas.
Hay una imagen histórica asociada a Suga: el 1 de abril de 2019 enseñó al mundo los caracteres de la palabra "Reiwa", el nombre de la nueva era que, un mes después, inauguraría el emperador Naruhito tras la abdicación de su padre, Akihito.
Gracias a ello, a Yoshihide Suga se le llama cariñosamente "Reiwa Ojisan" (Tío Reiwa).
Suga nació el 6 de diciembre de 1948 en la localidad de Yuzawa, en Akita, pero después de acabar el bachillerato se trasladó a Tokio para trabajar en una fábrica de cartones.
Después comenzó a estudiar leyes en la Universidad de Hosei, la opción más barata disponible, y aun así financió los estudios trabajando con jornada parcial en la lonja de Tsukiji, en Tokio.
Fue también de esa universidad donde se graduó quien está considerado como su primer padrino político, Umekichi Nakamura, entonces presidente de la cámara baja de la Dieta (Parlamento), quien le presentó a una serie de dirigentes para labrar su carrera.
La política le llevó por primera vez, a los 38 años, al concejo municipal de la ciudad de Yokohama, y de ahí a la cámara baja de la Dieta (Parlamento), nueve años después, un puesto para el que ha sido reelegido en siete ocasiones.
En el primer gobierno de Shinzo Abe (2006-2007) fue ministro para Asuntos Internos y Comunicaciones, pero esa administración apenas duró un año.
Pero al retornar Abe al poder, en 2012, le dio el puesto de mayor confianza que puede tener un primer ministro en Japón, jefe de Gabinete y ministro portavoz. En los casi ocho años que ha sido portavoz ha dado más de 3.200 ruedas de prensa.
A diferencia de otros líderes políticos, Suga no pertenece ahora a ninguna de las facciones del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD). Aun así, ha conseguido acumular el apoyo de la mayoría de los legisladores.
Se le conocen algunas aficiones, aunque él sólo reconoce una clara: "Mi hobby es el trabajo", sostiene.
Pero tiene otros, bien conocidos, especialmente su afición por los panqueques y por un dulce japónes, el "daifuku", un pastel de arroz relleno de una endulzada pasta de frijoles rojos.
Yoshihide Suga no bebe alcohol y cuida mucho su salud. Hace años un médico le dijo que tenía que bajar de peso, porque había llegado a los 77 kilos, y a partir de entonces comenzó caminatas diarias de 40 minutos, que cumple rigurosamente.
Ese ejercicio lo complementa con kárate, su deporte favorito, y cien abdominales.
Son actividades que describen su disciplina, aunque se derrumba ante los dulces. "Puedo comerlos unas tres o cuatro o veces a la semana, hay veces que por la noche", reconoce. Un buen recurso para combatir las amarguras de la política.